Largo retorno

Pretende ser un mixtura de drama romántico y pinceladas de ciencia ficción con el tema de por medio de la criogenización.
El primer ingrediente de la mezcla es sencillo, típico, gente guapa conoce a gente guapa, en ambiente desahogado económicamente con parsimonioso y apasionado idilio. Filmado con poca gana sobre todo la luna de miel en una Venecia de tarjeta postal, se nos deriva de forma bastante pobre hasta el segundo ingrediente.
El segundo ingrediente aborda la tristeza que supone el truncamiento de esa felicidad con la aparición de una extraña enfermedad de la bellísima Lynne Frederick (Ana), Como último recurso se decide hibernarla para dar con el remedio a sus males y con la incognita temporal de su sanación.
Los años pasan .... y todo cambia lógicamente, ya no somos guapos nos convertimos en ancianos con todo lo que ello conlleva para abordar la vida que nos queda ...

En definitiva la considero una rareza en el cine del prolífico Lazaga, que se puede visionar, como mera curiosidad del cine del año que murió el dictador.

Una película atractiva, como casi todas las de Pedro Lazaga. Cuenta una historia de amor que se ve destrozada por una enfermedad poco corriente y que obliga a que la esposa duerma un sueño extraño durante muchos años como si estuviera muerta en vida. Luego se produce el reencuentro temido por el esposo ya lógicamente envejecido. La honestidad de este empeño se palpa de lejos aunque haya momentos en que le cuesta un poquito mantener atento al espectador. La historia es conmovedora y se aplica toda la sensibilidad posible para abordarla. Mark Burns y la difunta Lynne Frederick actuan con una exquisita sobriedad que no excluye el sentimentalismo y la pena porque los personajes rezuman humanidad y buena voluntad. También destacan dos intérpretes con la categoría que tienen Charo López y Juan Diego. Hay detalles de buen gusto en esta elegante obra y el tono narrativo es sereno. Aunque tenga ciertas limitaciones, "Largo retorno" es una obra que merece la máxima atención por parte del espectador y una estima especial por sus decorosas peculiaridades. La guinda que tiene esta buena película es la deliciosa canción de los créditos finales. En general el interesante punto de partida está bien aprovechado y el tema que trata consigue calar hondo en el espectador gracias sobre todo a sus diálogos que son sencillos en las primeras situaciones cotidianas de la pareja dando así una agradable sensación de naturalidad en la que se palpa una finura especial. La obra se hace más profunda después subiéndose gradualmente el tono de afectación dramática pero sin llegar nunca a excederse.

Pedro Lazaga, uno de los directores más prolíficos de la comedia española del último franquismo, nos sorprende a todos aquí con un drama romántico de ciencia ficción como de corte más internacional, con actores protagonistas extranjeros, ingleses para ser exactos, Mark Burns y la bellísima Lynne Frederick. El estilo de esta "Largo retorno" podría ser casi el de "Love Story" (1970), que creo que dio el tono a un subgénero tan propio de los años setenta, que es el drama romántico y triste al mismo tiempo. Es decir, la clásica película en la que se quieren mucho pero vienen las desgracias y el espectador, especialmente la espectadora, acaba llorando como una magdalena.

Dicho esto, la presente lo intenta con no demasiada fortuna, a pesar de que parte de una idea de gran potencia y belleza romántica, el verdadero amor ante la enfermedad, la soledad y la muerte. Sin embargo, su narración cae en mucho lugar común, afectación y clichés de la época, es obvia y primaria. Todo queda como muy de postal, o sea, poco real. El romance no es que te cautive pero hay que confesar que es muy difícil construir una historia de amor emocionante en veinte o treinta minutos. Con todo, la película se deja ver por su toque sentimental, por su buena intención, esta historia parece sacada de un relato de Poe, y por la mucha hermosura de Lynne Frederick.

Una auténtica rareza del cine español y me atrevería a decir que de todo el cine de la época, basada en la novela del mismo año de Germán Ubillos. Un melodrama romántico de ciencia ficción o ciencia ficción romántica, o algo así. Que dicho de esta manera te puede sonar mal, pero para nada.

Pedro Lazaga sale airoso de «Largo retorno», todo un tributo romántico que si te descuidas te hará soltar alguna lagrimilla. El amor casi más allá de la muerte, el amor más allá de apariencias, el amor cuando se ha extinguido la belleza, el amor en su estado más puro. Esto es bonito y emociona. La segunda parte es mejor que la primera, que consiste básicamente en contarnos cómo se conocen y se casan la pareja protagonista Ana y David, dos ingleses llamados Mark Burns y Lynne Frederick.

Sin embargo, es muy difícil construir una historia de amor que sea romántica con chico conoce chica; es decir, que el hecho de que dos personajes se vean, se gusten y empiecen a salir pues cae en lo rutinario y lo obvio, a no ser que le des otra dimensión u otros elementos que en «Largo retorno» no se dan. A mitad de película ocurrirá el hecho importante y será cuando la película dé lo mejor de sí misma. La línea entre amor y obsesión siempre me ha parecido borrosa, apenas existente, y seguro que esta historia te hará pensar sobre ello.

La idea es preciosa, muy potente e intensa, mientras que la película es muy dulzona y luminosa, lo que creo que no le sienta bien del todo. Aun así, recomendable.