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Los inútiles

Drama Los vecinos de un pueblo de las costa adriática italiana son gentes amables y corteses que se dedican afanosamente al trabajo. Sólo cinco jóvenes rompen la armonía de la comunidad; ninguno de ellos ha trabajado nunca y ni siquiera se avergüenzan de ello. (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
20 de mayo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
137/21(19/05/20) Notable segunda realización (después de The White Sheik en 1952 y codirigiendo Variety Lights de 1951) en solitario del cineasta de Rimini, la que le dio fama internacional, adentrándose en un relato con claros tintes autobiográficos (Fellini tenía 32 años de edad, cuando rueda I vitelloni, pero se trasladó de Rímini a Roma a los 19 años. Es la propia voz de Fellini la que dice en la última escena: Adiós, Guido...), nos cuenta la vida de unos jóvenes de provincia y nos retrata su hastío y ociosidad, enmarcado en una post-guerra italiana donde hay un país sin referentes morales. Jóvenes indolentes, nihilista que no piensan en el mañana, hedonistas que viven de sus familias, enclaustrados en un pueblo sin futuro, donde el salir de allí (la estación de tren) simboliza la ilusión en un mañana esperanzador. Son cinco jóvenes que pasan los días entre fiestas, borracheras, o mujeres. Un relato que recuerda bastante a la posterior película hispana de Juan Antonio Bardem “Calle Mayor” (1956). El guion fue escrito en principio por Ennio Flaiano (“La Dolce Vita” o “Fellini 8½”) con la intención de que la historia se ambientase en Pescara, pero Fellini decidió después ambientarla en Rímini (su ciudad natal, aunque nunca se dice el nombre del lugar), si bien las escenas se rodarían en Florencia, Viterbo, Ostia y Roma (siguiendo a Alberto Sordi en su gira teatral por Italia). El director juega desde la complicidad con que varios de los actores mantengan sus propios nombres y algunas de sus características, son recuerdos del propio director: su hermano Riccardo cantaba en las fiestas locales, Leopoldo Trieste había intentado escribir para el teatro. Historia con claros tintes nostálgicos, rodada con gran cariño, con una excelente dirección de actores, donde el ingenio de Fellini se ve en el modo en que es capaz de mezclar en una misma escena humor y drama (ejemplo el momento en que un veterano actor encandila al aspirante a dramaturgo, y al final el escritor se da cuenta de que este solo pretende ‘sodomizarlo’). Se ven ya señas de sus fetiches cinéfilos como son los carnavales, proyecciones de cine, o representaciones teatrales (estos tres elementos como alegoría del artificio de nuestra vida), las playas surcadas por curas, el tonto de pueblo, el clima como elemento dramático, la infidelidad, y sobre todo su visión cínica del mundo. Fellini utiliza una voz en off para la narración que me resulta sobre-explicativa, va en contra de la fluidez narrativa, con subrayados sobre lo que ya estamos viendo, como si le faltara seguridad en lo que cuenta al director, siendo innecesaria. Film tan influyente que de él han bebido cintas como “Mean Streets” (1973), “American Graffiti” (1973), “Diner” (1982), donde se hace una radiografía de una juventud desnortada. Tuvo una nominación al Oscar al Mejor Guión Original. Fellini eligió el título de la película después de "ser llamada vitelona por una anciana que expresaba su desaprobación por una de sus bromas".

Está Fausto (Franco Fabrizi) el mujeriego, que es obligado por su severo padre a casarse de ‘penalti’, pero ni el matrimonio, ni la paternidad le hacen desistir de su lujuria (cualquier mínima mirada es darle pie a que te intente meter mano), es su sub trama es la que vertebra la película, alrededor de él se mueven el resto de amigos, como Alberto (extraordinaria fuerza de la naturaleza Alberto Sordi) con especie de síndrome de Peter Pan, niño de mama (tiene una intrahistoria con su hermana que tiene un affaire con un hombre casado), Leopoldo (muy divertido Leopoldo Trieste, sobre todo en el manejo de su estrabismo) un aspirante a escritor que sueña con la fama, Ricardo (Riccardo Fellini, hermano del director, más en un segundo plano cumple) es un inocentón, buen cantante, siempre listo para seguir a los otros de parranda, y Moraldo (lacónico pero maravilloso en el manejo de la mirada Franco Interlenghi, alter ego de Fellini), cuñado de Fausto, el único del grupo que parece tener conciencia; Son chicos inmaduros, amorales en su mayoría, no sienten culpa, ni dilemas morales por sus acciones (borracheras, robos, infidelidades, vejaciones,...).

Tiene un inicio sugerente con una toma de seguimiento durante un evento de elección de Miss Sirena 1953 en el paseo marítimo, y la voz en off nos presenta a los personajes, definiéndolos. Tras la elección de la Miss, Sandrina (gran Leonora Ruffo), la novia de Fausto, comienza una gran tormenta veraniega, símbolo del final de la estación. Todos corren a refugiarse, vemos como Alberto hace un ‘simpa’, Leopoldo desea le presenten en medio del caos a la famosa actriz que ha venido de Roma para ser jurado del certamen, la gente se arremolina para felicitar a una entusiasmada Sandrina, y esta se desvanece, un doctor la mira, Fausto observa cariacontecido y huye a su casa. Deducimos está embarazada de él, y Fausto hace la maleta para escaparse del pueblo, pero el padre que se huele la situación le hace ‘cambiar’.

Tras esto entramos en un cruce de historias en que se juntan el patetismo, el humor y el dramatismo en subtramas cargadas de melancolía, donde se entra en los juegos de las falsas apariencias, en las insinuaciones, o en las máscaras que nos ponemos a diario. Con secundarios ricos en matices, maravillosamente delineados en pocos pespuntes, desde ese recto y rígido padre de Fausto (extraordinario en las dos escenas en que pone firme a su díscolo hijo), el noble dueño de la tienda de antigüedades (impresionante la escena en que despide a Fausto), la hermana de Alberto, Olga (buena Claude Farell) que busca una salida de la prisión que para ella es el pueblo donde debe mantener a su madre y al holgazán de su hermano, o el actor de teatro sibilino manipulando a Leopoldo, sensacionales. En un metraje que se hace una loa a la amistad de la juventud.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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12 de junio de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de Fellini a todos nos vienen a la cabeza sus grandes obras maestras, La dolce vita (1960), Fellini 8 1/2 (1963) o Amarcord (1973), un cine basado en lo irreal, lo surrealista y lo onírico, que poco tiene que ver con sus inicios cinematográficos.

En esa primera etapa su cine estaba marcado más por el neorrealismo predominante en el cine italiano de postguerra, siguiendo los pasos de su maestro Rosellini, que culminó con su gran obra La Strada (1954) que se llevó el Oscar de la academia.

Pero su primera gran película, por la que se hizo conocido internacional y que muchas veces pasa desapercibida para el gran público, entre el que me incluyo, es esta genial Los inútiles (1953).

Fellini nos muestra en esta ocasión una pequeña ciudad costera italiana, donde la vida transcurre tranquila y apacible, sobre todo cuando se acaba el verano y los turistas se van, donde las personas trabajan duramente para sacar a sus familias adelante tras la dura guerra que asoló el país.

Bueno, no todos trabajan duramente, una pandilla de amigos quiere vivir sin hacer nada, disfrutando la vida al máximo a costa del esfuerzo de los demás. Fellini les llama inútiles pero yo diría que son más vagos y sinvergüenzas que otra cosa.

Además no les importa lo que piensen los demás, asumen que son unos vagos sin importar nada, eluden la responsabilidad del tiempo que les tocó vivir, de formar una familia, tener un hogar, hijos, nada les importa.

Fellini realmente no los está juzgando, simplemente relata sus aventuras a modo de recuerdo, como si fueran anécdotas personales que fuera narrando según las fuera recordando. Incluso con un carácter un poco autobiográfico, puesto que la ciudad se asemeja mucho a su natal Rimini.

Película imprescindible para los amantes del cine de Fellini que sentó las bases de su filmografía dando esas primeras pinceladas a su idea de entender y vivir el mundo del cine.
Bermu
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19 de junio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fellini disfrutó de todo el reconocimiento, tanto de la crítica como del público, durante su extensa carrera cinematográfica. Ganó los más importantes premios y el público acudía en masa a las proyecciones del genio de Rimini. Era uno de los grandes protagonistas de la cinematografía en todo el mundo.
Las productoras accedían sin dudarlo a financiar sus derroches imaginativos. Su megalomanía llegó al extremo de acompañar al título de sus películas con su propio nombre, era su marca.
Pero el Fellini que a mí me gusta es el que se adentra en el neorrealismo. El retrato de una gente desencantada con el período histórico que le ha tocado vivir.
En "Los Inútiles", su segunda película, un grupo de cinco jóvenes holgazanean por las calles de una triste ciudad de provincias en la Italia de la posguerra. Se dedican a criticar a sus vecinos, personas humildes que sólo quieren sobrevivir lo mejor posible en una época difícil. No tienen trabajo, ni lo desean, esperan serenos que la locomotora de la calamidad los extermine.
Una obra maestra.
Dimas
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20 de marzo de 2007
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un estupendo retrato de la mediocridad de la vida de unos jovenes desocupados en una ciudad de provincias. Estupendo, también, ese aroma de postguerra que despedían los años cincuenta en blanco y negro, con esas calles y plazas de Viterbo haciéndose pasar por Rímini, casi sin coches, en unos tiempos pre-inmigración masiva, pre-móviles, y pre casi todo.
Una mención especial para la excelente música de Nino Rota. Ya casi no se hacen bandas sonoras así, auténticas obras de arte en si mismas.
Decididamente prefiero a este Fellini, al que tiene un pie sólidamente enraízado en el neorrealismo y en los sentimientos humanos, que al Fellini más propiamente "felliniano", surrealista, y amanerado de tiempos posteriores.
Como detalle anecdótico, resaltar que el banco de piedra donde Moraldo conversa con el niño ferroviario, parece ser un banco mágico, pues en otras escenas aparece el mismo enclave pero sin el banco en la acera.
alex
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1 de agosto de 2012
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una historia más, un simple retrato de la vida de unos jóvenes de provincias, olvidados en un pueblo italiano, hastiados, ociosos y un tanto sinvergüenzas, una vida bien reflejada, pero que no profundiza, en la que no hay grandes acontecimientos, en la que los personajes quedan desdibujados por el tedio del ambiente que les rodea, en el que las traiciones se perdonan con demasiada facilidad para que todo siga adelante, para que la vida fluya en la misma línea incorruptible. Por desgracia, la película se contagia de esa linealidad, los puntos de inflexión son meros baches en el camino de una película con una historia plana, cuyo principio ya preludia el final, en un cine un tanto vacío. Y es que en esta cinta, Fellini no será el gran director que despuntará cintas más tardes, y es sólo en la cosmogonía barroca que empieza a germinar en su mente la que atiza las brasas y enciente el celuloide con alguna pincelada de magia. Cuéntese en su haber, la imagen del ‘tonto’ con el ángel de madera, las escenas de carnaval (que posteriormente serán un clásico), el corte de mangas a los obreros (sólo una escena sin demasiada implicación política) y sobre todo, el final, sin duda lo mejor de la obra con un toque de poesía haciendo trávellings sobre las camas de los protagonistas mientras el silbido de un tren resuella. La buena música de Nino Rota es otro de los detalles que ponen un poco de azúcar a la película, pero en general esta historia tiene demasiado tinte costumbrista y poca raíz, y aunque la dirección es firme y apropiada, no hay mucho más que hacer con un guión así, que ni si quiera llega a emocionar realmente porque sus cinco haraganes no destacan en la interpretación.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
Palomitasconchoco
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