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España España · Madrid
Voto de Lis:
8
Comedia. Drama. Romance Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.
28 de diciembre de 2023
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la traducción sería "Hojas caídas", esta película es un dejarse llevar por la vida, los pequeños, o grandes para el devenir de cada uno, acontecimientos y actuar de manera directa sobre ellos sin hacerse muchas preguntas.
Así lo expone su director en esta cinta de 80' en los que se ve con agrado y ternura cómo sus protagonistas se abren camino en medio de la desesperanza.
Me la recomendaron y no me defraudó. Ojo al dúo de cantantes de, digamos así, atuendo peculiar, que entonan una melodía aparentemente absurda pero llena de significado.
Los protagonistas tienen magnetismo a pesar de su simpleza y aparente vulgaridad, atrae lo que les ocurre y te hacen cómplice de sus desencuentros. En otra forma de narración es poco probable que cayesen simpáticos. El amigo del protagonista, disculpas por no retener sus nombres, es cáustico, posee esa fina ironía de los perdedores que se niegan a serlo.
Expone con pocas pinceladas y naturalidad el retrato de una sociedad obrera y falta de derechos laborales (no nos engañemos, seguro que aquí también hay trabajos de esos), con pocas o nulas pretensiones más que vivir el día a día y tomarse un respiro en un karaoke o con unas, a veces muchas, cervezas.
El reto siempre es personal pero está ligado a lo colectivo.
La perra, a la que llama de una manera muy intencionada al final de la película, lleva, en cambio en la chapa el nombre real de la protagonista, Alma.
La fotografía es de ese color indolente, desvaído de los años 70, como el marco donde desarrolla su vida el puñado de personajes. Esa precariedad que refleja la película, el improvisar cada día una comida, una vajilla o algo qué hacer nos recuerda, como paradoja, la premura actual de compras compulsivas, de cómo se dinamitan los minutos antes de que pasen siquiera o suceda lo que ha de acontecer.
En resumen, esa vida que nos puede parecer indiferente o abstrusa, en vez de deprimirnos contemplándola nos lanza a ella como hojas, más que caídas, llevadas por el viento.
Lis
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