Charada

Una de mis mayores debilidades. Es divertida, es intensa, es descarada... No se puede crear un divertimento mayor mezclando comedia y suspense. Lo tiene todo. Y en realidad es sencilla, una comedia de enredo entre unos pocos personajes, y a la vez un thriller intrigante, con numerosos giros, y donde el propio guión bromea sobre dichos vuelcos en la historia. Todos en busca de una fortuna que supuestamente tiene una reciente viuda, protagonizada por Audrey Hepburn.

Supongo que para algunas personas mantener la boca cerrada es tan difícil como pasarse una naranja sin servirse para nada de las manos. O como tratar de reunir en un rodaje a estrellas de la talla de Cary Grant, Audrey Hepburn, Walther Matthau, James Coburn y George Kennedy por amalgamarlos en perfecta armonía.
Hay quien dice que CHARADA es una película de Hitchcock... sin Hitchcock. Sin embargo, es menos divertida que Con la muerte en los talones, menos lúcida que La ventana indiscreta, menos trepidante que Frenesí y menos eterna que Rebeca, por poner, bajo mi punto de vista, algunos ejemplos. Y, apuntando de paso el hecho de que don Alfredo le habría obligado a Cary Grant a hacerlo todo con el brazo izquierdo, doy por zanjado el tema de la posible semejanza con otro punto de vista, al hilo de lo de la armonía: con el redondo londinense a los mandos CHARADA no adolecería de tanta disonancia; que sin la ayuda del pulso ágil de Stanley Donen, que lo tenía, sin el concurso de la partitura de ese ser aventajado que fue Henry Mancini, multiganador del Óscar, las particularidades de esta película de Hitchcock sin Hitchcock no serían sino la cacofonía insulsa de un párvulo pobre.
Eso sí: siempre nos quedará París.

Una muy buena comedia de intriga, y con un reparto estelar, encabezado por Cary Grant y Audrey Hepburn, que están geniales.
Al fin y al cabo es una aventura al estilo de “en busca del tesoro”, donde hay malos, buenos, trampas y muchas otras cosas que parecen ser y no son. Un divertimento con historia de amor de colofón, y con moraleja de buen samaritano para completar el espectáculo.

Es una de las películas más míticas del género de intriga que se han hecho. La historia es interesante, la dirección es fantástica por parte de Stanley Donen (Cantando Bajo la Lluvia, Indiscreta), el guión es de una ejecución maravillosa y las interpretaciones de su pareja estelar son, valga la redundancia, estelares. Y es que hablar de Cary Grant (Historias de Filadelfia, La Fiera de mi Niña) y de Audrey Hepburn (Vacaciones en Roma, Desayuno con Diamantes) en esto del mundillo del cine es hablar de palabras mayores. Ambos están casi perfectos, y su química se aprecia a las primeras de cambio, quizás una parta de esa culpa la tienen los exquisitos diálogos que tienen la suerte de pronunciar, o la gran habilidad por parte del director para hacerlos actuar, pero lo que está claro es que los dos son unos grandes profesionales. Juntos crean una cinta inteligente, bien ejecutada y se rodean de otros actores de renombre como son Walter Matthau (La Extraña Pareja) o James Coburn (La Cruz de Hierro) que no descomponen para nada el gran reparto que tiene este clásico inmortal. Sin dudas, una gran recomendación para pasar un buen rato: se queda en la retina hasta mucho tiempo después de visionarla.

Es de estas pelis redondas. Envejece bien, tiene mucho ritmo y lo mejor son esas perlas de humor que va dejando por toda la historia reforzando a los dos protagonistas, ya que les sienta muy bien. Parece Hitchcock y se desenvuelve como tal en todos los sentidos. Pero no lo es y tiene mucho mérito guardar ese equilibrio entre lo que quiero hacer y lo que soy.

Del reparto no se puede decir nada que ya no se haya dicho antes. Es difícil valorar lo bien que lo hacen. Sin embargo, sí me hizo reflexionar como antes películas con grandes actores salían pocas veces mal y en nuestros tiempos rara vez salen bien. Me imagino que se debe a que definitivamente no hay tantos actores buenos hoy en día.

Charada es un entretenimiento seguro. Una apuesta que suele tener siempre premio. Clásica pero incombustible. Solo tiene un defecto, tal vez no esconda bien todas sus sorpresas.