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Obediencia perfecta

Drama En el viaje de crecimiento espiritual que es necesario emprender para alcanzar la obediencia perfecta, el joven Julián es adoptado por el fundador de la orden en la que ha ingresado, Los Cruzados de Cristo; el padre Ángel de la Cruz enseguida muestra un especial favoritismo por el recién incorporado seminarista. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7 de marzo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ignoro la manera en que hubiera podido tratarse tan delicado, oscuro y siniestro asunto. Pero en Obediencia Perfecta, faltan elementos que nos impliquen en la grave trascendencia de la pederastia. Me pareció que atraviesa, mostrando con suaves pinceladas, los zarpazos de un desolador asunto, del que tanto se ha hablado.
Una película muy reciente con un fondo clásico y tal vez trasnochado de planificación y desarrollo, que resolutivamente, se ha quedado a medio camino... A excepción de los últimos diez minutos que se resuelven brillantemente, con un flujo de miradas, gestos; todos ellos muchos más elocuentes que cualquier diálogo.
LEUGIM
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7 de mayo de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obediencia perfecta se basa en los conocidos casos de pederastía perpetrados por Marcial Maciel, líder y creador de la congregación católica Los legionarios de Cristo, que en la ficción aparecen con el nombre de los Cruzados de Cristo, y el sacerdote con el nombre de Ángel de la Cruz.

Siendo ya un anciano, el padre De la Cruz recibe un mensaje del Papa donde lo invita a retirarse de la vida sacerdotal y llevar una vida de oración y penitencia por los pecados carnales cometidos, esto da paso a un flashback eterno y sin retorno, que terminará siendo el resto de la película, donde se narra como el cura (Juan Manuel Bernal), seduce a sus víctimas, centrándose el relato en el caso del joven Julián.

Cuando Julián llega al seminario, es recibido por un grupo de sacerdotes que de tan solo mirarlos cualquiera saldría huyendo despavorido: todos lo miran de forma lasciva y con deseo, alguno con un amaneramiento demasiado subrayado, y así, un desfile de obviedades que se suceden una detrás de la otra. Por otro lado, todos los seminaristas son galanes, como salidos de alguna telenovela juvenil.

La “importancia” del delicado y controvertido tema que se narra termina por aplastar la nula puesta en escena de Urquiza, que más que mover a una reflexión de los hechos sucedidos, su propuesta se queda en meramente generar incomodidad y desagrado en el espectador ante un hecho que lo contiene ya en su propia insana naturaleza.

Es así como escenas que se pretenden polémicas y provocadoras terminan siendo ridículas y vacías, como ejemplo, ante la visita de una mujer, el chico espía al cura y los sorprende en el acto sexual, el chico confundido sale al patio y al regresar encuentra sólo al Padre Ángel, bebiendo whisky y bailando frenéticamente al ritmo de, obviamente, Sympathy for the Devil de los Rolling Stones.

Mención aparte se merecen las interpretaciones de Juan Manuel Bernal y Juan Ignacio Aranda, que hacen uso y abuso de todos los clichés habidos y por haber en cuanto a personajes malvados, en el caso del primero, o personajes afeminados en el caso del segundo.
Además, un uso inadecuado de la voz en off que cuenta lo que deberíamos ver en pantalla, una música de Alejandro Giacomán, chirriante y que resulta molesta ya que nunca se termina por integrar al relato, y la fotografía de Serguei Saldívar Tanaka, tan preciosista como inadecuada para un film de temática tan escabrosa.

Al final, el período de gracia de Julián habrá de terminar y otros chicos lo sucederán en la posición de privilegio con el cura, y es aquí donde está la parte más grave de la película, las víctimas quedan minimizadas, sin voz, apenas rabietas de celos al saberse relevados. El último plano de la película parecería aducir a la concupiscencia de los chicos.

Obediencia perfecta se pretende una película de denuncia y no denuncia nada, por el contrario, termina dejando en una peor posición a las víctimas respecto a sus victimarios.
Quique Mex
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16 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El actor mexicano Juan Manuel Bernal hace el papel del padre Ángel, líder de una congregación católica enfocada en el sector más adinerado de México. ¿Acaso podría haber una referencia más explícita a la biografía del pederasta Marcial Maciel?

La familia de Julián (Sebastián Aguirre) tiene una buena posición económica y decide enviarlo con el padre Ángel para hacerse seminarista. Ahí empieza el infierno del niño, acostumbrado a la calidez del hogar, quien es súbitamente transplantado a un entorno rígido, con abusos físicos y sicológicos.

Miles de niños padecieron estas vejaciones porque sus familias creyeron que ese tipo de educación era lo mejor para ellos. Quedan hoy algunos ancianos como testigos de la decadencia vaticana, permitida por la indiferencia de las autoridades civiles y religiosas de México y otros países.

Bernal tiene una buena actuación, pues muestra genialmente la doble moral de un catolicismo oficial con cada vez menos credibilidad.

Chúo de Chuao
yayito73
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12 de mayo de 2020
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Producción mexicana cuyo mensaje sirve como la típica denuncia contra los delitos de la iglesia formados principalmente por la corrupción de menores y la pederastia, narrado desde un punto de vista menos tremendista pero, en parte, igual de eficaz, tomando la falsa devoción hacia Dios como alteración de la bondad con la maldad, transformada en obediencia absoluta hacia los mandos superiores. Con una narración muy, muy irregular que rara vez sabe mantener el ritmo durante más de veinte minutos, Obediencia perfecta cuenta la historia del rebautizado Sacramento Santos (Sebastián Aguirre), cuyos padres deciden ingresarlo en un seminario con el objetivo de hacerlo sacerdote, donde conocerá la perversión del Padre Ángel de la Cruz (Juan Manuel Bernal), perversión enmascarada de amor y tutoría personalizada. Siendo un drama tan común en películas de corte eclesiástico, visto en numerosas ocasiones como, por ejemplo, Los niños de San Judas (Aisling Walsh, 2003), se me presenta difícil la concepción de este tipo de historias focalizadas en una única relación entre dos personajes, excluyendo a todos lo demás que solo sirven, en momentos muy concretos, de refuerzo del tema principal en algunos puntos de la trama, creando así una narración lineal libre de nudos adicionales que pudieran presentar otras tramas, siendo así que me parece intolerable que no sepa regular el ritmo en ningún momento referente al argumento. Es curioso que, de hecho, a través del montaje se ofrezca una separación capitular que generalmente sirve para guiar la historia y remarcar las ideas básicas en las que se asienta, aquí, separadas en fases de obediencia, pero está muy lejos de conseguir el efecto deseado. Las técnicas cinematográficas que baraja son algo interesantes desde un punto de vista religioso, empleando planos simétricos como metáfora del equilibrio y la Cruz de Cristo, así como muchos desenfoques intencionados para la captación obligada de la atención del espectador en un punto, haciendo un símil con los sentimientos del protagonista y esa obediencia obligada recalcada de obnubilación. A nivel interpretativo están todos muy correctos, haciendo mención de Juan Manuel Bernal como Padre Ángel y de Juan Ignacio Aranda como Padre Galaviz que, aún siendo un personaje muy secundario, el actor acentúa el efecto visual que Luis Urquiza, director de la cinta, pretende dar desde la entrada de Sacramento en el seminario. La banda sonora es muy tópica, sin nada que recalar, hasta tratando de producir el efecto contrario con Sympathy For The Devil de The Rolling Stones en cierta secuencia, es un tema tan obvio para tratar temas religiosos que ha estado muy lejos de impresionarme. Es una película bastante entretenida que, teniendo un buen guión basado en hechos reales, podría haber estado bastante más correcta en ejecución y forma.
Tiggy
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4 de abril de 2021
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Toma inspiración y probablemente valentía de "la duda" de John Patrick Shanley, sin embargo no se atreve a profundizar en el tema, a pesar de eso se le aplaude ir contra (aunque lo haga de forma tan mesurada) una institución de tanto poder como lo es la iglesia católica en México.
tavomix
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