La película es visualmente potente. Los paisajes islandeses son de una belleza brutal. Una tierra tan fragmentada como la película.
La fotografía, buena, las interpretaciones, correctas, la acción se encaja en los intereses de la historia. La historia, típica de las que cuentan cómo unas sagas suceden a otras. El resultado, previsible. Me aburrí. No me conmocionaron sus imágenes violentas ni su brutalidad. Tal vez contaron tanto sobre ellas que estaba ya medio anestesiada cuando las vi.
Y las hay, pero es casi lo único.
El guion es un simple esqueleto al que le hubiera venido bien un poco del músculo que exhiben sus personajes.
La historia está trillada, la eterna venganza que se alarga incomprensiblemente, cuando el protagonista disfruta de unas cuantas ocasiones para llevarla a cabo.
Nicole Kidman, Ethan Hawke y Willem Dafoe, lo mejor. Buenas interpretaciones y un clímax inicial que hacen presagiar algo mejor y diferente de lo que después ocurre.
Está bien rodada y su fuerza sobre todo reside en la fotografía de los paisajes islandeses.
Por cierto, en algunas escenas parece haber más esclavos que amos, y estos parecen duplicarse solo en las escenas de duelo.