Por dinero, casi todo

El otro día vi un clásico. ¡Ala!! ¡¡Blasfemo!! ¡¡El blanco y negro para la vestimenta del madrí!!!
Bueno, a veces uno cae en la tentación.... No todo va a ser paladar tan delicado como Torrente y Condemor y todas esas comedias tan exquisitas.

Muchas comedias clásicas, por el mero hecho de serlas, ya se ensalzan y pasan a la posteridad como grandes obras. Pero o bien porque tienen una temática de moda (de la época) o un sentido del humor caduco y no envejecen nada bien, o bien que ni siquiera en su estreno eran aquella obra que se presumía de ellas; Sólo que el tiempo y la crítica las va idealizando y encumbrando. Conozco muchos ejemplos.

Pero eso no pasa con la mayoría de películas del maestro Billy Wilder , cuyo sentido del ritmo, de la acidez , de la comedia con sustancia, no queda nunca desfasado.

En bandeja de Plata o su título original “Fortune cookie” (de galleta de la suerte a bandeja de plata hay un trecho, debido a la “pequeña” licencia que se toman siempre los traductores, pero de eso se podría hablar largo y tendido.. ) es una comedia hilarante, corrosiva, con diálogos punzantes a la altura de la célebre “El apartamento”, con el mismo perdedor Jack Lemmon, y su extraña pareja y eterno compañero de fatigas Walter Matthau.

Ambos son cuñados, y el primero como auxiliar de cámara filmando un partido de fútbol americano resulta lesionado. Ahí entra Matthau, un cínico y jeta abogado que intenta conseguirle una millonaria indemnización al hermano de su mujer. Éste no es el mismo tipo de letrado que interpretaba magistralmente Charles Laughton en otro gran clásico de Wilder ”Testigo de cargo” , pero también es bastante carismático y con chispa.

Memorable la escena de Walter Matthau en el bufete, regateando con los abogados de la prestigiosa firma , haciéndoles sudar ríos de tinta para conseguir una justa indemnización. El final tampoco tiene desperdicio con el jugador Bum bum Jackson y Lemmon en el campo de juego.

Quizás, el Sr. Wilder dominaba mejor el género de la comedia, porque en mi opinión, el “Crepúsculo de los dioses” y “Perdición” no me parecieron para tanto. No obstante está claro que las obras de Billy Wilder nunca puede decirse que estén sobrevaloradas , fueron, son y serán así de buenas. Y apenas se ponen rancias ni duras. Como las tradicionales galletas de la fortuna.

Si tuviéramos que hacer un póquer de ases con los mejores directores de cine de la historia, Billy Wilder estaría sin duda entre ellos. Yo incluiría a Hawks y a Ford y el cuarto ya seria mucho más discutible. En esta corrosiva y agridulce comedia Wilder demuestra lo que es capaz de hacer, como se cuenta una historia con ritmo, con humor y con mensaje. Es como una metáfora de la vida, más vigente aún hoy y han pasado ya más de cuarenta años, todo vale para conseguir dinero, para ser relevante, cuando la gente intuye que puede sacar algo se lanzan como buitres, no importa lo que tengas que hacer ni a quien tengas que destruir, lo que cuenta es el objetivo.
Matthau da todo un recital, le dieron el Oscar al mejor actor secundario, bien podrían haberle dado el de protagonista, ya que a parte de merecérselo es el verdadero protagonista, se adueña de la película desde su primera aparición y no la suelta ya hasta el final, la verdad es que el personaje es un regalo, egoísta, cruel, despiadado, con una capacidad de improvisación increíble y un tono despreciativo o manipulador según convenga. Los demás realizan también un gran trabajo, pero Matthau los eclipsa.
Wilder nos ha dejado obras maravillosas, sobre todo en la comedia, comedia acida a veces, también en el drama, aquí nos hace pasar dos horas extraordinarias, rodeado de algunos de sus colaboradores habituales, participando también en el guión y haciendo una labor de dirección, como siempre estupenda.

Inolvidable y excelente comedia corrosiva por parte de la eterna pareja Lemmon-Matthau, uno de los duetos más apreciados del género. Billy Wilder dirige en un delicioso blanco y negro un relato que vuelve a poner de manifiesto la falta de ética de nuestra sociedad. Un desafortunado accidente a un cámara televisivo (Lemmon) durante un partido de fútbol desencadenará un intento de sacar tajada por parte de todos los que rodean a la víctima.

Curiosamente, únicamente el involuntario agresor, el jugador que chocó con él (magníficamente interpretado por Ron Rich) parece la única persona realmente preocupada por el convaleciente, quien cae en las redes de su maquiavélico cuñado, un abogado irónico y perversamente encantador, caracterizado, cómo no, por el gran Walter Matthau. Para la memoria, su mítica frase: "Abraham Lincoln fue un gran presidente y un mal abogado".

Cada pequeño capítulo tiene un metafórico título que nos sumerge en lo peor de nuestra naturaleza, pero de una forma tan brillante e ingeniosa que la carcajada es irreprimible. Todas las tentaciones son visibles en este micro-cosmos, incluyendo la tensa relación del lesionado con su ex mujer (una carnal Judi West, muy cómoda en el rol), quien parece haber vuelto a sus brazos para ver si saca algo de la indemnización.

Para rematar la jugada, su final es inolvidable. Cada minuto del metraje merece la pena. Inmejorable.

Las compañías de seguros se basan en datos y estadísticas para planificar su negocio, su obligación de cubrir las pólizas en caso de siniestro en ocasiones debe de basarse en los informes de peritos que certifiquen que el siniestro se produjo tal y como afirma el afectado y en otras, las menos de ellas, cuentan con la aportación de informes de detectives que ponen a prueba la veracidad del tomador de la póliza.

Billy Wilder dirigió con chispa y vitalidad este film en el que la picaresca se erige en protagonista.

El tándem Jack Lemmon y Walter Matthau garantizan el que el espectador pase un rato divertido y desinhibido con las muecas, ingenio y ocurrencias de estos dos cómicos de solera.

Primera colaboración de esa "extraña" y genial pareja profesional que formaron Jack Lemmon y Walter Matthau, esta vez dirigidos por el maestro Billy Wilder en una cinta que tiene más de crítica antropológica que de humor aunque de éste no falte en ningún momento; ese humor socarrón e inteligente tan característicos de los guiones de Wilder en los que colabora I.A.L. Diamond; una socarronería en la que es maestro de ceremonias la genialidad de Matthau y sus lánguidas miradas con esos sus ojos de pillo encantador.

En ella vemos además una magnífica trama excelentemente narrada, diálogos acertados, coherentes e inteligentes, siempre perfectamente interpretados y cargados de un ácido sentido del humor; y que aun así por momentos resultan angustiosos.

Lo anteriormente referido son méritos evidentes de esta obra pero quisiera hacer una referencia más personal hacia ella, siendo esto último meramente interpretable y muy subjetivo; en mi gusto personal es una de las mejores películas de Wilder -quizá solamente por detrás de "El apartamento"- y el mejor trabajo en la carrera de Walter Matthau. "En bandeja de plata" es una de esas escogidas obras cinematográficas que jamás me canso de ver, una de esas obras en mi amado blanco y negro en las que siempre hallo algo que nuevamente me seduce; que me reencuentra y me reconforta con el séptimo arte.