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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 199
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
15 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelvo a ver M tras muchos muchos años. Me deja pasmado. Para empezar, me fijo en algo que en mi primera juventud no había observado: la utilización del sonido. Hay pocas películas que hayan trascendido del año 1930 o 1931, porque el cine estaba en proceso de incorporar un nuevo elemento expresivo, el sonido, y fueron años de pruebas que imagino no siempre salía bien. Esta sí. Es fascinante ver películas de esos años, ver qué rápido los creadores empezaron a sacar punta de ese nuevo recurso, qué rápido exprimieron ideas que ya no se han superado. Aquí, Fritz Lang usa el fuera de campo, oímos algo que no vemos. O utiliza el silencio para generar tensión. Utiliza los gritos, el ruido de la calle, un silbido. Por dios, usa un personaje ciego, que solo oye, y su presencia es esencial en la película. Una maravilla. Debieron ser unos años fabulosos para los creadores. En tres años las bases de la utilización artística del sonido en el cine, ya se habían inventado.

La película es soberbia por muchas otras cosas. Técnicamente es un prodigio. Ya me gustaría ver como demonios se hicieron esos travelings a través de las ventanas, colándose por lugares imposibles. Narrativamente lo es más si cabe: expone la tragedia desde un punto de vista alejado del hecho en sí, desde la angustia de una madre. El tiempo, narrado a la perfección; las pequeñeces que amplifican la angustia, una conversación anodina mientras pasan los minutos, una mirada a la calle vacía... La eficacia de recursos como la elipsis o las acciones paralelas, la planificación de las escenas - planos cortos, planos lejanos, reflejos para aumentar el efecto onírico, el deseo incontrolable del asesino - va conduciendo al espectador no solo por el viaje espacial, sino también por el viaje emocional, con muchos personajes implicados, con intereses y premuras confrontados que percuten nítidamente: siempre sabemos qué quieren, qué buscan los personajes, dónde están y a dónde van, que esperan, que les aterra, que les motiva...

Y luego, la radiografía resultante, que nos muestra una sociedad que, casi cien años más tarde, sigue siendo lo mismo, planteándose las mismas cuestiones, con las mismas patologías, los mismos debates enfrentando el orden y el caos. Una película tan amplia, con tantos caracteres encontrados, con un abanico tan generoso de realidades y de conflictos, que solo puede ser filmada por un realizador excepcional, de una madurez mayúscula, que trasciende el tiempo y no envejece.
Uma
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6
2 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena parte de la fascinación que genera esta película, reside en la fascinación que los personajes sienten en relación a los edificios de estilo moderno situados en la ciudad de Columbus, un lugar realmente excepcional arquitectónicamente (vale la pena buscar "Columbus, Indiana" en la wikipedia). A los espectadores nos fascina lo que les fascina a ellos. Ese canal funciona muy bien. El lugar es excepcional. Los parques, las construcciones horizontales o verticales, las formas simples y luminosas, se convierten en una inspiración formal para la propia película: el director aplica esas líneas, esos espacios, esa luz al concepto formal de la película. Y no solo desde una perspectiva visual. Pausa, tiempo, silencio, una cadencia que invita a la conversación, a la contemplación (a los personajes, y al espectador a través de ellos), a la reflexión. Planos muy cuidados para componer pequeños cuadros que emulan los edificios, los parques, las calles, los interiores que los personajes admiran, y dentro de los cuales se mueven, hipnotizados por su influjo, como pretende su director que nos movamos por el interior de sus almas.

El director toma prestada toda esa belleza para hipnotizar a su vez al espectador, con un resultado más que aceptable. Siempre hay, sin embargo, un momento en el que una película se la juega, donde tiene que correr sola y desnuda, sin trampa, sin elementos prestados. Y ahí, la película cojea, vuela a poca altura. Una historia pequeña, con algo de magia, que se va quedando poco a poco por el camino, remontando en algún momento puntual, en el tramo final, y desinflándose silenciosamente en algún otro.

Crónica de dos hijos que hablan de sus padres, de cómo estos han condicionado sus vidas, de los vínculos de dependencia emocional y física que les impiden florecer, o, al contrario, de las ausencias traumáticas que les han dejado heridos para siempre. Una película melancólica, de personajes que son víctimas de su sensibilidad (un perfil muy habitual en el cine independiente americano). Una vez más, las férreas reglas éticas y morales, impiden al cine independiente aportar algo nuevo al firmamento del cine, en cuanto a contenido. Le falta tanta mala leche, que termina siendo un cine irrelevante en lo sustancial.

En cualquier caso, la película tiene atractivo, y discurre por una ciudad fascinante, y por las vidas de dos seres que despiertan nuestro interés y que generan expectativas. Que la película esté mal resuelta, no impide que el que suscribe haya disfrutado bastante de ella.

No se la pueden perder los amantes de la arquitectura. Y sobre todo: véanla subtitulada.
Uma
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6
18 de marzo de 2024
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La película tiene una línea argumental jugosa. Un escritor talentoso que escribe alta literatura, pero no vende nada. En un arranque rabioso, escribe una "mierda" de novela, que resulta tremendamente exitosa. Críticos, autores, editores, todos se rinden a un libro que su propio autor, que lo publica con seudónimo, considera bazofia. Es un buen argumento, un poco "Wilt", pero, al menos en la forma como está filmado (no he leído la novela), plantea no pocos problemas.

En primer lugar, la combinación de drama y comedia, no acaba de encajar. Los flecos personales del protagonista, esa faceta dramática de la película, son como ramales que surgen a lo largo de la narración sin llegar a conducir a ninguna parte sustancial, sin sumar demasiado a la comedia, y a la inversa. Alejan al personaje y a la película de su enredo principal, con lo que este pierde intensidad, pierde capacidad de sátira, cojean los personajes paródicos por breves y episódicos. Y lo mismo pasa al revés. Uno por otro, drama y comedia, ni comen ni dejan comer, como el perro del hortelano.

Además, poniéndonos sesudos, no me gusta esa posición divina en la que se sitúa el personaje y, por supuesto el autor (el de la novela y el de la película), cuando deciden, desde su supuesto elitismo, qué es buena literatura, y qué no lo es, qué vale la pena y qué no, cuál es el pensamiento correcto, y cuál no lo es. Un maniqueísmo muy americano que no consigue arreglar ningún intento, por parte de sus autores, de ampliar el horizonte. Me parece muy legítimo defender una posición respecto al arte, sin embargo no me agrada demasiado hacerlo a costa de menospreciar otras miradas. Todo ello, se mezcla con una cuestión racial, que, sinceramente, hay que ser de los EEUU para comprender del todo, y que yo he obviado en mi visionado, porque al final es una cuestión que ellos han protocolizado hasta el ridículo, y han convertido en puro veneno para cualquier obra.

Cierto es, sin duda, que vivimos un declive del conocimiento, el listón parece cada día más bajo. Como decía no sé qué filosofo, castigamos a los inteligentes por serlo, por no tener consideración con los estúpidos. Y cuando en clase hay un alumno estúpido, baja el nivel de toda el aula... Seguramente muchas de esas reflexiones son bastante acertadas, sin embargo, qué peligroso es cuando unos alzan la voz para decidir quiénes son listos y quiénes son estúpidos. Principalmente porque la inteligencia es un elemento abstracto que puede tomar formas distintas. No todos valemos para lo mismo. Conozco gente muy lista, que parecen retrasados cuando tienen que freír un huevo. Yo creo que puede haber mucha inteligencia en una película que consigue hacer reír, y en una que consigue hacer llorar. Y a veces hay mucha estupidez en el cine intelectual, que solo aburre.

La película, pese a sus defectos de ensamblaje, funciona aceptablemente, puede pasarse un buen rato. El patrón no es nada novedoso, una itinerancia entre la comedia y el drama, buscando esos momentos tan de cine americano que te tocan el corazón o te arrancan una sonrisa. Pero su discurso intelectual es pura arrogancia. Y para no verlo hay que ponerse en modo estúpido. Un contrasentido.
Uma
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8
26 de febrero de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que asombra de esta película es los riesgos formales y narrativos que toma su director, en su opera prima. Una película valiente, sin duda, y asombra aún más, que esos riesgos, ese triple mortal con tirabuzón, le salga tan bien, que caiga clavado de pie. Es posiblemente una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos, en términos de innovación cinematográfica, en términos de expresividad, y eso es así porque toda esa invención, no es un alarde pretencioso, sino que tiene un sentido y es eficaz para alcanzar la esencia en lo que quiere contar.

La película es una declaración de amor a la música, esa que se hace en cualquier lugar del mundo, esa que congracia a todas las razas y pueblos de la tierra. Dos tipos y dos guitarras, pueden entenderse y llorar de emoción sin decirse nada. Eso se saborea en esta película.

Y es la historia de un músico. Las películas biográficas, se han convertido en un verdadero tostón. Todas iguales, todas intentando afinar para penetrar en el personaje, aunque muchas veces se encuentran con un gran muro: el propio actor que está más endiosado que el personajes; esos directores grandilocuentes; esas capas externas, esas sobredosis de trascendencia histórica que como ondas en un lago se expanden por el universo. Agotador, hay más salsa que caracoles. "La estrella azul" logra lo que no consigue Oppenheimer, ni Maestro, ni Napoleón, ni muchas otras. Que el espectador verdaderamente conozca al personaje, porque la película se hace poliédrica de una forma muy precisa, como si cada pieza de un puzle aportada algo. Conocemos a Mauricio por su hermano, por el amor que se tienen; por su novia, que le quiere pero no puede con el desbarajuste; por la música que es la pluma y la montaña al mismo tiempo, es la sustancia de la que está hecho; por aquellos que le conocieron en Argentina, en ese afán maravilloso que tienen los músicos de comunicarse, ellos son receptores de ese aspecto del personaje, de su entrega, de su alma, ellos guardan las marcas que les dejó su persona y su música (a veces en un viaje, hay toda una vida); y le conocemos, en un gesto genial, por quienes le quieren hoy y le han querido siempre, tanto como para hacer una película sobre él.

La película introduce secuencias que se salen de la ficción, o la trasladan, la deforman, contagian con ella la realidad, y viceversa. Hay una transversalidad emocionante en esta película, y en todos los espacios, se genera la emoción. Ese metacine, tan bien utilizado, convierte a Mauricio en un ser trascendental, porque entendemos el motivo por el cual hay que hacer una película con su vida, porque entendemos que merece un documental, y por extensión, porque entendemos que las almas puras, las que se entregan, las que se consumen en ello, no deben quedar en el olvido. Como decía alguien, hay batallas que se tienen que librar, aunque se pierdan una y otra vez. El esfuerzo por contar su historia, forma parte de su historia.

Le falta únicamente a la película, acaso, abundar en los conflictos, enseñar reversos, ensuciar un poco las cosas, aunque no estoy seguro, puede que con ello se hubiera apartado de su propósito. Solo es un apunte, una sugerencia. Repasando, solo hay un plano que no me guste: desde la calle, a través de un ventanal, vemos a Mauricio en el interior de un bar llorando. Es el plano menos arriesgado de la película, y para mí, canta como una almeja. Dicho esto, la película me parece redonda. Mención especial para el actor, Pepe Lorente, que se maneja con una naturalidad que es imprescindible para circular de ida y vuelta de la ficción al documental, y de ahí a la magia. Lo mismo puede decirse de Marc Rodríguez. Grande en un papel muy difícil. Sin buenos actores, no sé si Macipe se hubiera salido con la suya en este complejísimo proyecto que, sin embargo, en la pantalla, discurre con la armonía de un río.

Ayer domingo, una veintena de afortunados pudimos verla acompañados del propio Javier Macipe en un cine de Lleida (un cine que no tiene precio), y tuvimos luego un coloquio sobre la película y su proceso. Macipe, lleva 10 años luchando por esta historia, casi que es él mismo un Mauricio. Lo que se ha peleado los últimos 4 años para que esta historia esté en las salas de cine demuestra sin duda que Mauricio cayó en buenas manos, en las mejores manos. No solo por el empeño, también porque se ha conseguido que el espectador salga del cine con la percepción de que ha llegado a rozar una alma, que era excepcional desde los resortes más básicos, más simples. Ahí está en realidad la grandeza. Del cine y del personaje.
Uma
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7
21 de febrero de 2024
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Interesantísima película, por su temática y también por su ejecución, que asume sin concesión alguna una realidad compleja en la que no tienen mucha cabida los finales felices. Tampoco los infelices. Es un cine costumbrista, como el que ya desarrolló esta directora en "Carmen y Lola", si bien la dramatización es mucho más acertada y efectiva en este caso que en el de aquel amor gitano entre dos mujeres, que de algún modo, cayó víctima de un protocolo cinematográfico del que Echevarría no supo desperezarse del todo.

Aquí sí se afronta con un realismo dramático una realidad muy complicada que subyace latente en nuestras ciudades. Esta película va de chinas, pero también podría ir de marroquíes o senegaleses. La integración de las segundas y terceras generaciones de inmigrantes en nuestro mundo occidental, en todas las facetas de la vida, es un tema poco explorado que bien merece atención.

Hace un año más o menos TV3 emitió un documental devastador sobre esta cuestión, donde musulmanes homosexuales y de otras etnias, o simplemente individuos sexualmente activos de otras culturas, explicaban una realidad terrible, repudiados por sus familias y sus comunidades, que en algún caso, les habían llegado a amenazar de muerte. El debate es muy interesante, pero por desgracia para los que lo sufren, nos mueve poco a los de aquí, ya que nos resulta un problema lejano. El documental era tremendo, pero tengo la sensación de que los riesgos que corrieron aquellos chicos y chicas al mostrarse en televisión, poca trascendencia tuvo.

Quizá esta película, que muestra que Echevarria tiene muy buen ojo para los temas espinosos, tenga un impacto mayor para visibilizar el problema y dar herramientas a esos/as valientes que simplemente quieren ejercer su libertad en un país que se lo permite, un país que al mismo tiempo (y eso es la democracia) protege la libertad de sus comunidades a preservar su modo de vida. No debería haber ninguna incompatibilidad entre una cosa y la otra, siempre que las comunidades aprendan que deben respetar la libertad individual de sus miembros, del mismo modo que se respeta su idiosincrasia.

Cinematográficamente la película tiene una estructura remarcable, poliédrica, exponiendo todos los puntos de vista, sin señalar malvados, sin escatimar tampoco cómo deslumbra la cultura occidental a los que vienen de países más impregnados de tradiciones y más encorsetados que el nuestro. Todo es relevante para alimentar el debate, porque también nosotros, los occidentales, nos enfrentamos a la realidad que acaso hay valores que no es saludable perder, como por ejemplo el concepto de familia (sea cual sea su composición), que cada vez se ve más desplazado como referencia para los adolescentes por la "familia" de amigotes, y por las presiones del grupo, que pueden ser muy lesivas. La juventud es el periodo más vulnerable en todo este conflicto, sin duda, los riesgos son muy altos.

Todo eso da para mucho, hay muchos contrasentidos, en el drama de unos y en el estado de nuestras sociedades, y la película expone generosamente todo el meollo. Y lo hace con actores amateurs que se ejercitan a altísimo nivel, y con una dirección realmente certera en casi todos los sentidos, que atina en el ritmo, en la construcción de personajes y del drama, en la progresión del mismo, en la ubicación de las frustraciones, tristezas y breves alegrías que se derivan, en la baza que meten todas las partes. Y la conclusión de la película tiene mucho sentido, en concordancia con el tono realista. Como decía, ni finales felices ni infelices, porque no hay malos, ni siquiera los que intenta preservar a sus hijos de lo que no comprenden. Se saca así de encima la moralina superficial a la que estamos acostumbrados en el cine occidental, para profundizar más en la realidad de un problema que nadie sabe muy bien como solucionar. La película no puede hacer otra cosa que ver los defectos que conducen al conflicto, las ideas enconadas, el argumentario de unos y otros, los defectos también de nuestro mundo incapaz de absorber ese desorden, que al final da alas a los demagogos y los xenófobos, y de paso también, por el otro lado, a los ingenuos de corazón.

Una película valiente que merecía mucho más reconocimiento, a mi criterio. Más interesante en muchos aspectos que algunos dramas intimistas de limitado recorrido que tienen un barniz autoral que las encumbra, no siempre merecidamente, o algunas superproducciones con grandes maquinarias de márqueting, a mi criterio muy sobrevaloradas.

Un aplauso a Echevarria por esta película, y a todos esos valientes, hijos e hijas de inmigrantes que pelean no solo contra una sociedad occidental hostil, a menudo ciega a sus propias imperfecciones, que les ve como a extranjeros, sino también contra sus propias comunidades que no toleran su disidencia.
Uma
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