Unos jóvenes que de niños gastaron una terrible broma que acabó con la vida de una compañera (Tammy Bourne) comienzan a ser acosados por alguien que clama venganza. Todo ello ocurre cuando está a punto de celebrarse el baile de graduación, en el cual Kim (Jamie Lee Curtis), hermana de la difunta, será proclamada reina.

Con el paso del tiempo la película que nos ocupa se ha ganado (inexplicablemente) el apelativo de clásico (menor, pero clásico) dentro del género. Incluso Kevin Williamson es fan confeso de la cinta y la ha homenajeado en varios de sus guiones, por ejemplo en la premisa de Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer) o en la escena que protagonizaba Sarah Michelle Gellar en Scream 2.

Hay dos cosas por las que considero que esta película no se merece la fama que ostenta. La primera sería que la mayoría de las muertes resultan monótonas, mientras que la segunda, y más importante, tiene que ver con que el asesino no comienza a actuar hasta… ¡pasada una hora de metraje! Eso por no hablar del horripilante efecto niebla de su fotografía. Menos mal que su aire retro (los cardados, la música disco…), la participación de Jamie Lee Curtis (ganándose, de nuevo, el apelativo de reina del grito) y un acto final bastante aceptable hacen que no sea el completo desastre que preveía en un principio.