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España España · Madrid
Voto de paki:
9
Drama Marcela, una joven con apuros económicos, durante el verano cuida de Amador, un anciano postrado en cama, en ausencia de su familia. Los dos no tardarán en confiarse sus respectivos secretos. Un suceso inesperado deja a la chica enfrentada a un difícil dilema moral. Pero Amador y Marcela han alcanzado ya, sin saberlo, un acuerdo. Al cumplirlo, van a demostrar que la muerte no siempre es capaz de detener a la vida. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2010
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y si en tu moneda siempre saliera cruz? ¿Y si no tuvieras ni siquiera moneda? ¿Por ser mujer o por ser de otro país? me preguntas. ¿Y si fueran las dos cosas? ¿Y si tú casa nunca te pareciera tu casa? ¿Y si fueras a tener un hijo y no tuviera sitio en el mundo ni para su padre? ¿Y si no estuvieras sola, pero estuvieras con alguien que te hace sentir peor que eso? ¿Y si nunca has tenido nada y esperas menos todavía? ¿Y si el presente fuera una mierda y el futuro peor...? ¿Y si fuera todo junto, como le sucede a Marcela? Para algunas personas la vida es dura, imposible o un milagro. A ratos, difícil y angustiosa, casi siempre solitaria, y, definitivamente, triste. Marcela sabe de todo eso. Ni siquiera las flores con las que trata están vivas, frescas, jugosas o fragantes. Están muertas. Conservan el recuerdo de lo que fueron, el resto de su color y su belleza, pero han empezado a marchitarse hace tiempo. Como todo lo que le rodea, piensa y siente. Como si todo estuviera tan muerto como una flor muerta en la nevera. Y a Amador le sucede lo mismo.

Amador y Marcela se encuentran un verano de naufragio, y son tan frágiles y tan débiles que, ni siquiera, pueden sostenerse el uno al otro por mucho tiempo. Se sienten derrotados: una, por la vida que lleva dentro y el otro por la muerte que le acecha. Pero tienen tiempo para cruzar sus vidas, su tiempo y su espacio en el mundo. Es un cruce leve, apenas unas palabras de reconocimiento y saludo y un despedirse sin despedida. Apenas unos instantes para cambiar toda su vida. Y su muerte. Amador recoge los pedazos de la vida de Marcela y le enseña a hacer rompecabezas. A construir y a reconstruirse. A aprender a colocar las piezas que ni siquiera sabía que tenía. A escoger donde se ponen. A encontrar su sitio exacto, aunque unas se parezcan mucho a otras. Para que todo encaje donde debe estar: ya sea un puzzle, una foto, una carta de adiós o la vida entera. Amador le da a Marcela el “tiempecito”, el hogar, el consejo, la amistad, la esperanza y hasta un nombre para el hijo que va a nacer. De una manera extraña. Tal vez angustiosa y desconcertante, porque hay piezas en el rompecabezas que no sabes si son del cielo, del mar o del mismísimo infierno y se sufre al colocarlas. Muchísimo.

Preciosa película. Triste, dulce, agobiante y hermosa. Como las flores. Y terrorífica a ratos. Como la vida.
paki
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