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Soga de arena

Aventuras. Cine negro Una serie de personajes buscan unos diamantes escondidos en algún lugar de Sudáfrica, entre ellos un jefe de policía, un comerciante de joyas con pocos escrúpulos y una sospechosa dama. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2012
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Henreid ama a Burt Lancaster (no me extraña: está guapísimo) y le azota con saña cuando el putón de Calvet se entromete en su affair sadomaso. Lástima que Calvet no da el tipo. Era guapa, pero le faltaba morbo. Opino que Lizabeth Scott habría sido la opción perfecta. Por lo demás, es una película rara, ambientada en Sudáfrica, con esa zona prohibida tan ominosa y la insinuación continuada de que los diamantes exigen mucho derramamiento de sangre. Rains y Lorre repiten sus estereotipos de Casablanca, aunque Rains ya es claramente gay aquí (el tercero en discordia: basta contemplar la escena en que se resuelve a tiros el triángulo), y Lorre nos regala otra de sus composiciones de ser viscoso y repelente. Dieterle dirige las luces y sombras con maestría, y gracias al DVD descubrimos esta pequeña joya oculta durante tanto tiempo. 100 minutos muy entretenidos.
Eduardo
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11 de marzo de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que roza, lo hiere. Así es el diamante de duro. Esta aventura es para disfrutarla reposado y dejarse absorber por la trama paso a paso, por los diferentes escenarios y situaciones que nos proporcionarán un auténtico recital de personajes dispares. El despliegue interpretativo de Claude Rains es un lujo. Sus sonrisas, su conducta solapada… Luego la aparición de ese individuo de físico a lo Hans Topo que si uno se fijara en él, lo despreciaría, es otro regalo: me refiero ni más ni menos que al Sr Lorre: Ese hombre es digno de elogio, siempre pululando por los bares desde Casablanca hasta Suráfrica, embaucando a todo el que se ponga a tiro. "Soy corrupto y estoy a su servicio". Genial, un auténtico crack, admirable, no cabe mayor sinceridad ni mayor lógica en el ser humano.

Con esto y unos diamantes medio enterrados en medio de un desierto, es suficiente ya para ponerse en marcha con esta Soga de arena, pero aún hay más: Corinne Calvet: ideal como esa aventurera que un día quisiéramos tropezar con ella en un tugurio de esos en la otra parte del mundo; y luego un admirable sádico: Paul Henreid, muy metido en su papel de cobarde jefe de seguridad de una compañía extractora de diamantes, que demuestra la validez de aquel título de Diamantes de sangre.

El Apartheid y muestras de su crudeza, con la policía que luego se demostró para su vergüenza los terribles abusos que cometieron y, en medio, como no podía ser de otra forma, Burt Lancaster, en un rol de aventurero genuino, en el típico americano recorriendo mundo como guía de safaris, aventurero a sueldo, medio de vida que tiene que encantar a los americanos para verse en ellos reflejados.

Creo que héroes así no debía haber más que uno por país, como mucho. Hoy ya no quedan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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6 de enero de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arena y diamantes, engaño y violencia, cine negro en el desierto, personajes retorcidos en esta original propuesta del siempre interesante cuando no brillante Wilhelm Dieterle, americanizado en William. Suerte de Casablanca sin Bogart ni Bergman, donde Paul Henreid -qué paradojas- interpreta a un comandante de policía fascista en un imaginario país de diamantes, Peter Lorre hace de Peter Lorre y Claude Rains agranda su leyenda de cínico simpático. Intenso Burt Lancaster, la cosa flojea por el lado femenino -Corinne Calvet- y uno piensa que si Ava Gardner hubiera querido repetir de verdadera mujer fatal como en "The killers" (1946) de Robert Siodmak, ah, otro alemán, la cosa ya se hubiera puesto muy muy seria. Muy entretenida.
Gould
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26 de marzo de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
50/13(22/03/16) Curiosa cinta dirigida por el director de origen germano William (Wilhem) Dieterle, mezcla el drama, con la aventura exótica, el cine negro, el romance o el thriller, es un su concepción de ser una especie de versión nueva de “Casablanca” donde reside su singularidad, posee muchos elementos que recuerdan a la Obra maestra de Curtiz, es una producción de Hal Wallis para la Warner, aparece el gran Claude Rains en un papel similar al de Renault, aparece Peter Lorre en rol parecido al de Ugarte, está Paul Henreid, el que encarnaba a Victor Laszlo, pero aquí con personalidad diferente, es el villano, hay una mujer fatal que no se sabe a qué juega, no es Ingrid Begrman, es la francesa Corinne Calvet, y por supuesto hay un héroe incorruptible, en este caso Burt Lancaster por Bogart, y por supuesto está el exótico escenario en África. El resultado final es un quiero y no puedo, una historia que promete mucho más de lo que da, buenas actuaciones, pero con un regular guión, con incoherencias, lagunas, y diálogos sin mucho fuste.
El escenario principal es Diamandstadt, una población cercana a un territorio propiedad de una poderosa compañía de diamantes, lugar desértico al que tiene prohibida la entrada a toda persona ajena al lugar, la seguridad de esta zona está al cargo de Paul Vogel (Paul Henreid). Hasta el lugar llega Mike Davis (Burt Lancaster) que dos años atrás encontró un alijo de diamantes en la zona prohibida, pero lo dejó allí, Vogel le torturó en su momento para sonsacarle la información, ahora ha vuelto para recuperar los diamantes. Arthur Martingala (Claude Rains) es el delegado de la empresa dueña de la compañía de diamantes que tiene su propio plan para sacar la información a Davis, ha “fichado” a una mujer, Suzanne Renaud (Corinne Clavet), para lo seduzca y le tire de la lengua. Tendrá importancia en el relato el doctor Hunter (Sam Jaffe) y el oportunista Sapin (Peter Lorre).
El guión de Walter Doniger compone una en principio atractiva historia donde se dan cita diamantes, desiertos, sádicos torturadores, mujeres fatales, cínicos personajes, partidas de póker, mapas de tesoros, y valiosos jarrones, ello en un juego donde verdades, mentiras, lealtades y traiciones están en permanente ebullición, pero lo malo es la sensación de dejadez que transpira, de rutina. No te aburre, pero tampoco te seduce, la ves y te hace gracia las susodichas semejanzas con “Casablanca”, pero no es capaz de dar más de sí. Trata temas como la venganza, la traición, el sacrificio, la moral ambigua, el sadismo, la determinación, la integridad, o el amor, pero todo ello con bastante superficialidad.

Burt Lancaster encarna al aventurero, al tipo íntegro, al vengativo, lo hace un tanto demasiado serio, le falta algo de mordacidad, lo dota de melancolía, pero le iría bien cierto aire pícaro que no tiene, haciéndose algo adusta su actuación, le hubiera venido bien el típico cinismo de Bogart para hacerlo más cercano, quizás influyera que la hizo a la fuerza, por contrato, y nunca le gustó este papel. Corinne Calvet, en su debut cinematográfico la francesa adolece de falta alma, de frescura, de personalidad, se nota plúmbea y fría, adoleciendo de química con Lancaster, con lo que parte del motor del relato queda gripado. Claude Rains está impresionante, borda su ambiguo personaje, de sonrisa cínica, maravilloso en su amoralidad, un villano que siempre te cae, le da personalidad, carisma, matices, excelso en su amanerada interpretación. Paul Henreid da muy bien con el malo malísimo, le incorpora sadismo, dureza, muy bueno. Peter Lorre en un secundario formidable, demostrando aquello de que no hay papeles pequeños, si no actores malos, y Lorre es un portento de intérprete que desborda personalidad, un sibilino adorable, una especie de serpiente siempre reptando alrededor del protagonista, fenomenal. Sam Jaffe otro magnífico, demuestra que al igual que a Lorre, la cinta hubiera ganado con más minutos de estos dos. Lo bueno es que la cinta no pretende más que hacer que pases un rato ameno y despreocupado, no ansía trascendencia, y esto lo consigue.

La puesta en escena está bien, con una adecuada dirección artística de Franz Bachelin (“Traidor en el infierno” o “Viaje al centro de la tierra”), y Hans Dreier (“Sunset Boulevard” o “Perdición”), rodándose para los exteriores en el desierto de Yuma en Arizona (USA) y los Studios Warner, reflejando bien los interiores el ambiente exótico africano, en sus paredes y decoración, esto realzado por la sugerente fotografía de Charles B. Lang ("Con faldas y a lo loco” o “Los 7 magníficos”), haciendo buen manejo de las sombras, los claroscuros, y en las escenas nocturnas en el desierto mostrando cierto aire de goticismo. Franz Waxman (“Traidor en el infierno” o “Escala en Hawai”) en la música hace un trabajo ordinario. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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