La decisión más difícil

El siempre irregular hijo de John Cassavetes, Nick, director de “John Q.” (2002) y “El Diario de Noa” (2004), se dispuso a poner de nuevo el dedo en la llaga en una historia que plantea el serio debate en los límites de la cooperación familiar, digámoslo así, en situaciones en que alguno de sus miembros lo requiere.

Los Fitzgerald podrían ser un modelo familiar a seguir: unidos, felices y cuya situación económica no preocupa. El problema es que su hija mayor Kate (Sofia Vassilieva) padece de leucemia. Sara, la madre, (atención a una desmejorada Cameron Díaz) está dispuesta a hacer lo posible para que su recuperación de Kate se ponga en marcha. Pero el eje de la discordia se produce cuando la hija pequeña, Anne (Abigail Breslin, que alteraba y ponía de paqtas arriba otro ritmo de vida familiar en “Pequeña Miss Sunshine” (Little Miss Sunshine, 2006)) se enfrenta la dilema de que fue concebida como donante, para salvar en su momento a su hermana mayor. Por eso decide contratar a un célebre abogado (Alec Bladwin) para llevar su causa a juicio. El litigio familiar no ha hecho más que empezar a pesar de que harán todo lo posible para que Kate intente hacer una vida normal.

Nick Cassavetes volvió a rodar un telefilme para el cine y como cineasta, aunque irregular,, volvió a añadir una guinda de personajes y reformuló lo que podía acabar siendo un mero producto televisivo para cualquiera en una emocionante historia adecuada a la lagrimita lo que la hace más interesante de lo que se prevé. Como largometraje para verlo un sábado tarde es ideal para matar el aburrimiento si uno no es capaz de ver películas del montón. Pero sensibles de corazón, preparen el pañuelo, por si acaso.

Resulta muy complicado hacer una crítica únicamente artística cuando lo que de verdad se expone en esta historia es un problema de fondo mucho más complejo. Se pueden hacer variadas lecturas de esta película, cada uno extraerá la que más le interese, por eso recomiendo el visionado de esta cinta. De hecho, pienso que el tema que aquí se trata debería dar lugar a un enconado debate social en el que participaran expertos en cada materia. El asunto no es fácil, aparte de peliagudo. De fondo está el eterno lema de la medicina, "salvar la vida". De entrada, esto ya es una idiotez, la vida no se salva, solo se prolonga. La vida nos es dada de forma gratuita, por tanto, no tenemos derechos adquiridos sobre ella, no es propiedad. La medicina debe estar para mejorar la calidad de vida, no para "salvar", concepto intrínsicamente incoherente.

El realizador Nick Cassaetes se mueve un tema controvertido. El de la clonación humana. Al menos en lo que se refiere en su planteamiento inicial (que luego, bien entrado el metraje dará un giro argumental que intenta ser sorprendente aunque es algo previsible): Anne (Abigail Breslin) es una niña "prefabricada" concebida para poder salvar a su hermana Kate (Sofia Vassilieva) aquejada de una cruel enfermedad, que decide denunciar a sus padres (interpretados por Cameron Díaz y Jason Patric) para evitar seguir teniendo que dar más sangre, tejidos e incluso órganos, y poder disponer de su cuerpo.

Esta decisión, que puede parecer egoísta se va matizando, al ir cambiando continuamente el punto de vista de forma que que Cassavetes nos ofrece una visión de conjunto, a base de un "collage" desordenado que avanza y retrocede, parecido al album de fotos que tiene Kate. De esa forma, podemos ver de forma clara las posturas de unos y otros. En especial destaca la fuerza de la madre, dispuesta a hacer lo que sea necesario para salvar la vida de su hija. Lo malo es que esa postura fuerte no está exenta de conflictos. En concreto con la parte más masculina de la familia, Brian, el marido quien pese a interiorizar el sufrimiento, adopta una postura más pasiva, algo que también afecta al hijo mayor de la familia, totalmente relegado por los acontecimientos. El punto de vista externo lo pone el abogado que lleva el caso de Anne (interpretado por Alec Baldwin), la hermana de sara (Joan Cusak) y la juez que lleva el caso.

El planteamiento de Cassavetes resulta interesante, así como la forma de contarlo, con saltos hacia delante y hacia atrás en el tiempo, de forma desordenda, como si fuera una rememoración de recuerdos. Sin embargo, al realizador le pierde la excesiva carga sentimental que quiere imprimir a sus imágenes, llegando incluso a cierta manipulación, que se acaba destapando hacia el último tercio del film. No cabe duda que se trata de un film que ataca directamente al lacrimal del espectador y quizás ahí radica uno de los peros del mismo puesto que hay algo de trampa en lo que plantea.

Respecto del reparto, hay que destacar la voluntariosa (aunque algo exagerada) interpretación de Cameron Díaz, aunque superada por la contención de Jason Patrick. Sin embargo, nota más alta es para los secundarios Abigail Breslin va camino a niña prodigio, mientras que Alec Baldwin aporta presencia y acapara la atención de la cámara cuando aparece en escena.

En definitiva, Cassavetes ha sabido sacar partido de un tema de actualidad, controvertido, y mezclarlo en un caso que podría ser real, que habla de cómo una enfermedad grave puede afectar a una familia "tipo" al completo. En la visión de conjunto del problema está uno de los aciertos de un film que hubiera sido mejor sino hubiese tirado por el camino de la manipulación y el exceso de sentimentalismo en busca de la lágrima fácil.

Me gustó la película, especialmente Abigail Breslin, las actuaciones son correctas nada descollantes, pero la película tenía una buena idea... hasta la mitad de la película era mas que buena, pero llega a tal punto que no me llegó a conmover y para ser drama necesita eso: conmover: Lo malo de esta película es que llega a ser muy ñoña (extremadamente cursi), como que busca la lágrima fácil, mucho sufrimiento (pero que no es bien llevado). Cameron Diaz en este papel no me gustó... es solo que no la vi como "madre", su papel no fue creíble; como espectador no me convenció.
Era una gran idea y se que pudo dar mucho mas... pero la historia en sí no llega a ser muy creíble que digamos.

Gran película que te saca la lágrima a la fuerza desde el comienzo hasta el final sin saber que va a pasar... Ese suspense (el cual te hace tener el corazón en un puño durante todo el film y en el otro un pañuelo porque cuesta mucho reprimirse a las lagrimas) solo está al alcance de pocas películas y solo es digno de películas como esta. Gran trabajo el del guionista, él es el que te pone los pelos de punta con esos ingeniosos diálogos, esas frases que le dice una persona a otra que te saca la lágrima al segundo de escucharla.