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España España · Madrid
Voto de Servadac:
4
Ciencia ficción. Thriller. Intriga. Acción Dom Cobb (DiCaprio) es un experto en el arte de apropiarse, durante el sueño, de los secretos del subconsciente ajeno. La extraña habilidad de Cobb le ha convertido en un hombre muy cotizado en el mundo del espionaje, pero también lo ha condenado a ser un fugitivo y, por consiguiente, a renunciar a llevar una vida normal. Su única oportunidad para cambiar de vida será hacer exactamente lo contrario de lo que ha hecho siempre: la ... [+]
21 de agosto de 2010
348 de 516 usuarios han encontrado esta crítica útil
ESTRUCTURA

• El planteamiento es voluntariamente confuso. Nolan maneja una idea y la adorna de brumas, para despistar.

Menciona a Penrose (a quien no sé si ha leído), saca un diseño paradójico a lo Escher, enfrenta dos espejos y la imagen se repite reducida: ¡Ooooooh! Ya tenemos una pátina de ciencia. Falta el segundo teorema de Gödel y un poquito de entropía pero vale, la propuesta ya no es comercial.

Todo queda en nada. Que nadie busque ciencia en este videojuego. ¿Dónde coño queda el laberinto prometido? Tanta cámara lenta y apenas se nos deja ver que un doble trazo en espiral forma un pasillo que se recorre en la mitad de tiempo que el que lleva trazarlo. Hubiera bastado con dos líneas rectas paralelas. Ah, perdón, no me acordaba de que se pedía un laberinto… con Ariadne, Teseo DiCaprio y Mal, la Minotaura.

Esboza una jerga para dar vidilla a su mundillo: Patada (sincronizar despertares), Proyección (cada tipo que, básicamente, viene a darte de hostias si te metes en el subconsciente del que sueña), Extractor de ideas (de humo, en este caso), Tótem (objeto personal que permite saber si el sueño es propio), Origen (inocular el germen de una idea en un cerebro, vamos, lo que sucede con cualquier estímulo, real o imaginario; en la película, lo que se hace es modificar un recuerdo, pero, claro, eso ya estaba muy visto). Vocablos de oropel para dotar de credibilidad a una profesión cuyo edificio apenas se sostiene: El Químico, el Arquitecto, el Falsificador… todos acaban siendo simples guardianes de los niveles del videojuego.

Tanta profusión y tanta jerga para que luego la cinta quede en un pasapantallas.

• El nudo es irrisorio: lo de la guerra por la supremacía energética mundial entre las dos superempresas... Ya podían haberse esmerado un poco más en la excusa para contratar al Gran Extractor (joder, ahora caigo en que Mr. Cobb, con ese nombre, podría ser dentista).

El verdadero nudo de la trama es el trauma de Cobb. El origen del mal de Mal (que así se llama la mujer) es precisamente Origen. Qué Mal, ¿no? Digo, qué mal.

• El desenlace es interminable. Cerca de una hora y media de planos repetitivos y cámaras superlentas. Hay quien quiere ver alguna coherencia en este batiburrillo oníricotemporal. Las cámaras lentas nos recuerdan que el tiempo depende del nivel de sueño pero de ninguna forma configuran un lienzo coherente. De hecho, los personajes repiten lo que queda en cada nivel para que el espectador se entere, porque si esperas que te lo digan las imágenes, vas listo. En cine, si no se sabe mostrar, no queda más remedio que decir.

Personalmente, me habría gustado que en vez de tanto ralentizar las imágenes, se hubiera jugado con la duración de los planos en cada nivel (por ejemplo, con flashes de duración mínima en que se viera la caída de la furgoneta, planos o secuencias algo más largos en el nivel del hotel... para dar así una sensación de simultaneidad con tiempos relativos diferentes).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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