Tres deseos para Cenicienta

Lo más imponente de esta producción es su efecto visual, los paises nevados de Noruega, la gran ambientación medieval, los castillos y claro está la belleza de la Cenicienta de esta cinta.

A pesar de su bonita ornamenta visual, tenemos que decir además, que carece de alma, no te atrapan en ningún momento sus personajes, ni tan siquiera por su estética. Mejor quedarse con la de Disney que es más disfrutable en todos los sentidos.

Dura relativamente poco (1 hora y 24 minutos), por lo que se puede hacer llevadera, pero olvidable una vez vista. Como siempre con buena intención, pero le faltan muchas cosas a esta adaptación.

*Un romance actualizado

Por más que suene trillado y reiterado en los tiempos que corren, hay que decir que lo mejor de Tres deseos para Cenicienta (2021, dirigida por Cecilie Mosli) es que la homónima protagonista no es ninguna princesa. Si en algún momento del relato esa idea le empieza a seducir, rápidamente la reprime y convierte ese rechazo en una fuerza interior mucho más poderosa. Esto se traduce en algo tan simple como esencial: para cautivar a un joven príncipe, no hace falta tener un pulcro vestido blanco ni usar zapatos de cristal.

Tres deseos para Cenicienta nos muestra eso. Es la historia de un romance poco convencional para los parámetros clásicos de la narrativa Disney, que discute aquella idea de “se casaron y vivieron felices para siempre”. Todo en el contexto de una aldea y un castillo en medio de inmensos cerros nevados. Estamos ante una Cenicienta empoderada, que quiere salir a cazar, pero que eventualmente se verá tentada por la pomposidad de la realeza cuando se enamora del príncipe. Sin embargo, ella nunca traiciona su esencia, y ese es el subtexto principal de la peli: sé fiel a vos mismo/a, sin negociar la identidad.

*Magia realista

A la audaz Cenicienta interpretada por la cantante Astrid S, un búho mágico le concede tres deseos. Pero el tercero nunca se cumple, y no adelantaremos más sobre el porqué, solamente decir que está directamente relacionado al tema de la identidad.

Con una madrastra malvada, blanca y gélida, que se parece más al Drácula de Gary Oldman de 1992 que a cualquier caracterización extraída del imaginario Disney, Tres deseos para Cenicienta emerge como una de las apropiaciones actuales más acertadas de un cuento clásico transpuesto al universo del cine. Hay épica (la música absorbe el clima de una manera descomunal), despliegue visual, carismáticos personajes y mucha nieve. Y un detalle no menor: se agradece la ausencia de exceso de CGI y evidentes diseños de paisajes con pantalla verde. Esto le suma atmósfera y un indiscutido realismo que sigue haciendo falta en grandes producciones. Bosques de pinos y auroras boreales que encandilan con su majestuosidad, de nuevo: sin excesos digitales.

*Conclusión

Por supuesto que esta entrega tendrá sus detractores, pero lo cierto es que es un atrapante relato para infancias. Aborda temas como la diversidad de género y que demuestra que hay muchas maneras de representar al amor en el cine. Una película actualizada en términos socioculturales, que agita códigos morales de representación y no destruye sino que (de)construye y abraza personajes clásicos para amarlos y armarlos de otro modo.

Escrito por Juan Velis