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Masters of Sex (Serie de TV)

Serie de TV. Drama Serie de TV (2013-2016). 4 temporadas. 46 episodios. Basada en un libro de Thomas Maier, la serie se centra en las figuras del ginecólogo William Masters y la psicóloga Virginia Johnson, cuyos estudios sobre la sexualidad a mediados de los 60 cambiaron el modo de ver las relaciones de pareja en la sociedad estadounidense de la época. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
20 de marzo de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que Masters of Sex me cautivó desde el primer momento, digamos que la unión de sexualidad y años 50, es una bomba. Ya al principio encontramos un montón de elementos que nos indican que estamos ante una obra de calidad: tenemos una ambientación magnífica, al puro estilo Mad Men; un elenco de actores notable, quizás el único que no me ha convencido es Nicholas D’Agosto que interpreta al dr. Ethan Haas; y un guión inteligente, muy cuidado e incisivo que, junto con una dirección llena de matices, hace de Masters of Sex la serie revelación de la temporada (con el permiso de True Detective, claro está).

http://www.dentrodelasala.com/masters-sex-quien-querria-una-gini-en-su-vida/
DentroDeLaSala
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6 de diciembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía recuerdo la fascinación que sentí al conocer los propósitos de los doctores Masters y Johnson. Con todas las de perder, ambos desafiaron a los arraigados moralistas de los años 50 y a su masculinamente divinizada comunidad científica para evidenciar la hipocresía y el silencio en el que había quedado sumido algo tan inexorable a la vida y a la propia biología como el sexo, y nadie puede poner en duda que llevaron su tarea con éxito durante su flamante y espléndida primera temporada.

Masters of Sex llegó a Showtime para no solo tumbar, sino corregir los esquemas sobre los que se han ido conformando las producciones de ficción mayoritarias, y con ello, hacer las veces de espejo en el que reflejar la incompatibilidad entre conservadurismo y evidencia. Las primeras escenas del piloto lo dejan bastante claro: el doctor William Masters, justo tras haber sido galardonado por su trabajo en el campo de la fertilidad, escucha totalmente perplejo a una prostituta hablando de cómo tuvo que fingir un orgasmo para sacarse a un cliente rápidamente. Pero espera, ¿las mujeres fingen orgasmos? Masters se empequeñece, el doctor desaparece y se convierte en alumno de un más que heterogéneo grupo de putas que le sacarán de la ignorancia en la que ha estado sumido toda su vida por no haber prestado atención ya no al cuerpo de cualquier desconocida, sino al de su propia mujer.

Firme a su compromiso profesional, el doctor Masters se ve empujado por su ignorancia a encontrar los entresijos fisiológicos del sexo, pero desde una ingenuidad privilegiada: ¿Por qué la comunidad científica no se había movido por el campo de la pulsión sexual? Los obstáculos y dificultades a las que hace frente capítulo tras capítulo junto a la doctora Virginia Johnson para sacar adelante su estudio sobre sexología le terminan demostrando que la sociedad de su época no está preparada para dejar que las verdades salgan a la luz, ni mucho menos para ver por primera vez el interior de una vagina proyectado en una pantalla.

Un guion basado en la elaboración empírica del trabajo de Masters y Johnson convirtió a los sujetos de estudio en los verdaderos protagonistas de la primera tanda de capítulos, un enfoque acertadísimo que elevó la serie al cielo de HBO. Del mismo modo, la construcción de Virginia –no exagero, creedme, cuando digo que se trata de uno de los mejores personajes femeninos que han llegado a la televisión, si no el mejor– y el calculado pero fluido abanico de tramas y secundarios hicieron de Masters of Sex todo un ejemplo de transversalidad que evidenció, de forma catártica, la obsolescencia del falo y recolocó al feminismo y a la diversidad en las agendas americanas como estándares inequívocos de calidad social y cultural.

Pero qué difícil es andar y qué fácil deshacer lo andado.

Desde el final de la primera temporada pudimos mascar la tragedia. Un claffhanger digno de ser anteclímax en cualquier comedia romántica bastó para devolver el protagonismo a los doctores en la que puede que sea una de las peores decisiones jamás tomadas por unos guionistas que evidentemente cobran demasiado. El magistral retrato del antiético y todavía vigente comportamiento supuestamente clínico con respecto a la intersexualidad fue incapaz de solventar la forma en la que William y Virginia, de la forma más egoísta posible, dejaron de lado su compromiso profesional para atender unas pasiones que habrían sido completamente compatibles con el estudio si, de nuevo, los guionistas no se hubieran empeñado en corromper los propósitos de la primera temporada para poder seguir la recurrida línea del morbo comercial.

La relación entre la prostituta Betty y su ex pareja Helen da la impresión de haber sido incrustada a la fuerza por su irrisoria duración –¿diez minutos?–. El conflicto racial entre Libby y la niñera Coral queda reducido a un problema de liendres, del mismo modo en el que su implicación con la comunidad negra termina siendo una excusa barata y desagradable para poder poner otro affaire sobre la mesa. El compromiso social que abanderó la primera temporada se convierte en una tomadura de pelo a medida que avanzan unos capítulos caóticos, incapaces de encontrar el norte.

Es una pena que algo tan prometedor como lo que en un principio fue Masters of Sex haya terminado convirtiéndose en una simple telenovela de época. El escepticismo, el empoderamiento femenino y la diversidad de un inicio que tanto escoció a los que tenía que escocer se han desvanecido para dar paso a la autocomplacencia de una audiencia que se cree comprometida por el simple hecho de presenciar un romance interracial.

Ahora, las aguas que removieron Virginia y William han vuelto a su cauce. Ahora, el sexo vuelve a ser simplemente sexo.
andrewsama
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24 de septiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es magnifica, intrépida y sobretodo muy, muy distinta, se ha ganado un lugar preferente en medio de la vorágine del Mundo Serial.

Pongo por ejemplo el quinto capítulo único, brillante, y es que la serie posee un guión genuino, maravilloso y sobretodo original. A mi modo de ver, aporta algo diferente y fresco a esta época que estamos viviendo del gran despegue de las Series de calidad, sí, algunas muy buenas y otras muchas de relleno, desde luego no es el caso de Master of Sex.

No será una pérdida de tiempo, os lo garantizo, es además, una de esas series que son mejores a medida que avanzan, capítulo a capitulo te va subyugando, ¡dadle una oportunidad a un producto distinto y de calidad!

La serie esta basada en un libro de Thomas Maier, se centra en los personajes del ginecólogo William Masters y la psicóloga Virginia Johnson, cuyos estudios sobre la sexualidad a mediados de los 60 cambiaron el modo de ver las relaciones de pareja en la sociedad estadounidense de la época.

Me encanta que ponga de relieve a la mujer y su sexualidad, esta goza durante toda la serie de un gran protagonismo, muy avanzado para la época de los años 60, enfoca el tema del sexo desde muchos puntos de vista, tanto técnico, como de relación personal o completamente desde el punto de vista experimental y científico. Es desinhibida, descarada y absolutamente deliciosa.

Una de las muchas escenas en que me hizo sonreír fue cuando el Dr. Masters esta visitando a una pareja que lleva ya un año de casados y aún no tienen hijos, él muy profesional, les pregunta sobre la postura durante el acto y le responden " dormimos cada noche juntos, tal como manda la Biblia, ¿que más debemos hacer?"
HoyRodamos
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29 de octubre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inevitable que venga a la cabeza “Mad Men” cuando uno ve “Masters of Sex”, pues cambia el mundo de la publicidad por el de un estudio sobre sexualidad pero se mantienen algunas características. La acción se desarrolla en una época similar (aquí empieza a finales de los 50 y principios de los 60, por ello la estética es muy parecida) y se mantienen las reflexiones sobre el papel de los hombres y las mujeres en aquellos tiempos. De unos hombres al cargo de la sociedad, que no sabían o no les interesaba lo que les sucedía las mujeres y de cómo las mujeres eran educadas para ser buenas esposas y madres y aquellas que no encajaban en el molde lo pasaban bastante mal.

El doctor Masters es un hombre de una psicología bastante compleja y está casado con una mujer de catálogo, rubia, guapa y hacendosa, de las que nunca dicen una palabra más alta que otra y que parecen no reaccionar a ninguno de los problemas que las acechan, incluida la lejanía emocional de su marido. La que se sale de lo común es Virginia Johnson, mujer divorciada, con dos hijos a su cargo y a la que no le asusta participar en un estudio sobre sexualidad ni teme ser considerada una libertina por hacerlo. Una pionera en un momento en el que esas cuestiones eran cosas de las que era mejor no hablar por considerarlas sucias e inmorales y que acabará atrayendo vivamente la atención de Masters. Así, ambos explorarán las características del sexo en hombres y mujeres, la excitación, el orgasmo, las disfunciones y demás respuestas corporales, llegando a conclusiones que hoy son el pan nuestro de cada día y que entonces eran prácticamente desconocidas. Todo ello mientras entre ambos se va construyendo una atracción que ninguno podrá negar, aunque a veces se disfrace de celo profesional.

Todo el reparto cumple adecuadamente con su labor, destacando especialmente una Lizzy Caplan que hasta ahora se había tenido que conformar con pequeños papeles en películas y series y que encuentra la oportunidad de lucir su potencial como esa Virginia Johnson adelantada a su tiempo. Con sencillez y sin grandes alardes, Caplan compone un personaje que acaba siendo el motor de la serie, el impulsor de las acciones de Masters y del interés de las tramas. Ella es la gran mujer tras un Masters (bien encarnado por Michael Sheen, especializado en dar vida a personajes reales, como ya hiciera con Tony Blair en “The Queen”, el periodista David Frost en “Frost contra Nixon” y el entrenador de fútbol Brian Clough en “The damned united”, aunque aquí el parecido físico con el Masters real es nulo) que responde al modelo clásico masculino de ser bastante cerrado y enigmático respecto a sus sentimientos y del que iremos descubriendo detalles poco a poco, en una suerte de inversión de papeles en la que el doctor se convertirá también en objeto de estudio.

Si algo se le puede reprochar a “Masters of Sex” es que recuerda a “Mad Men” y en la comparación sale perdiendo, porque la serie de los publicistas de la avenida Madison es una obra maestra y una memorable exploración de la psicología humana. No obstante, esta serie sobre las peripecias de Masters y Johnson tiene un indudable interés y puede resultar más accesible para aquellos a los que “Mad Men” les parezca demasiado existencialista. Si el primer capítulo consigue llamar su atención seguro que seguirán adelante con ella.
travis braddock
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12 de marzo de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces uno empieza a ver una serie por el renombre. Otras porque le atrae. Otras simplemente por complacer a la pareja que le gusta 50 Sombras de Grey.

Por suerte a veces nos llevamos sorpresas como esta serie.
Al principio era reacio, me esperaba más una telenovela en la que esperar a que el protagonista se líe con la protagonista pero nada más alejado de la realidad.

En Masters of Sex se nos presenta cómo era en aquel entonces el tema del sexo. Un tema tabú en todos los ámbitos. Hablar de sexo era algo extraño, en ocasiones vergonzoso. Desde el principio, su tono pausado, los ideales de la época chocan con la libertad de hoy día. ¿Un consolador? ¿Qué es eso? !Uy quita, que osado!
Mientras hoy día es algo más que conocido y aceptado, en aquella época era algo impensable. El sexo era cosa de hombres y las relaciones aburridas. Pero dejo ya el tema que me lío y destripo la trama, paso a los actores.

Se puede decir que la elección ha sido muy acertada. El doctor Masters (protagonista indiscutible) es una persona orgullosa, peca de un narcisismo enaltecido. Se cree con el poder de Dios. Trata a sus trabajadores de forma déspota hasta que aparece Virginia (la protagonista femenina). Ella tiene justo lo que al doctor Masters le falta: relacionarse con el mundo. No sabe cómo transmitir ni expresar las ideas. Virginia hace de enlace entre la sociedad y Masters. La relación evoluciona a través de toda la primera temporada llegando a un desenlace quizás esperado.
En medio de todo, un estudio sobre el sexo que tendrá su tira y afloja entre los participantes, con unos secundarios a la altura (mención especial para el rector de la Universidad y para Libby, la mujer de Masters). No llegarás a aburrirte en esta serie, donde todo está meticulosamente pensado, bien hilada y narrada, y que siempre te deja con ganas de más.
Antonio Juan
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