Diario de un seductor

Otra película mas que refleja el capitalismo como lo que es; vil, salvaje y totalitario, creando victimas en todos los rincones del planeta.
Ambientada en Puerto Rico, años 60, con su ron y con la calidez de la gente, que quiere pasárselo bien, pero que no se da cuenta lo que los grandes políticos y vampiros banqueros, quieren hacer con sus haciendas.
Buena actuación de Depp, y simple de Eckhart, y cumpliendo como siempre mi gran apreciado Jenkins, que no lo había vuelto a ver desde The Visitor.

Lo mejor: Que se denuncia una vez mas el terrorismo financiero, y las noches veraniegas en países caribeños,
Lo peor: No tiene mucho que contar, y se hace bastante larga.

Proyecto personal de Johnny Deep, quien se involucra intensamente en su producción, interpretación y distribución, nos cuenta la historia personal y verídica de un periodista-escritor norteamericano que se encuentra trabajando en Puerto Rico; todo ello basado en el libro de Hunter S. Thompson del cual se nutre y alimenta. Hasta ahí, todo está relativamente claro; te ciñes a los hechos que se narran, siendo el guión más o menos fiel a ellos según sea el propósito del film. Lo triste u oportuno es que no hay mucho más que destacar; no pasará a la historia por ser la mejor interpretación del mencionado actor -por ser indulgente con mis palabras-, ni tampoco por tener unos secundarios que valgan la pena. Ni siquiera el propio personaje acaba de fascinarte; es un héroe del que esperas más heroicidad, no satisface las expectativas que al principio se crean ni te sacia completamente con lo cual, poco a poco, tu mente empieza a despegarse de él -el valiente y osado paladín que no acaba de cumplir su misión..., no atrae a la masa-. Destacan levemente la banda sonora, algunas situaciones particulares, breves diálogos y una adecuada puesta en escena. Pero no dejan de ser minucias que rellenan una historia que, por falta de audacia y osadía o de no saber llevarla, no acaba de narrar, de forma lo suficientemente atractiva, el atrevimiento y la valentía de este periodista de cambiar su vida y reinventarse. Fallo que se aprecia demasiado!!!

Johnny Depp vuelve a encontrarse con Humper S. S. Thompson, personaje que ya encarnó en Miedo y Asco en Las Vegas, en una historia anterior en el tiempo a aquella y con un corte más clásico, lejos del psicotrópico argumento de la anterior.

Cuenta uno de los primeros trabajos de este pionero del periodismo gonzo en un Puerto Rico lleno de intrigas políticas y pseudo mafiosos y patriotas yanquis con tendecias fascistas, donde nuestro heroe se ve involucrado sin querer en una trama golpista. Además, tiene que ejercer de caballero andante para salvar a una dama en apuros, que se convertirá en su Dulcinea (la bellisima Amber Heard). Todo esto acompañado de su particular Sancho Panza, el fotógrafo interpretado por Michael Rispoli.

Al igual que el caballero cervantino, pasará por una serie de perpecias entre lo absurdo y lo cómico, con leves toques de nostalgia por un mundo perdido. Todo ello regado con buenas dosis de alcohol y los paradisiacos paisajes de Puerto Rico.

Destacar también el alcoholico simpatizante de hitler encarnado por Giovanni Ribisi.

El único fallo es que todo está contado de un modo tan vertiginoso que si no se está muy atento, puedes perder algunos detalles.

Desconozco la obra de Hunter S. Thompson en que se basa la película, pero la labor de Robinson es correcta y punto. De hecho, el trasunto de Thompson me parece un gilipollas integral, un hombre sin principios ni ideales, errático y vacío, siempre más pendiente de la botella que de las circunstancias que le rodean. Da la impresión de que no se entera, en una palabra, y eso para alguien que vive de la pluma (bien, de la máquina de escribir) se me antoja grave. Para colmo, ya sé que fue un capricho personal del señor Depp, pero después de verle en tantas piratadas del Caribe y en algunas meteduras de pata de su compinche Burton, no me lo puedo tomar en serio. Durante la proyección intenté olvidarme de esas películas, pero no lo logré, y me supo mal. He perdido al Depp actor y se me ha quedado grabado el Depp fantoche. No sé qué deberá hacer este hombre para sacarme de este hechizo. Desde luego, no es Los diarios del ron. La impaciencia me corroe.

Una hoja en blanco es el vértigo de los que escriben. Lo único peor que no tener nada que decir, es no saber cómo decirlo. Sin embargo, no todo el que usa la pluma lo hace para el lector o el público. Hay quienes ofertan su talento -y no son pocos- al mejor postor y, algunos, con tanta asiduidad que ya no son conscientes de estar prostituyéndose. Se conoce como proceso de normalización.

Cierto que la película no se muestra firme en muchos aspectos, pero la historia se sostiene, a los personajes se les coge cariño, nos llegamos a reir con alguna de sus secuencias cómicas -no todas- e incluso uno llega a sentirse a gusto en su cochambroso salón bebiendo ron barato. Acabas apostando, como lo hacen ellos, por su precariedad ante la avaricia del capital, los negocios y los paraísos fiscales. El guión concede alguna oportunidad y, entre trago y trago, alcanzamos el final, sobre todo por el empeño de Michael Rispoli y su complicidad con Depp.

No sé... he visto otras películas sobre las santificadas corporaciones de prensa y comunicación, designadas como baluarte de la democracia, la libertad, la verdad, el pluralismo, bla, bla, bla y esta cinta me parece mucho más significativa, aguda y acertada, sin atribuir tanta gloria ni grandeza en la tarea y alejada de la autoproclama. Lo hace hasta con gracia e ironía, otorgando el mérito a tres personajes ordinarios y apartados del estereotipo de los ejemplares, nobles, adecuados, respetables... periodistas.