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Amador

Drama Marcela, una joven con apuros económicos, durante el verano cuida de Amador, un anciano postrado en cama, en ausencia de su familia. Los dos no tardarán en confiarse sus respectivos secretos. Un suceso inesperado deja a la chica enfrentada a un difícil dilema moral. Pero Amador y Marcela han alcanzado ya, sin saberlo, un acuerdo. Al cumplirlo, van a demostrar que la muerte no siempre es capaz de detener a la vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
18 de octubre de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
... ídea repetida varias veces durante la película y que define perfectamente su problema. Realmente León de Aranoa maneja con soltura y elegancia el lenguaje cinematográfico, y visualmente no se puede reprochar nada a Amador, pero respecto al guión he de decir (con dolor) que es de lo peor que he visto en muchos años. Para empezar, el tono produce una total desorientación en el espectador, pues arranca como cine social, continúa vacilante como película "de sentimientos" y se despeña en la comedia negra peor resuelta de los últimos tiempos; al final uno no sabe decir qué género ha visto, pues fracasa en todos. Además, los diálogos son auténticamente chanantes de puro malos, los pretendidos alivios cómicos son escasamente reídos pues no se sabe si es una gracieta o parte del drama y el reparto no resulta creible en ningún momento salvo la hija de Amador, que en mi opinión está muy natural. En resumen, naufragio tedioso en el que la inmigración es un elemento metido con calzador, Bugallo hace una aparición muy discreta y Magaly Solier está de Goya (si lo que quería transmitir es bloqueo mental) o de patíbulo (si es que no sabe actuar de otra manera).

PD: por lo que he leido en el resto de las críticas hay mucha gente que asocia las bajas notas a sujetos reaccionarios que castigan el "izquierdismo" o el compromiso social del autor, pero en mi opinión se trata de disfrazar de "ideología" el asunto de fondo: cinematográficamente hablando es una película muy floja. Los lunes al sol sí que es cine social bien construido.
Tio Penthal
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20 de octubre de 2010
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
A León de Aranoa parece habérsele acabado la gasolina. En esta historia la vida es un puzzle pero las piezas no encajan. El mal olor se cura con un ventilador, ramos de rosas y un ambipur tan hueco e inverosímil como la historia que nos vende. Y en este estado, lo cómico queda impostado y lo trágico no llega a traspasar la simple tela de la pantalla, los personajes son gente que dice cosas escritas en un guión y así, suma y sigue...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Morelli
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6 de octubre de 2010
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sostiene Fernando León de Aranoa que Amador es su película más política hasta la fecha. Pero a no ser que Zapatero o Rajoy aparecieran en el filme camuflados de inmigrantes vendiendo flores, lo que nos hemos encontrado durante el preestreno en Barcelona es un capítulo más en su filmografía de cine social. Sí, ya sé, que el tratamiento de estos temas lleva implícita la denuncia a la clase política. Sin embargo, Amador no supone ningún punto y aparte en la carrera del director. Para bien y para mal.

El mismo Jaume Roures, magnate mediático de La Sexta y productor de la cinta, manifestaba su preocupación sobre cuál será el próximo colectivo desfavorecido que tratará Fernando León en su próxima película. “Tras los parados, las prostitutas y ahora los inmigrantes, ¿qué nos queda? A lo mejor deberíamos centrarnos en los políticos”. Pues quizá sea la mejor forma para que el madrileño se desprenda de un discurso cinematográfico que, si bien es de lo más necesario y encomiable, comienza a mostrar signos de agotamiento, al menos en el apartado creativo.

La mirada de Aranoa no transmite el realismo esperado. Quiere acercarnos a una injusticia social, pero tan pronto se mueve en torno al tópico como se aleja por completo de él con algunas técnicas de edulcoración. Da voz a los que apenas tienen la oportunidad de expresarla pero lo hace con diálogos impostados, de un ingenio tan meditado que no desprende naturalidad. En su cine, la crítica social está más calculada que reflejada.

Y Amador no es la excepción. El director se esmera demasiado en recalcar la bondad de las víctimas y la maldad del sistema. En su mundo de blanco o negro, no hay lugar para los matices, y por si las imágenes no fueran suficientes, el guión se ocupa de subrayar todo aquello que ya ha quedado mascado. Es evidente que parados, prostitutas e inmigrantes ilegales conforman un inframundo que conviene mostrar, pero el mensaje posiblemente cale más hondo sin recurrir tanto a la reiteración.

Por último, sólo hace falta llegar al final de la película para acabar de entender la fórmula León de Aranoa. Como el novio de Marcela, el director conserva en la nevera las flores que han sido desechadas para luego venderlas como nuevas, rociadas con el perfume de un ambientador Ambipur. Los compradores ya sabemos, sin embargo, que tras ese olor artificial lo que a duras penas subsiste es una flor mustia y caducada, que pide a gritos un nuevo brote que contribuya a oxigenar el ambiente.
polvidal
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14 de octubre de 2010
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y si en tu moneda siempre saliera cruz? ¿Y si no tuvieras ni siquiera moneda? ¿Por ser mujer o por ser de otro país? me preguntas. ¿Y si fueran las dos cosas? ¿Y si tú casa nunca te pareciera tu casa? ¿Y si fueras a tener un hijo y no tuviera sitio en el mundo ni para su padre? ¿Y si no estuvieras sola, pero estuvieras con alguien que te hace sentir peor que eso? ¿Y si nunca has tenido nada y esperas menos todavía? ¿Y si el presente fuera una mierda y el futuro peor...? ¿Y si fuera todo junto, como le sucede a Marcela? Para algunas personas la vida es dura, imposible o un milagro. A ratos, difícil y angustiosa, casi siempre solitaria, y, definitivamente, triste. Marcela sabe de todo eso. Ni siquiera las flores con las que trata están vivas, frescas, jugosas o fragantes. Están muertas. Conservan el recuerdo de lo que fueron, el resto de su color y su belleza, pero han empezado a marchitarse hace tiempo. Como todo lo que le rodea, piensa y siente. Como si todo estuviera tan muerto como una flor muerta en la nevera. Y a Amador le sucede lo mismo.

Amador y Marcela se encuentran un verano de naufragio, y son tan frágiles y tan débiles que, ni siquiera, pueden sostenerse el uno al otro por mucho tiempo. Se sienten derrotados: una, por la vida que lleva dentro y el otro por la muerte que le acecha. Pero tienen tiempo para cruzar sus vidas, su tiempo y su espacio en el mundo. Es un cruce leve, apenas unas palabras de reconocimiento y saludo y un despedirse sin despedida. Apenas unos instantes para cambiar toda su vida. Y su muerte. Amador recoge los pedazos de la vida de Marcela y le enseña a hacer rompecabezas. A construir y a reconstruirse. A aprender a colocar las piezas que ni siquiera sabía que tenía. A escoger donde se ponen. A encontrar su sitio exacto, aunque unas se parezcan mucho a otras. Para que todo encaje donde debe estar: ya sea un puzzle, una foto, una carta de adiós o la vida entera. Amador le da a Marcela el “tiempecito”, el hogar, el consejo, la amistad, la esperanza y hasta un nombre para el hijo que va a nacer. De una manera extraña. Tal vez angustiosa y desconcertante, porque hay piezas en el rompecabezas que no sabes si son del cielo, del mar o del mismísimo infierno y se sufre al colocarlas. Muchísimo.

Preciosa película. Triste, dulce, agobiante y hermosa. Como las flores. Y terrorífica a ratos. Como la vida.
paki
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6 de febrero de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en que un guionista/realizador conseguía contar historias con su punto de originalidad, frescura y encanto en el desarrollo de las mismas, salpicadas de diálogos inteligentes, creíbles y apropiados a la historia, pero sobre todo a sus personajes. Recuerdo en particular que a nivel de guión “Barrio” realmente me sedujo, sin dejar de ser una historia más o menos ya contada, pero con su punto entrañable y sugerente en la ternura hacia sus personajes. Su famosa “Los lunes al sol” no dejó de parecerme un poco más forzada y traída por los pelos, hasta llegar a esas pobres “Princesas” donde el tópico, la vulgaridad y la sensiblería que se mira el ombligo conseguían echar por los suelos una película que sin duda iba de honesta, porque lo que no pongo en duda en el cine de Fernando León de Aranoa es que todas sus propuestas parten y siguen una honestidad auténtica.

“Amador” es una película de pocos personajes y pocos diálogos, por lo que para ser llevada adelante la historia era necesario llenar de imágenes el ambiente en se desenvuelven los personajes y así dar algo de cuerpo a una propuesta que no deja de estar vacía de contenido desde que nace hasta que finaliza.
El arranque de la película es una conseguida muestra de intenciones que dejará paso a esa larga nadería que será el futuro resultado.
En cámara fija una solitaria flor permanece en lo que parece un hosco paraje, por el que de pronto aparecerá gente corriendo y un ligero movimiento de cámara nos muestra que estamos ante un barrio periférico de lo que parece una gran ciudad. Hábilmente relaciona espacio, gente y flor para mostrar lo que será la esencia de su película. A partir de aquí todo sucede lánguida y penosamente con intervalos que bordean el ridículo.

La historia que nos cuenta “Amador” es mínima, y los motivos que llevan a la protagonista a actuar como lo hace son ridículos, pero León de Aranoa quiere crear su película con diálogos escuetos, silencios y frases rimbombantes y llenar la pantalla de trascendencia poética.
La llorosa Marcela (Magaly Solier) deambula por la pantalla con su enorme tristeza y más que actuar parece que la pobre mujer es así, el limitado personaje de Amador (Celso Bugallo) no deja de ser una excusa para que la historia tenga un motivo de ser, y desde luego no podía faltar la puta de buen corazón, Puri (Fanny de Castro), esa “princesa” para León de Aranoa, para que realice algunas de las escenas y diálogos de una suprema memez junto a Marcela, la susodicha Magaly Solier.

Hay un intento de poesía filmada en esta triste película que se diluye, como suele ser en la pretendida poesía en el cine. Hay planos de escueto pero pretencioso contenido, secuencias que quieren hacer progresar y enlazar esa poesía hasta darle sentido y frases que quieren trascender más allá de guion. En resumen un honesto pero a la larga lamentable espectáculo el que nos acaba ofreciendo Fernando León de Aranoa, que quiere pero no puede.
Manu_el_Ruiz
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