Secretos de mujer

Una hija que la ignora, un hijo con cara de tonto, un marido viejuno, y un pasado peculiar.
La vida perfecta.

No tenía ninguna intención de ver esta película ya que me parecía que sería terriblemente aburrida, pero ayer no tenía nada que hacer por la tarde y una amiga se empeñó en que fuéramos a verla, y fuimos, y la vimos aunque en cartelera había títulos mejores, y comprobé que tenía razón, es aburrida, y ahora me pregunto porque no me puse a ordenar el armario en lugar de salir.

Es tan predecible que no hace falta ver mas que los primeros 15 minutos, no, no es que yo haya visto demasiado cine o que naciera con el don de la adivinación, lo que ocurre es que es tan tópica y tiene tantos clichés que sabes en todo momento lo que ocurrirá en la escena siguiente, igual que sabes como reaccionarán los personajes y hacia donde nos llevarán las diferentes situaciones y problemas que se presentan a lo largo de los 90 minutos que aproximadamente dura la película, 90 minutos en los que no hay ni un solo giro de guión.

Miller nos trae una película con una historia común, correcta y poco estimulante, de las que estamos hartos de ver en verano, y su único interés corre a cargo de los personajes secundarios que se van sucediendo sin mas y desaparecen para siempre a los cinco minutos de presentarlos, hubiera podido explotarlos un poco mas ya que son los secundarios quienes nos conducen a través de la vida de Pippa Lee poniendo el toque de humor y frescura que escasea durante toda la cinta. Julianne Moore y Monica Bellucci pasan en un parpadeo habiendo podido sacar mucho partido de sus papeles.

Las actuaciones principales no son especialmente brillantes, son correctas pero desganadas y en ningún, o casi ningún momento se refleja en sus caras lo que el personaje debería estar sintiendo, al llorar lloran como el que corta cebolla y por supuesto en un apartado a parte tenemos al señor Reeves que sólo sabe poner esa cara de recién levantado de la que hace gala en cada película independientemente de si es un drama, una comedia o una de acción. "Acabo de salir de la cama y todo esto me importa una mierda", eso es lo único que transmite.

De los aspectos técnicos no hay mucho que comentar, la fotografía, a cargo de Declan Quinn, es la típica de una película de verano y recuerda mucho a 'Bajo el sol de la Toscana' (Under the Tuscan Sun. 2003).

En general es una de esas películas para ver las tardes de Domingo mientras te pintas las uñas de los pies.

-La escena: La conversación entre Robin Wright y Winona Ryder en la cafetería.
"Creo que estoy teniendo una crisis nerviosa muy tranquila"

-Una observación: Julianne Moore tiene unas rodillas horrorosas

El mayor problema de La Vida Privada de Pippa Lee es su dispersión. Como la vida de la protagonista es una gran mentira, durante la primera parte de la película tratan de mentirnos también a los espectadores con una serie de secuencias sobre la vida de Pippa Lee que lo único que provocan es confusión. ¿Estamos ante una comedia absurda? ¿Ante un drama sobre intelectuales? ¿Ante un retrato de la sociedad americana de los suburbios tipo American Beauty?

No es hasta bien avanzada la película en que uno se da cuenta de lo que Rebecca Miller trata de contar. Y su mensaje es hermano de otras dos películas de este año: A Single Man y Io Sono L'amore: vivir el presente, disfrutar de los pequeños detalles de la vida, beber del día a día sin aferrarse a obligaciones que no lo son, ni a compromisos que lo único que hacen es atarnos. Y aunque La Vida Privada de Pippa Lee no alcance la profundidad y la belleza de esas otras dos cintas, el buen hacer de su reparto consigue emocionar al espectador (una vez éste se ha enterado de lo que le estaban contando).

Porque en esencia, La Vida Privada de Pippa Lee acaba siendo una película de actores, en la que estos saben exprimir lo jugoso de sus personajes, aunque no estén del todo desarrollados (sobre todo los de los hijos). Otro cantar es Keanu Reeves, tan inexpresivo y superficial como acostumbra.

Pero las breves intervenciones de Alan Arkin, Julianne Moore, Monica Belluci, Winona Ryder, Shirley Knight y Maria Bello se convierten en verdaderos espectáculos gracias a la impresionante labor de creación de personaje que ellos hacen y que arropan a Pippa Lee, Blake Lively (Gossip Girl) de joven, cuya belleza y candor traspasan la pantalla; y Robin Wrigh Penn de adulta, el verdadero alma de Pippa Lee, un papel realmente difícil, pues todo lo que dice y hace está en contra de lo que siente y desea, que la actriz resuelve de manera emotiva y certera, a la altura del talento que siempre ha tenido (Forrest Gump, Hurlyburly, Mensaje en una Botella, La Flor del Mal) y que no ha sido del todo reconocido.

Un reparto de campanillas (aunque no se le saca partido, véanse los flagrantes casos de Julianne Moore y Monica Bellucci) participa en esta película independiente dirigida por Rebecca Miller y basada en una novela propia. Varias actrices dan vida a la Pippa del título (Robin Wright Penn a la versión adulta y Blake Lively a la más juvenil, por citar sólo a los dos rostros más populares), una mujer que tras una azarosa juventud, que incluye a una madre depresiva y adicta a los fármacos (Maria Bello), encuentra la estabilidad de la mano de Herb (Alan Arkin), un hombre mucho mayor que ella.

Es una pena que Miller no sepa aprovechar su suerte de reparto, pero todavía más preocupante resulta la poca fuerza que denotan los personajes (¡acaso no corre sangre por sus venas!) o la escasa lógica de sus actos.

Casi todos los críticos han alabado, por encima de todo, la interpretación de Robin Wright Penn y no entiendo muy bien la razón. Es curioso cómo, de un tiempo a esta parte, la actriz se ha ganado el beneplácito generalizado aunque, como aquí ocurre, su trabajo no pase de correcto. Yo, desde luego, destacaría antes la fotogenia de Lively (sobre todo en sus primeras apariciones), el talento de Bello para pasar de la risa al llanto (lo que viene a demostrar cuán desaprovechada está, interpretativamente hablando) o los acertados excesos de Ryder, quien tiene a su cargo uno de los personajes más desagradables de la cinta. Cinta que contaba con los suficientes alicientes como para haber ofrecido un producto final más interesante.

Comedia dramática indie escrita y dirigida por una mujer (Rebecca Miller), protagonizada por unas inmensas Robin Wright Penn y Blake Lively dando vida a Pippa Lee (en la actualidad y juventud), una mujer casada con Herb Lee (Alan Arkin), un escritor de éxito bastante mayor que ella, cuya historia desde recién nacida hasta hoy es lo que nos cuenta la película.

Por medio de la voz en off de Pippa y a través de continuos flashback vamos conociendo su entorno vital, anhelos y aunque ella no parezca saberlo, frustraciones, más o menos como si el espectador fuera el psicoanalista encargado de descifrar sus emociones.

Plagada por un autentico "Dream Team" de excelentes actrices (además de guapísimas mujeres) como son (agárrense los machos), aparte de las anteriormente mencionadas, una María Bello, que cada película que hace la confirma como excelente intérprete, en el papel de la madre anfetamínica de Pippa, una Winona Ryder francamente divertida dentro de su desvarío, Robin Weigert (quien la haya disfrutado como Calamity Jane en la magnífica "Deadwood" la tendrá grabada a sangre y fuego) y Julianne Moore como la tía lesbiana de Pippa y su pareja y Monica Belluci como la esposa anterior de Herb y con unos correctos e interesantes Keanu Reeves, Cornelius West y Mike Binder dando vida al elenco masculino, nos encontramos con una interesante, entretenida y aguda mirada a los recovecos del alma femenina, con la que aun reconociendo que no se la puede calificar como sublime, se puede llegar a pasar un rato verdaderamente entretenido.

Mientras visionaba esta película de esta directora de ilustre apellido me ocurría una cosa extraña, quería que me contaran cualquier historia de cualquier personaje menos de Pippa Lee. Cualquiera de ellos me parecía más interesante y sentía mayor curiosidad por saber las causas que les habían llevado hasta allí que por la apática y anodina Pippa Lee.
Para mayor desinterés hacia el personaje hay dos hechos que hicieron que sintiera mayor desidia hacia la trama, por un lado el nulo parecido físico entre la Pippa joven y la adulta, por el otro, la grandísima diferencia psicológica que es salvada por la guionista con una pirueta verdaderamente poco comprensible.
A Robin Wright Penn siempre la recordaré por la película de Rob Reiner de 1987, The Princess Bride, la Princesa Prometida, y por la belleza de esos sus primeros pasos en el cine, pero desde luego no la recordaré por ser una gran actriz.
Lo contrario es lo que ocurre con Alan Arkin a quien le cuento sus apariciones por soberbias interpretaciones, ésta incluida.
Entiendo que uno quiera contar historias de personajes que no son héroes y que su cotidianeidad se parece a la del común de los mortales, pero otra cosa es que la historia que se quiere narrar sea tan carente de interés que nos estemos preguntando todavía por qué Pippa Lee merece tantos focos más allá de su curioso nombre.
No hay alma, casi no hay reflexión en esta mezcolanza de ideas que suenan a autobiográficas y que le podrán interesar a la responsable pero lo justo a quien no ha compartido sus caminos.
Por el contrario existen secundarios que son trazados con mano firme y sensibilidad, personajes en los que sus debates morales y sus decisiones parecen tener más meollo que el principal. Nos interesa, por ejemplo, saber más de un atormentado outsider como Chris Nadeau o de la inestable pero divertida Surky Sakissian.
Este es para mí un error estructural que afea una película de la que hay detalles y escenas que nos acercan a las intenciones de su guionista pero que, en términos generales, olvidaré rápidamente.