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Shame: Deseos culpables

Drama Brandon (Michael Fassbender) es un joven y apuesto neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su agitada vida sexual. Obsesionado con el sexo, se pasa el día viendo revistas pornográficas, contratando prostitutas y manteniendo relaciones esporádicas con solteras de Manhattan. Un día se presenta en su casa, sin previo aviso, su hermana menor Sissy (Carey Mulligan) con la intención de quedarse unos días en su apartamento. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 304
Críticas ordenadas por utilidad
12 de mayo de 2012
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cosas que me fastidian de esta película:

- No me creo a los personajes. Empezando por el protagonista y su adicción al sexo.
- Es un tostón insufrible. Lenta hasta la saciedad.
- El guión es flojo, muy flojo... Apenas pasan cosas. No tienen profundidad. Deja todo para que el espectador imagine (si consigue no dormirse).

Pero lo que más me jode de la película, es que no sólo es mala, sino que además es pretenciosa. ESO es lo que más me jode.

Vamos con los spoilers
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Diomedes
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4 de marzo de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa tanta catarsis emocional que esta película ha producido en las salas. Parece indicar que a partir de ahora el mundo será un lugar un poco mejor.

Me ha parecido que el espectador debe conocer previamente las motivaciones del director con ésta pero también con su película anterior, para poder encajar su trasfondo. Pero lo más importante es que, como dicen varios opinadores, no se explica satisfactoriamente el porqué del sufrimiento de Sissy ni el del bloqueo emocional de Brandon. Es bueno que los directores permitan que los espectadores imaginen y pongan piezas propias en el puzzle de sus historias. Pero en ésta el espectador no debe imaginar una parte de la historia, sino inventarla por completo.

A las personas que hayan identificado desde hace tiempo el lado oscuro de la vida contemporánea, esta película no les provocará terremotos emocionales (espero que quienes han afirmado que jamás volverán a verla no hayan visto "Réquiem por un sueño" o terminarán como Sissy). Por suerte, justo por culpa de esa individualidad exacerbada que la atenaza, la inmensa mayoría de la masa espectadora aún no se había dado cuenta de la soledad, miedos y vacíos que impregnan la vida actual. Pero ya por fin el mundo ha abierto los ojos: la ciudad es un vampiro impío. La sociedad, a medida que se hiperconecta, se deshumaniza cada vez más. El siglo XXI nos lleva al glorioso progreso y al vacío glorioso.

Ardo en deseos de ver, pues, cómo va a cambiar el mundo de aquí a unas semanas gracias a esta película.
Lurens
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20 de mayo de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas del 2011. Steve McQueen realiza una notable película con un Michael Fassbender en modo estelar, destacando un Harry Escott, sublime y espectacular con la banda sonora.
La trama es simplemente excelente, un guión que se centra en el presente del personaje de Fassbender y se dedica a profundizar en la miseria de una vida llena de pasión sexual enfermiza. Este papel le sirve al actor de lucir su capacidad interpretativa emocional con planos y escenas largas. 
Otra de las sorpresas es la hermana,  Carey Mulligan, con una interpretación brutal y siendo un pilar importante para el personaje de Fassbender.
La banda sonora incluye a John Coltrane y Sinatra con una versión, cuestión de gustos, bastante sorprendente e interesante hecha por Mulligan.
Película muy recomendable para cinéfilos cultos que sepan valorar como es debido esta maravilla, no es apta para cualquiera desde luego.
Javiero
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22 de agosto de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de las adicciones, todos lo sabemos, surge cuando en la balanza de satisfacciones e incoveniencias, vence este segundo platillo. Sea cual sea la imperiosa necesidad triunfan el ansia, la angustia y el individualismo; pisoteando a los amigos, la familia, la pareja, los hijos o cualquier otro factor que se cruce en el camino del solitario goce afincado en alguna zona cortical del cerebro.

Brandon (Fassbender), al que en un mundo pleno de falsedades estereotípicas algunos podrían considerar un afortunado por sus continuas apetencias de tipo sexual y la posibilidad de resolverlas, no es más que un enfermo cargado de culpas, vergüenzas, complejos...que arrastra la incapacidad de amar, revuelta con la necesidad eyaculatoria, por los eriales sentimentales de su mundo de yuppies.

Es la manera de contar de Steve McQueen y la forma de interpretar de Michael Fassbender lo que convierten esta película en un producto con clase y en una introspección forense del alma y la propia vida de un hombre con un cerebro hiperactivo situado en la bolsa escrotal.
Duele, duele tanto, la inexistencia de afectos en alguien que busca incluso la humillación para sentir dolor físico, que cualquiera acabará aborreciendo un tipo de sexo que exige tantas contraprestaciones.
Sinhué
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29 de marzo de 2013
5 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shame. No comparto la devoción por esta película. Se repiten en ella las carencias de un cine que pretende ser radical pero que solo consigue serlo en la forma, no en el contenido, que, una vez más, se queda anclado en la superficie. La historia se repite ya demasiadas veces. No podemos negarle al cine independiente (o con barniz de serlo) su aportación formal, sus hallazgos en tempo y en imagen, incluso en la concepción de personajes, esos seres desubicados y atrapados en un sistema o en unos hábitos sociales en los que les resulta imposible encajar, y que los atrapan enfermizamente. Quizás es el mayor logro del moderno cine alternativo, ese que debe caminar a la vanguardia. No podemos negarle su contribución estética que nos ha educado en una manera de observar los productos audiovisules del momento. No podemos negarle tampoco su capacidad por mostrar algunos de los dramas que desquician a la presente generación de treintañeros, borrachos de cuanto tienen a su alcance, cual reyezuelos aburridos cuyas metas, en vista del retrato que nos muestra esta película y tantas otras del género, han quedado diluidas en un mar de excesos.
Más allá de eso, no tenemos nada más. Hay una cierta vocación de cine generacional en esta película, como en otras, un retrato solitario y atormentado, de seres perdidos en laberintos de desmesura. Como si otras generaciones no hubieran sido víctimas de semejantes laberintos. Pero este cine no mira más allá de eso. Fabrica las piezas y las carga dramáticamente, para luego no ponerlas en juego, para abandonarlas a su suerte sin más. ¡Pobres personajes sin rumbo! Resulta dramático en si mismo observarlos buscando desesperadamente, no solo aquello endeble y alucinógeno que les propone su creador, sino preguntándose algo mucho más trascendental: ¿qué coño hago yo en esta película? ¿Por qué cojones estoy en ella? ¿Cuál es el propósito de mi existencia?
No hay respuesta. Los cineastas radicales, se han olvidado de los grandes temas y se han quedado atascados en sus propios miedos. Se han quedado atascados en algo que asola el mundo de un modo descorazonador y alarmante: en la absoluta carencia de soluciones ante los problemas de su tiempo. Esta, como muchas otras películas del mismo cariz, es una película incompleta, asustada, muda ante el abismo frente al cual se situa.
Faltan perspectivas nuevas en todos los ambitos del arte, incluso de la vida, con la crisis que nos asola que ha atascando al mundo entero en un círculo vicioso del que no es capaz de salir.
Estamos huérfanos, aterradoramente huérfanos. De ideólogos, de innovadores, de verdaderos radicales, que lleven su discurso más allá de las formas para proponernos alguna cosa a la que agarrarnos, alguna cosa con la que recuperar la esperanza otra vez. Yo ya no quiero ver más crónicas del desastre, ese desastre generado a partir del exceso y que nos hace ser tan vergonzantemente victimistas. Esta película es en apariencia la crónica de un ser avergonzado de sí mismo por aquello en lo que se ha convertido, aunque no sé muy bien a quien se le echan las culpas. Pero en realidad, a mis ojos, es la crónica de la verguenza de un cine de vanguardia que no es capaz de ir más allá de un simple punto de partida, de la constatación de una realidad, y que no se atreve, o no sabe, caminar tras esa línea. Acaso la vanidad de los que llevan la antorcha de la vanguardia, adorados por un mundo global que en realidad les aprisiona, aunque puede que no sean conscientes de ello, empobrezca su afán explorador. Ahora son dioses, y tienen demasiado que perder, y aquello ante lo que deberían enfrentarse resulta tan gigantesco que se convierte en invisible.
No me acuséis de nostálgico. Lo único que quiero es lo que quiere cualquier huerfano, que alguien le guíe para mirar hacia delante, como hicieron otros en su momento.
Uma
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