No estamos casados

Comedia de 1952 con un conjunto de rostros conocidos entre los que destaca una Marilyn Monroe preciosa y un Louis Calhern que está sembradísimo. Ambos actores son ya una pareja eterna, por otros motivos y en otra película que nada tiene que ver con esta.

«No estamos casados» parece que va a ser una chorrada de película, por puro prejuicio personal tras las desastrosas experiencias con el cine clásico, pero una vez la historia empieza a andar, cuando vemos al matrimonio Gladwyn en la radio con uno de los peores y más lamentables programas radiofónicos que podemos recordar (y por eso mismo, genial), te das cuenta de que la cosa está funcionando.

La división en historias individuales, por bloques, es un recurso malo, a mí por lo menos no termina de gustarme, pero la vida de estos matrimonios que no están casados logra su misión de hacer reír. Ahora bien, algunas historias son mejores que otras y es una lástima que no se haya aprovechado todo el potencial y la miga que tiene la vida conyugal.

Quizás han querido ser demasiado benevolentes, y ser blando está bien, pero hay tramas que pedían más mala uva, pero mala uva graciosa, como la del señor Woodruff fantaseando de lo lindo o la del matrimionio Norris y su inversión de roles. Ginger Rogers y Fred Allen tienen ese momento radio que es tronchante, pero como historia personal es la peor con diferencia. La conversación entre el militar Fisher y su superior es absolutamente hilarante, aunque esta pareja es la menos divertida aunque sí la más sentimental.

La mejor historia es sin lugar a dudas la de Zsa Zsa Gabor y Louis Calhern, el señor y la señora Melrose; es perfecta de principio a fin y repito que Calhern está soberbio, es que son veinte minutos de interpretación maestra. Por favor, vedla.

Agradable, certera y muy entretenida.

Después de una larga lista de decepciones con el llamado cine clásico, cuando menos te lo esperas, de la mano de una obra de entrada menor te llevas una agradable sorpresa. Lo que me ha llevado a pensar que a lo mejor lo de esta época no es tanto un problema cinematográfico como de saber buscar. En este caso una comedia que no optó a ningún premio ni tuvo una gran taquilla pero que es indudablemente ingeniosa, mordaz y divertida. Claro, que a lo mejor es porque su director, Edmund Goulding, era inglés y el texto en el que se basa, "If I Could Remarry" es medio europeo, a cargo de la austriaca Gina Kaus y del norteamericano Jay Dratler. Tal vez esa es la razón.

El caso es que "No estamos casados", así se titula, parte de una curiosa idea, la de una serie de matrimonios fallidos por un error burocrático, para introducirnos a un relato compuesto por varias historias, cinco, lo que es uno de sus puntos fuertes pero también su debilidad. En general me ha gusto su impronta satírica, punzante y su acertado sentido de dónde se encuentra lo cómico, y en particular me quedo sin duda con el episodio interpretado por Zsa Zsa Gabor y Louis Calhern, que está genial. Qué satisfacción, la tía asquerosa. Sin embargo, su mayor error es que casi nunca cierra bien las historias y en ocasiones deja demasiados cabos sueltos. Se la puede mejorar.