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El año que vivimos en peligro

Drama. Romance Yakarta, año 1965. Al inexperto reportero australiano Guy Hamilton (Mel Gibson) se le presenta la oportunidad de su vida cuando lo mandan como enviado especial a Indonesia. En el turbulento escenario de la insurrección comunista contra el presidente Sukarno, conoce a Billy Kwan (Linda Hunt), un enigmático fotógrafo, y a Jill Bryant (Sigourney Weaver), una atractiva mujer que trabaja en la embajada inglesa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
5 de septiembre de 2007
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente estamos ante una película con un planteamiento francamente interesante, en un escenario de alta tensión y con unos personajes de potencialidades ilimitadas. Pues bien, todo queda a medio camino.

El planteamiento, la figura del corresponsal en zona de conflicto, interesante y con muy buenos ejemplos cinematográficos aquí practicamente no se desarrolla, hay un desarrollo de los personajes poco elaborado, sin desarrollo, que sortean con facilidad todas las complicaciones.

Respecto al escenario, la situación de Indonesia y su estado de tensión no creo que se vean reflejados en su justa medida con la intensidad dramática suficiente.

Tampoco me han gustado nunca las historias donde un Pepito Grillo omnipresente controla el destino de todo y siente cátedra de todo, para acabar dando la vueltta a su discurso en 30 segundos de película.

Creo que se trata de una historia muy poderosa. que creo que se quedan a medias, y que no está narrada con la suficiente intensidad ni con la profundidad dramática que requería. En cualquier caso, si que admito cierto estilo en el film, algún muy buen momento (esa música, ese coche, ese beso,...), y en el que tanto el arranque del film como su final me parecen de buen nivel.

Respecto al reparto, Linda Hunt no me impresiona, da la sensación de que lo único que se ha querido es hacer un alarde de ambiguedad sin necesidad para el lucimiento del act@r. Sigourney correcta sin mas, se trata mas de una presencia que una interpretación. Mel Gibson (que no es de mi predilección) está correcto, aunque con esa falta de expresividad que 24 años después aun no ha corregido.

En cualquier caso, una línea final de benevolencia, ya que a pesar de lo dicho, este es un tipo de cine necesario, comprometido y que me gustaría ver con mas asiduidad en las pantallas.


Pd: Conocia la banda sonora, pero no pensaba que fuera de Maurice Jarre, la verdad es que parece Vangelis
zymu
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28 de septiembre de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me atrajo sobremanera el título de esta película, no sabría decir exactamente porqué. Tal vez el atractivo de la peligrosidad que tiene tanto que ver con las descargas de adrenalina, con vivir al límite, con la juventud....me haga recordar con nostalgia mi propio año 1983, en el que ví estrenarse la historia, compendio de géneros, del australiano Peter Weir.

Con la excusa de los movimientos sociales y políticos en la Indonesia de los últimos días de Sukarno y los primeros movimientos y trapicheos del general Suharto (no olvidemos que luchó contra el colonialismo holandés para apoyarse en la CIA cuando decidió dar el golpe de estado militar y genocida que le mantuvo en el poder más de treinta años), el director, aún bajo pabellón oceánico, nos dibuja la manipulación mediática y el escarnio que se hace de la verdad cuando los intereses del mundo rico están en peligro.
En esta situación pre-bélica, de revoluciones y "manus militaris" surge la pasión entre una funcionaria de la embajada inglesa y un cándido periodista australiano, dispuesto a perder la inocencia y pasarse por el forro cualquier mínimo principio con tal de triunfar y conseguir una exclusiva.
El contraste de los "amigos de los cocktails" con el idealismo del fotógrafo nativo Billy Kwan (Linda Hunt), marca el escenario salvaje donde actúan los depredadores, los buitres, el pueblo y los incorregibles luchadores por un mundo mejor. ¿A que no acertáis quienes sirven de pasto a las fieras?.
Sinhué
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20 de noviembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años vi esta excelente película y guardaba un buen recuerdo. Al volver a verla, reconozco que me ha gustado todavía más. Una trama compleja, muy bien realizada e interpretada, en la que se entrecruzan elementos de denuncia social, ideología política, conveniencias profesionales e institucionales, en un entorno presidido por las convulsiones propias de un clima de pre-guerra civil. Y sobre todo, un triángulo sentimental intenso donde confluyen los genuinos valores del amor y la amistad.
La tensión dramática va creciendo de forma paulatina, y al final se resuelve en una pregunta recurrente, nada más y nada menos que el dilema moral por excelencia: ¿Qué debemos hacer?
De la banda sonora, destacaría los fragmentos de las canciones "Septiembre" y "Yendo a dormir", compuestas por Richard Strauss sobre sendos poemas de Hermann Hesse, pertenecientes al "lieder" titulado "Cuatro últimas canciones", la última obra del gran compositor alemán.
José Ido
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10 de junio de 2007
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta esta película, a pesar de durar casi dos horas, siempre que la veo se me hace corta. Para mí, Mel Gibson está increiblemente bien en todos los sentidos, está guapísimo como nunca y Sigourney Weaver es una pedazo de actriz, me encanta, la historia entre ambos es natural y está bien contada. Linda Hunt se merece el oscar sín duda por su papel, me enterneció.

Hay que verla, reflejaba la realidad de un país como Indonesia que de otra manera nos sería imposible conocer.
TESS
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8 de enero de 2010
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson interpreta a Guy Hamilton, un corresponsal de la emisora de radio australiana ABS en Indonesia que a su llegada al país, en un momento agitado de revueltas entre militares y comunistas, se encuentra desmarcado en su papel profesional. Ayudado por Billy (Linda Hunt) un fotógrafo nativo, conocerá los verdaderos problemas que se suceden en las calles de Yakarta; miseria, hambre, pobreza, etc… A la vez que flirteará con la despreocupada comunidad extranjera establecida allí. Especialmente tendrá que enfrentarse con otros compañeros de profesión, el americano Pete Curtis (Michael Murphy) a la búsqueda de la noticia más veraz, así como al orgullo del Coronel Henderson (Bill Kerr) y otros miembros de la Embajada Británica que soportan las manifestaciones, toques de queda y pólvora en el marco del delicado gobierno de Achmed Sukarno (Mike Emperio), padre de la patria indonesia en que vivió sus últimos años de vida política en la étapa en que el film de Weir se ambienta. Guy también quedará prendado de la atractiva Jill Bryant (Sigourney Weaver), secretaria de Henderson, que le quedan los días contados para regresar a Londres mientras que los comunistas del PKI empiezan, mediante Kumar (Bembol Roco) otro ayudante de Guy, a alzarse en armas que darán lugar a un Golpe de Estado con su consecuente Guerra Civil.

El choque entre culturas, tema insistente en la filmografía del director australiano que nos había deparado sorpresas tan agradables como “Picnic at Hanging Rock” y “La Última Ola”, toma forma dentro del ambiente político-social en que se arriesgó; el difícil panorama que se vivía en el asíatico archipiélago a mediados de los sesenta como episodio aparte pero a tener en cuenta frente a la guerra que se desempeñaba en Vietnam.

“El Año que Vivimos peligrosamente” apoyada por una excelente banda sonora a cargo de Maurice Jarre, fue el eslabón internacional de Peter Weir que ensancharía sus empresas a otros films ya de mátiz más hollywodiense pero sin desmarcarse de sus temas preferidos; el choque entre culturas antes mencionado y el enfrentamiento psicológico en atmósferas hostiles. Ganó el Óscar a la categoría de mejor actriz secundaria que recayó a manos de Linda Hunt. Por primera vez en su historia se galardonaba a una actriz interpretando a un hombre, el del diminuto y humanitario Billy, paradigma sexual en su personaje (lesbianismo versus heterosexual) que siente fascinación por la pareja formada por Guy y Jill.
Natxo Borràs
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