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La diligencia

Western Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
5 de febrero de 2010
35 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Western es uno de mis géneros favoritos, y "La diligencia" es, en mi modesta opinión una de las dos o tres películas más sobrevaloradas de la historia. Cuando veo los grandes westerns de Hawks, Mann, Leone, Peckinpah, Eastwood, Boetticher... tengo la sensación de estar viendo algo fabuloso. Pero con esta película, que ha envejecido peor que una manzana, me parece estar viendo algo aburridísimo e infumable. Que no se me enfade nadie, simplemente es la modesta opinión de alguien que ama el cine.
Rupert Pupkin
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28 de septiembre de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una película de personajes, todos bastante bien dibujados, donde se nos enseña que las cosas no son como parecen. Ese banquero respetable que al final resulta que no merecía serlo, ese caballero que resulta ser hipócrita comportándose como caballero en algunas situaciones y en otras no, ese médico borracho que a pesar del problema con la bebida resulta ser buena persona y ayuda cuando se le necesita, y ese presidiario y esa prostituta que deberían ser lo más bajo de la sociedad resultan mejores que cualquier personaje de la película. El film está lleno de pequeños detalles que reflejan la condición humana de manera muy natural y que enriquecen mucho la película: la venganza, las diferencias de clases sociales, el interés, el no saber decir que no, la cobardía... En las interpretaciones destaca el tema de las miradas, perfectamente comprensible ya que John Ford había dirigido muchos westerns mudos y, claro, en ese tipo de cine lo importante no es como se habla, sino la expresividad de los rostros y las miradas, lo que hereda esta película. Es una película bastante rica y compleja, aunque el defecto que tiene es que no te termina de llegar, no hace que te metas de lleno en la historia, despierta el interés pero no termina de llegar al espectador, o al menos a mí no. de todos modos es una muy buena película, un gran clásico del western y del cine en general.
moray33
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28 de enero de 2008
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando preguntaron a John Ford por qué a los guerreros indios que persiguen incansablemente esa diligencia a lo largo de toda su película nunca se les ocurre disparar a los caballos respondió con ironía: ”En ese caso no habría habido película” . La respuesta resume, en mi opinión, ”La Diligencia”y buena parte del cine de Ford.

Los perseguidores de la diligencia son lo de menos. El hecho mismo de la persecución no importa demasiado, salvo como excusa para plantear el auténtico tema de la historia,y límite dentro del cual concentrar la mirada de la cámara sobre lo verdaderamente importante: el mundo interior de cada pasajero de la diligencia y las relaciones que se establecen entre ellos, el drama de un grupo humano llevado a una situación límite que obliga a cada uno de sus miembros a enfentarse a lo mejor , y lo peor, de sí mismo.

¿Metáfora de una humanidad condenada a huir de sí misma? Hum…. Ford, frunciría el ceño, cambiaría de tema y haría algún chiste. Al huraño genio irlandés no le gustaba la grandilocuencia. Lo que resulta evidente es que una historia que podria haber sido un canto monocorde y con clara vocacion interclasista a la capacidad de superación del ser humano en abstracto, de la mano de Ford y su guionista favorito de la época –Dudley Nichols- se puebla inesperadamente de disonancias y dinamita.

En el mundo de esa diligencia asediada en la que Ford y Nichols deciden encerrar a sus personajes, los ”parias de la tierra”, los excluidos (se diría hoy), los mal vistos socialmente e incluso los fuera de la ley se redimen en la lucha, convirtiendose en heroes; mientras, los ricos (el banquero que roba las nóminas de los obreros, la dama de alta sociedad racista y llena de prejuicios) arrastran por el fango de la avaricia, la pusilanimidad y la estulticia su supuesta superioridad social. Peculiar visión fordiana de la lucha de clases.

¿Metáfora al menos de la sociedad estadounidense en crisis de los años 30 del siglo XX en la que vive el director y en la que filma, en 1939, su película? Ford quizá frunciese otra vez el ceño. El asunto es que la dinamita artística de ”La Diligencia” hace llegar su onda expansiva hasta este capitalismo global en la cuerda floja financiera de principios de 2008.

Partiendo de uno de esos temas que le gustan e interesan, y con una historia contenida como pocas, que ayuda a que la cámara capte la esencia de lo que se quiere decir y no se distraiga en divagaciones superfluas, Ford compone una magnífica película, considerada modesta en su momento y a la que hoy pocos discuten su condición de obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LibertyVallance
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10 de abril de 2021
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Diligencia (1939)

En 1988 John Kobal, a partir de encuestas a casi cien críticos de cine, publicaba un libro de referencia titulado “las 100 mejores películas”. En él hallamos tres films de John Ford, uno de ellos es, en el puesto 22º, La diligencia (Stagecoach, 1939). Una obra maestra adorada por Orson Welles que contempló obsesivamente antes de dirigir su genial Citizen Kane (1941). De ella salen por ejemplo los juegos visuales con los falsos techos para generar profundidad de campo, que Welles acrecentó con ópticas de gran angular para las cámaras.

El origen del guion de Dudley Nichols y Ben Hetch está en el cuento Stage To Lordburg de Ernest Haycox, publicado por la revista Collier's en abril del 1937, una obra que a su vez deriva del cuento “Boule de Suif” de Guy de Maupassant (1988) donde diez dispares personajes, prostituta incluida, montan en una diligencia para dirigirse, en tiempos de la guerra, a El Havre.

A La diligencia se le concede el mérito de ser el primer western moderno, sonoro. Sin duda un filme mítico y de culto, donde inaugura los escenarios de Monument Valley y estrena al actor John Wayne.

El filme fue un gran éxito de público. Es bien conocida esa facilidad del cine norteamericano para aproximarse al espectador de forma directa, emocional, casi instintiva y seducirlo, a menudo con un final feliz.
Un lenguaje cinematográfico destinado a llegar al máximo número de personas debe incluir muchos tópicos, pocas reflexiones, acción y un lugar para el afecto hacia los personajes…

Debo confesar que mi último visionado, a pesar de su humanidad, me ha decepcionado. Hay films que por su intemporalidad (La pasión de Juana de Arco, 1928) parecen inmunes al paso del tiempo, o que por su historia (Vivir, 1952) mantienen el interés… pero la Diligencia a mis ojos ha envejecido y ello es porque los tiempos cambian y los tópicos se pierden como si fueran modas. Detrás no queda nada importante: Mito y afecto.

Su música no ha soportado bien el paso del tiempo y los efectos visuales de la diligencia con esa ilusión del estatismo en movimiento, rodando las escenas en un decorado del interior de la diligencia redimensionada por cuyas ventanas se deja traslucir el paisaje del Monument Valley tampoco funciona bien. El intento de conjunción del interior con el paisaje rompe la ficción. No resulta verosímil por el uso de una técnica superada. Finalmente el duelo, como tantos otros, alarga el tiempo en exceso, y cuando se disparan es ya el momento en que los rivales entrarían en contacto físico.

Como muchos films, a pesar de la sensibilidad de John Ford, refleja una sociedad de hombres, patriarcal, con una visión de la mujer como 'costilla de adán' (cabareteras, prostitutas…). François Truffaut, algo molesto, escribió una crítica sobre la consideración de la mujer en los films de Ford.
Pero no se trata solo de la mujer, sino también de los animales, en concreto del maltrato a los caballos, a los que les tiran piedras para que naden o corran más rápido.

Si ello sorprende, cabe citar también que justo en la última escena rodada, la más compleja y difícil del film, es decir, en el ataque de los apaches a la diligencia, John Ford encontró la máxima dificultad en resolver visualmente las caídas de los caballos. Como la habilidad de los jinetes especialistas no bastaba para conseguir la necesaria credibilidad, la espectacularidad se obtuvo mediante una técnica que consiste en tender cables de acero para que los caballos tropiecen y caigan de verdad. Una técnica muy lesiva que John Ford no volvería a utilizar nunca más.
Ese maltrato animal -el visto y el oculto- me ha sorprendido y perturbado.

Otro valor erróneo, a mi entender, lo he hallado en lo que llamaría la propensión e incitación al alcoholismo y su aceptación social.


El contenido de fondo, a pesar de la complejidad de los personajes y ciertas sutilezas, entiendo, es en resumen bastante simplista: hay buenos y hay malos. Aunque no exactamente los de siempre.

Ellsworth Henry Gatewood (Berton Churchill) el banquero ladrón es malo, los indios apaches (armados con rifles por los blancos), capitaneados por Gerónimo, son malos, los hermanos Plummer, que esperan a Ringo en Lordsburg para matarlo, son malos y también son malas las señoras de la Liga de la Decencia que expulsan de la ciudad a la prostituta Dallas (Claire Trevor)...

Son buenos los del séptimo de caballería que salvan la diligencia del ataque indio. Lo serán, desde ese momento, durante muchos años. Ford incluye entre los buenos a los marginados o excluidos como el alcohólico doctor Boone, que se torna valeroso (Thomas Mitchell), la prostituta Dallas (Claire Trevor) que se redime, o el propio héroe, el presidiario vengador Johnny Ringo (John Wayne) que se libera tras la venganza.

El tema de la venganza, pero, como impulso emocional que atrapa al espectador, con el paso de los años me resulta un recurso vulgar. La venganza es contraria a la maleabilidad y comprensión humana que John Ford nos presenta en muchos de los pasajeros de la Diligencia, La venganza es intransigente, cómo aquello que, contradictoriamente, condena en su film.

Para terminar, este western, como tantos, otros ayuda al mito histórico de la creación de la nación (EEUU), que hoy más bien podemos entender como un timo histórico (parecido al de una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra) bajo el que se esconde la limpieza étnica y la eliminación de los indios junto a la extinción de millones de búfalos. Un forma de enaltecimiento de la invasión blanca que en Europa hoy en día no todos admiran y mitifican.
Andrej Kar Ray
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21 de febrero de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno puede hacer historia ficción y preguntarse por cómo habría sido el genero del western sin "La diligencia" Es imposible no ver que esta película sentó las bases de las principales características del genero. Personajes siempre geniales, bien dibujados, toques de humor, muchas veces humor negro, grandes diálogos y espectaculares escenas de acción. Han pasado casi 90 años entre "La diligencia" y el último western con el que Tarantino homenajeaba a esta película "Los ocho odiosos" pero todas esas características del género siguen inmutables.
John Wayne nació para ser vaquero y John Ford para dominar la fotografía y filmar escenas de acción formidables. El ataque de los indios a la diligencia dura 10, quizá 12 minutos, pero si nos ponemos en 1939, la gente que fuera al cine a verla, debió flipar tanto como nosotros cuando vimos por primera vez el 3D.

Se le puede acusar de cierta crueldad,presentando a los indios como los malos, asesinos de bebés y mujeres, pero, Estados Unidos, reciente aún la conquista del Oeste, no estaba preparada para hacer autocrítica. Cuando sí lo estuvo, Ford se sacaría la espina en películas como "Centauros del desierto"
Rufus T Firefly
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