Mi amigo pony

Mi amigo pony se podría resumir como máximo exponente del cine francés; una francesada, con palabras vulgares. Eso no es para nada malo –a no ser que, de entrada, no te guste este tipo de cine–, sino que el dulce aroma de la lavanda que cubre extensiones infinitas de campos, a veces interrumpidos por majestuosos y maravillosamente conservados chateaus, te abrazará todo el filme. Todo ello acompañado por una banda sonora protagonizada por una mandolina y, de por medio, un drama amoroso soft.

La protagonista destaca por su inconsciencia maquillada con valentía y es el vehículo que usa Vanier para introducir una de sus moralejas: el veganismo. Raro parece, pero la pieza esconde un trasfondo muy crítico con el uso de animales en el circo y, en general, en todos los sitios donde no se les trate como uno más. Introduce otros temas polémicos que acicala con un lenguaje afable y logra, así, que pase desapercibido: un buen ejemplo es cómo Louise le enseña a conducir a su primera amiga del pueblo porque su marido nunca le ha dejado sacarse el carné, “pues no es cosa de mujeres”.

Cómo no, no podían faltar los dos personajes ridículos que actúan a modo de payaso, ya recurrentes como Hernández y Fernández en Tintin, Billy y Nick en El becario, o Timón y Pumba en El rey león; en este caso son dos agentes de policía muy desastrosos.

Todos estos ingredientes, a una cocción idónea (pues la película no peca de hacerse larga), traen un plato estupendo para una tarde perezosa en el sofá. Para mayores y jóvenes, crítica social con un tono jovial y un argumento ligero.

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Tierna película, que gusta más por su fondo que por su forma. Con ello quiero decir que el film se deja ver sin ningún problema y no aburre... pero tampoco interesa demasiado.
No deja huella por su sencillez, que no es mala cosa en el cine, pero siempre que haya algo de brío y fuerza narrativa. En este caso la visión de la cinta no molesta en absoluto pero todo aparece bastante inane y sin chispa.
Se trata de una adaptación a la gran pantalla de la novela de Cécile Aubry y tiene como mejores elementos su preciosa fotografía y sus bellos paisajes de la región de Occitania.
La música de Éric Neveux acompaña la historia de forma omnipresente pero adecuada.
Y en el argumento cabe de todo: la crítica al machismo imperante en los pequeños pueblos, la dificultad de adaptación de los más pequeños ante situaciones en las que sus mayores luchan por recomponer sus vidas ante un fracaso vital, el respeto hacia los animales y su libertad...
Todo ello muy bonito pero algo insustancial, amén de casi nada creíble. Pero, claro, es un cuento, donde hay princesas, héroes y villanos, amén de algún componente "gracioso" con muy poca gracia, la verdad (en este caso dos torpes y estúpidos gendarmes, primos tontos de los entrañables gendarmes que acompañaban a Louis de Funès en sus correrías).
Una película para ver en familia, honesta y digna que, la verdad, no sé si gustará mucho a los niños y casi seguro dejará bastante indiferentes a los mayores.

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