Lolita

La vida de Humbert Humbert, viudo, reservado y docto profesor de universidad con una existencia presumiblemente monótona podría haber seguido un curso normal si no hubiera decidido visitar la casa de la señora Haze para buscar alojamiento en Ramsdale, New Hampshire. Por fortuna o por desgracia, la hija de la señora Haze resulta ser una ninfa pre-adolescente de bucles dorados y atrayente figura, algo que podemos ver reflejado en la expresión de la cara de Humbert al observarla por vez primera en el jardín de su casa. Una visión que despierta en el profesor sensaciones contradictorias. Comenzará entonces una ardua lucha interior entre el condicionamiento social que le inhibe de lanzarse hacia ella y la inevitable atracción que aún así consigue esconder a duras penas.

El maestro Kubrick se desliza con soltura por una historia sobre la obsesión sexual y cómo ésta puede derivarse en otros desórdenes, que acabarán por mermar psicológicamente la amueblada cabeza de un hombre cultivado, consciente de la aberración social que suponen sus pensamientos libidinosos; un tabú que intenta evitar auto-proclamándose nueva figura paterna de la joven, aunque el espectador percibe una mirada en los ojos del profesor distinta de la que un padre dedicaría a su hija.

La siempre difícil combinación de géneros se ejecuta en Lolita con magistral armonía, añadiendo detalles cómicos a una auténtica tragedia (incluso con un guiño a la "Slapstick comedy"), conformando un film sólido y equilibrado. Una adaptación cinematográfica muy personal, como lo eran todos los trabajos de Kubrick, y en definitiva, un cuento sin moraleja alguna ya que todo deriva de lo fortuito hasta converger en lo ineludible y nefasto.

No hay más que leer la primera página de la novela de Nabokov para hacerse una idea de todo lo que puede perderse al pasar las palabras a imágenes. Una cámara no ama como lo hace un ser humano. Y por preciosa que esté Sue Lyon, siempre habrá un algo de subjetividad y de idealización en la percepción amorosa que no pueda traducirse a imágenes. En la novela, un pedófilo describe a su amada con una ternura conmovedora. Esa es la magia del libro, y la que no puede alcanzar Kubrick. Porque Kubrick mira a través de un cristal que no siente, que es impasible y frío. De ahí la mayor limitación de la adaptación cinematográfica de la Lolita de Nabokov. Y eso que Kubrick lo hace todo lo bien que se podría haber hecho. Todo lo bien. Por eso, me quedo con un buen sabor de boca (interpretaciones, fotografía, diálogos...). No me ha decepcionado en absoluto. De hecho, recomiendo la película. Pero antes el libro.

Me reconozco como un fan de casi todas las películas de Kubrick y ésta no es una excepción. A pesar de diferir en algunos aspectos con la novela en la que se basa, los cambios, al igual que sucede con la naranja mecánica, la hacen mejor al menos desde el punto de vista de su adaptación como obra cinematográfica. Además el guión es del propio Nabokov. La película nos presenta al personaje de Lolita que ha trascendido a la cultura popular y que ya genéricamente se aplica a atractivas adolescentes en cuanto a su edad pero mujeres en cuanto al físico. Sin embargo el áuténtico protagonista de la película es el profesor ( un pletórico James Mason ) que se ve atrapado por los encantos de la joven, pero que se nos aparece como un personaje retorcido y egoísta al que no le importa el daño que pueda causar con tal de satisfacer sus fantasías referentes a su hijastra.
Como en toda película de Kubrick se observa un afán de perfeccionismo que convierte la película en un deleite visual donde cada plano está estudiado al milímetro, no se busca el morbo gratuito al que el tema se presta y los actores dan lo mejor de si mismos (destacar al genial Peter Sellers).
Su única pega puede ser quizás su duración de casi dos horas y media, pero en mi opinión valen la pena.

Kubrick arriesgó por primera vez y adaptó la genial novela del escritor ruso, Lolita, un personaje que ha pasado a la historia y de eso también se encargó Kubrick.
Kubrick demostró con esta adaptación que su cine es un reflejo de su personalidad, una personalidad atrevida y diferente, arriesgada y dedicada al séptimo arte.
La película es genial y sabe adaptar y llevar a la pantalla la genialidad del escritor.

Esta película es un reflejo del gran dominio de Kubrick de la cámara y de como saber dominar sin problema la técnica del cine que se llevaba por aquellos años, todavía Kubrick no había asentado las bases que caracterizarán su cine, esto no quiere decir que Lolita sea una película de mala calidad o que no sea Kubrick, para nada, Lolita es un clásico y una obra genial pero no es el Kubrick maduro de su cine posterior.

Ese Kubrick, genial desde el principio pero que demuestra su madurez a lo largo de sus años tal como queda reflejado en su cine.

Lolita es la historia enfermiza de tres personas, dos hombres y una joven criatura que se encarga de volver loca a todo hombre que le rodea.
Es la arriesgada historia que cuenta Kubrick, una historia en donde no se ve nada en absoluto pero en donde la imaginación y perversión del hombre se encarga de realizar su tarea, así somos.

Lolita retrata a una sociedad obsesionada por el sexo, cada personaje quiere follar y todo lo tapan con el amor pero solamente quieren follar. ¿Es enfermizo desear a una criatura joven?, eso es lo que plantea Kubrick, pues no se que decir, yo tengo mi opinión y eso no importa aquí pero en la película no se sabe quien es el más perverso, si la niña o los adultos.

La mente de esta niña es perversa pero todo se entiende cuando se ve a la madre, todo encaja en el comportamiento de la niña, Kubrick no solamente hace una historia genial y bien llevada sino que sabe realizar un genial retrato psicológico de los personajes para que todo encaje y todo tenga sentido, de ahí la magistralidad de la película.

No es de las películas que más me gusten de Kubrick pero se ve muy bien y me gusta ver su perfeccionismo, al mismo tiempo que va creando su estilo propio.

Son casi 40 años y esta película desarrolla un argumento que jamás se ha vuelto a repetir por su intensidad, una historia que despierta los instintos por los que todos hemos pasado o estamos pasando, puede que no con una ahijada, pero si con alguien cuya relación es altamente amoral, pero que sin embargo no se puede frenar, un drama que engancha porque tiene un alto contenido intrigante, mucho más importante que el erótico, de hecho en este sentido destaca la morbosidad de la duda de lo que hacían en su intimidad.

Un choque generacional entre ambos, es cine negro, pero nunca la mujer fatal era un imposible de tal magnitud para una sociedad mucho menos liberal, un veneno inyectado en el protagonista por una joven que representa esa banda sonora que lleva a bailar con el diablo, luego métodos de conspiración para ejecutar o para evitar, el destino como siempre jugando malas pasadas, la ausencia de solución posible o de huida hacia la libertad solitaria y una relación dinámica, un paralelismo entre ser poseído por la madre y ser posesivo, cada vez con mayor gravedad, con la hija, todo un desarrollo que se muestra a través de la educacón y la psicología de la chica, una película de una talla incuestionable, resuelta con lógica.