Pequeña flor

Mitre construye una película sumamente extraña porque mete en la licuadora la intriga, la comedia negra, el gore y un condimento alucinatorio más metafórico para jugar, con osadía, a explorar la monotonía de una pareja en la que el bueno de Daniel Hendler (con uno de esos papeles que le quedan pintados), se tira de palomita a una zona de confort dedicada a cuidar a su hija, a tener cronometrados los horarios de las siestas, comidas y el encuentro semanal con su vecino (he aquí lo más llamativo de la historia por lo que acontece entre ambos personajes), un francés amante del jazz que lo invita a degustar unos vinos y a oír melodías relajantes.

Entre lo absurdo de su humor (en esto mucho tiene que ver un hilarante y bizarro Sergi López) y las cuestiones filosóficas que se abordan, en un momento de la película retumba la frase que reza que "la rutina tiene mala prensa, pero es mejor de lo que parece", y entonces nos detenemos a pensar que 'Petite fleur' tal vez es más profunda de lo que creíamos y que durante su metraje contiene varias cuestiones para analizar.

Una rareza que a veces no explica pero que sugiere.

7,5 Alancitos Abúlicos sobre 10

Si hace poco se estrenaba entre nosotros la magnífica "Argentina 1985" Santiago Mitre ha rodado este año otra película de humor negro, algo extraña e incómoda, que explora la crisis de pareja, la paternidad, la rutina diaria, vivir en un país que no es el tuyo o un sentimiento raro de "cometer un asesinato".

José, es un dibujante argentino afincado en Francia que vive con su pareja, se acaba de quedar sin empleo, el francés no lo domina demasiado bien por lo que no hace mucha vida social. Al ir a pedir una pala a su vecino y ver que es un completo imbécil narcisista, tiene un impulso irracional y lo mata. Al día siguiente, se queda perplejo al ver que su vecino sigue vivo, contento e igual de estúpido. A partir de ese momento, se ve atrapado en una extraña rutina diaria de volver a matar a su asqueroso vecino.

Adaptación de la novela de Iosi Havilio, con guion de Santiago Mitre y Mariano Llinás, el título "Pequeña flor" viene dado del tema musical de Sidney Bechet, que suena durante un montón de veces en el film, generando misterio e incomodidad en el espectador, ya que cuando suena suceden muchas situaciones sangrientas. 

Está protagonizada por Daniel Hendler y Vimala Pons, en secundarios tenemos a Eric Caravaca y nuestro Sergi Lopez como un guru cantamañanas que despertara más odio si cabe en nuestro protagonista.

Una película que desconcierta y no sabes por donde va a tirar, y esa es la principal baza para que te pique la curiosidad, motivo suficiente para darle una oportunidad y verla.

La película clausuró la sección noves visions del Festival de cine de Sitges y se estrena en cines el 9 de diciembre 2022.
Destino Arrakis.com

Febrero 2023. Me ha resultado tremendamente divertida, lo que no presupone que a todo el mundo le pase lo mismo. El sentido del humor es algo muy particular.
Se trata de humor negro, absurdo, a veces tocando lo ridículo pero que nunca sabes por donde va a salir, te lleva de sorpresa en sorpresa dentro de una ambientación perfecta en una ciudad aburrida de en medio de Francia que aleja la trama de la cotidianidad del cine argentino (y del español).
El personaje protagonista me ha gustado mucho (también muy bien interpretado). El perfecto observador de todo lo que sucede a su alrededor, que no es poco, adaptándose a cualquier cosa que ocurra, menos a una, y aceptando todo con una resignación que raya en lo cotidiano (si veis la película veréis lo absurdo de todo ello) .
Algo distinto y arriesgado de Santiago Mitre que yo agradezco, porque sí, me ha gustado, mucho, y me ha resultado un soplo de aire fresco y distinto en el cine que estoy viendo en la actualidad.
Dos aciertos adicionales de la película:
- Su ritmo perfecto
- Su muy bien elegida música de jazz.

Pequeña Flor es una película fallida pero con elementos de interés.

Partiendo de una premisa que sitúa el film en la órbita de películas como Atrapado en el tiempo (1993), el film plantea una situación plagada de humor negro y situaciones absurdas.

Santiago Mitre consigue un buen ritmo en la primera mitad del metraje, pero conforme avanza la trama, no podemos evitar tener la sensación de que se está "alargando el chicle" y que la anécdota inicial se agota. La aparición del personaje de Sergi López da un giro a la trama, sin solucionar la sensación de exceso de metraje y (lo que es más grave) sin resolver el elemento fantástico que incluye la película.

A pesar de ello, vale la pena el surrealismo de la premisa inicial, los toques gore y una efectiva construcción del odioso personaje que interpreta Melvin Poupaud. Y poca cosa más...

Mitre, en el que es su séptimo largometraje, realiza un trabajo bastante sólido, imprescindible para poder llevar a puerto (no sé si buen sería el adjetivo adecuado) una historia tan surrealista y absurda como subyugante.

La vida de José, su mujer Lucie y su niña bebé Antonia, transcurre en una ciudad mediana y anodina de la Francia central. En un barrio poco concurrido, de categoría social desconocida y con una ocupación cotidiana en la que la actividad más arriesgada es intentar dar de comer a la niña, José se ve envuelto en una compleja y serpenteante trama de asesinato, llena de rabia, tedio, sorpresa, desconcierto y toda emoción o sensación que pueda verse reflejada en su impertérrito semblante.

Pequeña flor, picotea, valga la redundancia, en muchas flores. La imagen del hombre corriente que se ve envuelto en una incomprensible y desquiciante conspiración de la naturaleza o de las moiras parece venir de Hitchcock, mientras que la mezcla de elementos fantasiosos de factura costumbrista nos remite al realismo mágico de Cortázar o García Márquez.

Quizá estas comparaciones sean demasiado generosas para un film sin grandes ambiciones, desnivelado en alguna de sus tramas o secundarios y surcado por un número desproporcionado de elementos vulgares.  En su conjunto, sin embargo, supone una sorpresa muy agradable, que no se alarga en exceso y permite hacer un entretenido ejercicio mental cuando tratamos de averiguar qué sentido tiene el sinsentido propuesto. Una intención que puede ser un simple divertimento fílmico o una pensada reflexión sobre la necesidad de esforzarse para sacar adelante cualquier relación de amistad a amor.

No quiero terminar sin señalar que sin la interpretación de Daniel Hendler y el sutil dominio de su hierático gesto es el hilo que consigue sujetar y culminar esta descabellada, absurda y surrealista trama.

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