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A prueba de balas

Western Un grupo de vaqueros pretende expulsar a todos los granjeros de la zona, para lo cual no dudarán en emplear los métodos más expeditivos... (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
26 de junio de 2009
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es el primer largometraje de John Ford y su film más antiguo que se conserva íntegro. Lo pude ver por primera y hasta el momento única vez en el extensísimo ciclo que la Filmoteca de Catalunya dedicó al director en 2002 —además, en condiciones óptimas, gracias al acompañamiento en directo al piano del maestro Joan Pineda, al que desde aquí aprovecho para rendir homenaje por sus intervenciones en esta sala, que nos devuelven al lugar donde nunca vivimos—. Desde la memoria de esa sesión de tarde, escribo estas líneas.

Recuerdo cómo tuve la impresión muy clara que el aprendiz (Ford), en una fecha tan temprana, ya había asimilado plenamente, y en algunos aspectos incluso superado, las lecciones del maestro (Griffith). Casi no recuerdo los detalles del argumento, una muy simplista historia de granjeros y ganaderos, con personajes en exceso arquetípicos y funcionales. Pero sí recuerdo que la marca del estilo visual fordiano ya se estaba manifestando: el buen ojo para la composición en el encuadre, la sencillez expositiva, la búsqueda del "montaje invisible" con la cámara a la altura del ojo humano y, en el clímax emocional, esa capacidad tan difícil para huir de los efectismos y lograr lo que podemos llamar la "emoción en plano general" (algo en lo que Ford llegó a ser el maestro absoluto; recordemos, por ejemplo, cómo visualiza los sentimientos de Walter Pidgeon en el momento de la boda de Maureen O’Hara en "Qué verde era mi valle").

Finalmente, dos imágenes fugaces quedaron también cautivas en mi memoria: la primera aparición de Harry Carey, saliendo del agujero en un tronco, y el gesto postrero de sostenerse un brazo con la mano del otro —sí, el mismo que homenajeó John Wayne en "Centauros del desierto", provocando las lágrimas de la viuda de Carey—. A mí me emocionó, en cambio, el trayecto inverso desde la consecuencia hasta su antecedente. O, lo que es lo mismo, el viaje a los orígenes de uno de los más grandes cineastas. Lo que vino después, ya quedó para la historia.
Quim Casals
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6 de enero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
My name’s John Ford. I make westerns.
De esta manera se definió John Ford y aquí tenemos la primera prueba de que eso era cierto. Ya antes había rodado cortos, casi todos sobre historias del Oeste, pero este es su primer largometraje, cuando cuenta con 23 años, y lógicamente es un western. Y como ocurre con las primeras películas de casi todos los directores, contiene uno de los temas que más le preocupan a Ford y sobre el que volverá muchas veces: el conflicto entre el nomadismo y la estabilidad. En las primeras imágenes vemos a un jinete a caballo que guía una manada de reses que se ven al fondo de un valle con otros jinetes y aquí ya nos encontramos con un director que tiene un gran sentido pictórico del encuadre. En estos primeros planos de la película la cámara no se mueve, pero Ford hace moverse a los jinetes y a las reses iniciando un dinamismo propio del género y que también le es característico. Un momento importante de la película se produce cuando Harry, el pistolero a sueldo, va a matar a un viejo granjero. Entonces observa la escena del entierro del hijo del granjero. El plano de este entierro, Ford nos lo presenta borroso y sobrexpuesto. En el siguiente plano vemos al pistolero frotándose los ojos. Con la manipulación de la luz y la imagen, entendemos los sentimientos del pistolero. Emotivo es también el plano en el que la hija del granjero, al ir a servir la mesa, aprieta contra su pecho el plato vacío de su hermano muerto. Pero la película está llena de imágenes al más puro estilo del western, con cabalgadas, tiros, peleas, etc. y en cada uno de los planos podemos recordar alguna película que Ford realizará años más tarde pero que seguro nosotros hemos visto antes que esta.
Pp Ferrer S
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15 de marzo de 2023
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Y yo que pensaba que era Sergio Leone el primero que había utilizado en el western el efecto de los primerísimos primeros planos. Admito que no soy muy fan de ese género y que he visto poquísimos westerns del periodo clásico. Pero al menos con esta película descubrí que el señor Ford ya era consiente del efecto dramático que producía encuadrar el rostro de dos contrincantes y transmitirnos el efecto de lo que siente un hombre al mirar fijamente a su oponente con el que deberá batirse hasta la muerte.
Hasta la fecha son diez las películas que he visto de este gran director. Un día me propuse a verlas todas desde el comienzo. Y con esta empiezo mi maratón.
Ya desde el inicio, Ford nos deja claro el buen sentido de la estética que tiene para escoger los mejores planos y su especial habilidad para incorporar efectivamente a los personajes en un entorno natural.
A esta obra no le falta nada; ni momentos dramáticos, ni tensos o de mucha acción.
Si bien, no hay duda de que el montaje final debió estar muy influenciado por el estilo de Griffith, Ford lo lleva un paso más allá acercándonos mucho más a la acción con una amplia variedad de encuadres desde distintos ángulos. Numerosos objetos que estallan al contacto con las balas acrecientan la sensación de peligro inminente.
Por el lado del guion nada que objetarle. Una historia simple y efectiva que una hora nos dice todo cuanto había que decir.
Con esta película, John Ford empieza su carrera con el pie derecho demostrando desde el principio que había nacido para ser cineasta.
Ricardo Fields
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