Líbranos del mal

Una película que no se sabe nunca por dónde va. No da miedo, no interesa, logra que esbocemos sonrisas cuando no nos carcajeemos directamente en los momentos más pretendidamente intensos del film. Un desastre, sin guión, con diálogos ridículos y una puesta en escena que pretende imitar la de Seven o El Exorcista. Eric Bana cae a su nivel más bajo y Olivia Munn, una actríz que me gustaba y parecía interesante, se mete en un lío que creo afectará a su carrera cinematográfica.

Un film ridículo y absurdo.

Líbranos del mal, es una película de “terror” o mejor dicho un híbrido entre películas de exorcismo, slasher (películas con presencia de un psicópata asesino en serie) e investigación policíaca cuyo resultado por momentos funciona y en otros desciende.

Su trama subyace en la popular idea de la posesión diabólica y sus consecuencias. Pero abordar una trama universalmente conocida, plantea desde el inicio un problema: la posibilidad (o imposibilidad) de decir algo novedoso, sin repetir las mismas situaciones del pasado. Las interpretaciones están ajustadas al film y los efectos especiales encajan en el desarrollo de la trama.

La culpa, de alguno de sus fallos, está ligada a una narrativa insegura. El arte de la cinematografía está conformado por una sana convivencia de elementos, y Libranos del Mal es uno de esos casos en dónde algunas piezas están más trabajadas que otras; muestra de ello es su pésima edición, hace que el clímax de la película se fracture y luego intentan volver a ponernos como espectadores en el mismo lugar de antes como si nuestra atención no hubiera cambiado. Craso error.

Aun así, la película se deja ver pero con seguridad que pronto la olvidaremos.