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La cordillera

Intriga. Drama En una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado, una complicada situación emocional con su hija, y por otro, ... [+]
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2017
24 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un film comercial, pero se aleja del pochoclo. Apela a grandes actores que rinden en taquilla, sin embargo apuesta por un terreno fangoso. Se zambulle en el terreno del thriller, aunque luego cambia de frente hacia otro envase. Arranca imperativa y termina al son de las preguntas. "La Cordillera", es un film que se embarra al alejarse de una formula aritmética y rendidora, apostando por un camino sinuoso, espeso y filoso. El excelente film te entrega en puerta un envase que tu seas quien lo abra, vea y analice.

Un presidente de un país latinoamericano y para más señas argentino. Yendo más en detalle, un hombre que viene de la provincia de la Pampa. Su nombre, Hernan Blanco. Aquí ya dos señales fuertes que tienen pregnancia en el film: Pampa, es decir la llanura como punto más destacado. Blanco, es decir diáfano, puro, liso.

Hernan Blanco (Ricardo Darin), es un hombre llano, monocorde, sin el corsé de personaje moldeado por la post-modernidad: no sobre-actúa, es auténtico, es un ser propio de esa argentina interminable que es la pampa, como supo decirlo Borges.

El mandatario tiene que asistir a una cumbre de presidentes del continente latinoamericano que se celebrará en Chile. Está en juego la eminencia de transformar a Brasil en un jugador que cambie el peso de la balanza política en la region. México tiene la presión de los “gringos” para que ello no se cristalice en realidad. Argentina está amarrado fuertemente a Brasil, pero como suele ocurrir, es un país que suele estar tironeado por la seducción que EE.UU. ofrece. Es decir, un debate entre lo moral y la codicia.

El film escrito por Mariano Llinas y dirigido por Santiago Mitre, se corre sin embargo de este trazo. Apuesta por salir de la zona de confort. Salta al vacío. Lo ambiguo aquí adquiere mucha fuerza. La subjetividad del espectador se verá interpelada.

La crónica ya desde el mismo arranque plantea que hay algo que en medio de la voracidad diaria no está bien. El presidente es informado de la mala nueva. Ello motoriza hacer viajar a Marina (su hija - Dolores Fonzi), a la cumbre. Allí el film se bifurca. La cinta trasviste y sale de la autopista para meterse por camino sin seguro a la vista. El recorrido cambia radicalmente de eje. Se entrelazan trama y sub-trama como dos historias divorciadas una de otra y aquí está la savia del film.

El presidente Blanco, tiene en su asistente Luisa Cordero (Erica Rivas), a su mano derecha. Ella es quien conecta al hombre y sus debilidades diarias con el el rol que tiene todo presidente. Ósea, el hombre fuerte que debe ser y parecer todo primer mandatario. Le anticipa de qué va la agenda, como es el rompecabezas del día. Lo pone en situación.

Su secretario Mariano Castex (Gerardo Romano), es el bad men de película. Su voracidad, fuerte estructura psicológica y ambiciones quedan plasmadas desde el principio al fin del film. Tanto como cuando discute con el canciller argentino en México. Vocifera como el presidente que quiso ser. Blanco, los mira en silencio. Tras ello y con un monosílabo cierra la disputa. Esa escena centrifuga como gobierna el presidente “invisible”, tal como lo califica el prestigioso periodista radial Augusto Donatti (Marcelo Longobardi).


¨La Cordillera¨, no es un título elegido al azar. Remite a la unión que es esa columna vertebral que une todo el continente. Pero el fin se corre de ese eje aristotélico (científico) y nos sumerge en una atmósfera entre socrática y platónica (preguntas e ideas). El tono filosófico del film lo envuelve como un mantra. Así los interrogantes adquieren mayor relevancia. Mitre y Llinas, sin ser sentenciosos, nos invitan a ver las diferentes capas que una persona posee, y como ellas interactúan con nosotros a diario. Las digamos o no. Seamos conscientes o no. Queramos o no. Ello ofrece sin embargo, dos temas muy concretos.

Uno es el tema del film, la maldad, que siempre esta al acecho. Ello es lo que Marina plantea sin dobleces. Ella nos representa. Es la voz de la que no tiene, ni quiere tener poder. Su ex pareja, enunciado en varios pasajes del film, tiene problemas mundanos. También ha comenzado a tener fisuras psicológicas. También es procedente de La Pampa. Y aun allí vive. Pero a medida que Blanco crece en su rol en la política internacional, este "invisible" personaje ve oscurecer su vida. Más "visible" se hace el presidente más tenebroso se pone la trama. Es como un juego de espejos en donde el accionar de uno tiene consecuencias en el otro. El tono Hitchcockiano que adquiere el film así lo denuncia. Lo sórdido y oscuro exuda con fiereza una realidad que lo atraviesa. La narración adquiere en esta gramática una cocción sólida y de notable factura.

El otro punto que "La Cordillera" vomita es la metafísica, tan en desuso en tiempos ecualizados y de fast-food. "Nadie se baña dos veces en el mismo río", dijo Heraclito. En el film de 114' nadie quedara igual una vez que se haya negociado algo con el país que juega siempre de malo, EE.UU. (al menos para países tan anti-estadounidenses, como son los sudamericanos y especialmente para Argentina).


Ricardo Darin, encarna con la solidez y carisma habitual a un mandatario uniforme. Erica Rivas ofrece una gran ductilidad y sobriedad para un personaje que transita varias aristas. Dolores Fonzi caracteriza a una personaje que combina frescura, rebeldía e incomodidad y lo hace con aplomada solvencia. Un impacto especial provoca Leonardo Franco (Presidente de Brasil), quien brinda una imponente presencia y fuerte magnetismo, dandole la solemnidad que el film necesita. No obstante hay dos actores que se comen la cancha. Gerardo Romano, como el primer ministro Mariano Castex, ofrece una actuación descollante. Poderoso, magnético y pleno de sutilezas. En tanto que Alfredo Castro, como el Dr. Desderio Garcia, le aporta un aura llena de misterio, aplomo y de dúctil elegancia que el film adquiere en el momento mas místico del film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manu
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10 de febrero de 2018
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al sentarte en una butaca de cine esperas que lo que estás a punto de ver, como mínimo, te diga algo. En el caso de La cordillera, lo pretende pero no lo consigue. La falta de trama inicial hace que el director se sienta obligado a ofrecerte tramas alternativas para justificar la totalidad del filme. En ningún caso estoy en contra de una película que ofrezca diferentes tramas dentro de la misma, pero lo que sí pido es que alguna tenga algún tipo de sentido o por lo menos que se resuelva algo.

Cuando llevas la mitad de la película pensando que estás ante una película de conflicto internacional, donde te va a sorprender con algún acontecimiento de los personajes, te cambia completamente el rumbo dejándote desamparado ante el brusco cambio para finalmente dejarte igual que antes de entrar en la sala.

Quiere decir mucho y no dice nada.
Arald
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8 de octubre de 2017
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambicioso proyecto, co-producido entre tres países, España, Argentina y Francia, cuyo realizador, Santiago Mitre había demostrado anteriormente en filmes más modestos su buena mano para contar muchas cosas serias bajo una apariencia menor.
En este caso vuelve a hacer lo mismo... pero creo honestamente que con menos calidad.
Y es que creo, o se me antoja a mi, que desea abarcar demasiados temas, aunar varios géneros en uno, y lo hace sin demasiada fortuna.
Todo tiene apariencia elegante y sofisticado y parece que poco a poco, a medida que se van dando datos al espectador, todo será más interesante. Pero ocurre que no, que pierde fuerza y hasta credibilidad.
Hay sí, varios momentos realmente conseguidos como el diálogo entre el presidente argentino y el hombre fuerte de la Administración de los EEUU (un estimable Christian Slater), que comienza hasta con humor y resulta bastante esclarecedor de las artimañas que utilizan los políticos con tal de conseguir pingües beneficios, bien económicos, bien estrictamente políticos... aunque si pueden ser los dos a la vez mejor que mejor.
Ricardo Darín, un gigante de la interpretación, está bien, pero creo que lejos de los logros a los que nos tenía ¿mal? acostumbrados hasta el momento.
En definitiva, que que no llega en mi opinión a la altura que pretendía y se queda a medio camino, por lo que muy bien pudiera incluso decepcionar. Como me ha ocurrido a mi, aunque en verdad no esperaba (no sé porqué) demasiado.

https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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3 de noviembre de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zorros dominando conductas. Aislamiento poderoso marcado por el frío. Colosos de alma oscura. La cumbre es metafórica y sus designios muy reales. Carroñeros del oportunismo. Embusteros de integridad interesada. Vínculos de efímera existencia y egoísmo ético. Ser descendencia del mismo diablo tiene consecuencias malsanas.

Mitre indaga de nuevo en el personaje. Nos invita a un juego de interpretación de miradas. Pone a prueba la desconfianza del espectador y mantiene el suspense maquiavélico del ambiente. Vuelve a enrarecer la atmósfera. Su estilo siempre ha sido ágil, ahora también elegante.

La parte familiar completa el discurso y fortalece su crítica. Pero se aleja con facilidad. El personaje de Dolores Fonzi es una curiosa alegoría ciudadana.

Otro notable trabajo del director argentino donde expone mientras el espectador interpreta.
La puerta de Tannhäuser
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21 de agosto de 2017
26 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de verla. Es verdaderamente una revelación del cine latinoamericano. Para grandes públicos. Por eso me extraña que las primeras cuatro críticas amateur hayan sido en general tan despiadadas y provenientes de usuarios argentinos.
Voy a sintetizar mi parecer en breves consideraciones: Las actuaciones son deslumbrantes, perfectas (con un cuidado casting hecho a medida). Mi parámetro para evaluarlas es siempre el mismo: si uno olvida, como es el caso, que delante suyo está Ricardo Darín (respecto del cual reconozco que gestó algunos personajes repetitivos en otras películas, pero en esta se reencuentra con la madurez), Gerardo Romano, Érica Rivas, Dolores Fonzi, etc. para verdaderamente creer que el que está en la tela es un presidente, un primer ministro, una secretaria y una hija desquiciada, etc. es que la encarnadura de las interpretaciones se ha logrado con creces. Ello ocurre con los desempeños de todo el elenco. Por eso no puedo entender cómo puede desmerecerse tan severamente el contexto general, cuando es sabido que si lo demás no funciona, no hay desempeño actoral que valga. Debe reconocerse que el cine argentino, otrora con actuaciones declamatorias y poco creíbles (incluso a cargo de grandes figuras), está dando pasos agigantados en este aspecto.
Tanto la fotografía, la música, la edición, el sonido, el guión (originalísimo), la dirección, resultan de primera calidad.
Puede ser que el film dé lugar a diversas interpretaciones y deje desconcertados a los desprevenidos que no pudieron introducirse en la trama desde el inicio.
Pero para mí es preciso, una muestra clara de cine que trasciende los localismos, un agigantamiento de las producciones argentinas (la califico "muy buena" por no ponerle "excelente" y aparecer como fanático del cine de mi país, pues me comprenden las "generales de la ley"). Para todos los que nos gusta el cine como tal, no hay nacionalidades ni fronteras. Se disfruta una de cualquier origen (aún cuando procedan de lugares sin tradición cinematográfica) cuando el producto es bueno (reconozco también que aquí ha existido una amplia coproducción que contribuyó al resultado).
Estimo que la película tiene mucho futuro, sobretodo en los festivales internacionales (espero no equivocarme) y constituye una muestra de que se pueden hacer superproducciones latinoamericanas con verdadero contenido. Bienvenida entonces esta obra que puede inaugurar una apertura a otros mercados y desmitificar la idea de que "aquí no podemos hacerlo".
AQUILANO
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