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Por el camino

Drama. Romance Santiago es un argentino treintañero que viaja a Uruguay en busca de un terreno que heredó de sus padres, quienes murieron trágicamente allí hace algunos años. Apenas llegado a Montevideo, conoce de forma azarosa a Juliette, una belga que, a su vez, se propuso encontrar a un viejo amor. Entonces, se embarcan en un periplo que los llevará hacia el Norte del país. Por el camino conocen lugares y personas que, además de fascinarlos, los ... [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
9 de abril de 2020
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Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

¿Qué tópico, verdad? Una road movie y el poema de Machado sobre el camino. Y, no obstante, qué bien define la esencia de la historia que aborda "Por el camino". Porque hallamos a dos personajes que viajan movidos por el pasado. Santiago debe resolver una herencia que sus padres le dejaron tiempo atrás y Juliette quiere reencontrarse con un viejo amor que vive en algún punto en el norte del Uruguay. Ella, además, guarda la esperanza de encontrar otra forma de vivir más allá de empleada en el sector de servicios. El conflicto de Santiago parece más interno, como que no se acepta del todo y además sigue conmovido por su negocio fracasado que inició a la muerte de sus padres.

El caso es que los dos realizan juntos ese viaje que va desde Montevideo a Punta del Este, pensando en el final del camino y sin atender demasiado a lo que ocurre en el transcurso. Y sin embargo es en ese camino que recorren dónde de verdad ocurren lo importante. Ambos deben cerrar el pasado para poder mirar a lo que tienen a su lado. Dejar de mirar la senda que nunca se ha de volver a pisar y observar lo que les rodea.

En cierto momento de la narración, uno de los personajes disfruta de una tarde sobre la hierba mientras lee "Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister" de Goethe. No creo que sea un órdago pedante, ni siquiera un gesto fotográfico con el que se pretenda retratar sociológicamente a ese tipo de bohemios ricos que viven en la pampa uruguaya. Es un apunte intencionado que pretende dar una pista acerca de la historia que estamos viendo, pues, a fin de cuentas, esa novela de Goethe aborda como pregunta central la posibilidad de ser feliz. No es ése el hilo que recorre esta película?

Me gusta la atmósfera que propone esa búsqueda de la felicidad, como si expusiera que esa felicidad se constituye con tono templado, que es una búsqueda despreocupada, carente de estridencia y nudos angustiosos. Los dos personajes recorren Uruguay, se apartan de los caminos principales para hallar rincones de ensueño, amplias pampas, dominadas por un ambiente reposado, existencias construidas al margen de las urgencias de las ciudades, sin ahogarse en las losas que son la historia y la cultura. La impresión que me da es que esa felicidad se busca apartándose del bullicio de las multitudes, mas... esa alternativa es posible? Yo diría que es precisamente eso lo que viene a demostrar y plasmar. Desde el padrino que edifica un resort para inversores españoles a los hippies que construyen su comunidad, sus casas y sus rutinas, todos han logrado forjar un presente acogedor, da igual que éste sea lujoso o proletario. No se vive en el recuerdo, dice una mujer que vive por esas tierras, dónde, en diferentes rincones, conviven las discotecas de música electrónica de Punta del Este con el payador centenario que recuerda infinitos versos.

Me sorprendió precisamente lo bien que logra armonizar todos esos elementos y proponer unos personajes y unas sutiles tramas alejadas de los típicos dolores y estrépitos melodramáticos. No es una obra adecuada para aquellos que busquen grandes emociones y espectáculos operísticos, sencillamente es una propuesta para espectadores interesados en la variedad del mundo, en aquellos que alguna vez se han preguntado si es posible vivir más allá de las convenciones y las recetas habitualmente ofrecidas por el capitalismo y la globalización. Efectivamente, no es la primera obra que se propone plasmar tal cosa, su éxito en todo caso es lograrlo sin idealizar en exceso, sin exagerar nada, ni los personajes, ni los paisajes o las ideas. Cada cosa es llamada por su nombre en este camino. Así, al final de su metraje, al final de su estrada, comprobamos que sí, es posible apartarnos de las grandes avenidas, buscar en esos pequeños caminos de tierra, inhóspitos y ocultos, y con paciencia encontrar otras vidas y otros ritmos. Pero para eso primero hay que andar.
Jean Ra
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