Lalola (Serie de TV)

Lalola es una serie que llamó mucho la atención.
En Argentina, el modo de pensar es bastante cerrado en cuestiones de sexo.
Esta serie se arriesgó y divirtió planteando cuestiones de género que jamás causaron gracia alguna, y planteando un pensamiento profundo respecto a los sentimientos humanos más allá de si eres hombre o mujer, hetero o gay.
Algo avanzada en el tiempo, creo que aunque la gente la veía por las graciosas interpretaciones de los distintos personajes que componen la serie, subyacía también la reflexión y la aceptación a un tema negado en nuestra sociedad: el amor más allá de la sexualidad.
En Argentina fue multipremiada y se hizo un remake en España que hasta donde sé no funcionó tan bien... seguramente porque en España no debe ser algo tan novedoso como lo fue acá.

Los Ortega no dejan de sorprenderme. Primero, y mientras en el mundo descollaban Black Sabbath, Led Zeppelin, Pink Floyd, Jimi Hendrix, Queen, Piazzolla, Miles Davis, Etc. aquí, en Argentina, descollaba "Palito Ortega" (Piazzolla era reconocido más en Italia, Francia y Japón que en su propio país). Después, como si lo anterior no fuera ya demasiado, luego de una unión sublime de "Palito" con Evangelina Salazar (es tía de Luciana Salazar; una perla absoluta) vino al mundillo del espectáculo Julieta Ortega: no se sabe que hizo, no lo recuerdo bien, sólo me da cierta jaqueca al evocar su nombre. Está para darle tres días seguidos, eso sí. Luego vendría un gran artista, como ellos mismos se denominan, me refiero al inefable Emanuel Ortega, un afeminado compositor de blandas melodías para chiquillas afiebradas por la edad. Es además una loca agresiva. Una vez le quiso pegar a un viejo de noventa y cinco años; todo un mérito y una gran muestra de bravura. Por último tenemos al talentoso Sebastián Ortega, el "lúcido de la familia", el cerebro, el orgullo de sus padres y poseedor de una impactante y genuina personalidad (se tatuó un equipo de música en el cuello).
Este muchacho, no es más que un pedante, engreído director de baratijas que el cansado pueblo argentino, al no tener ninguna otra alegría, se dedica a masticar con fruición y a soportar la consiguiente y lógica dispepsia. Me habían recomendado esta serie, pero sólo toleré tres minutos antes de ir corriendo al baño a lanzar lo que había entrado por mis pobres ojos. Al día siguiente, insulté al personaje macabro que me había recomendado esta tontera.
¿Que más Ortega, por Dios, con que otra mierda nos vas a insultar?

No sé si es que en Argentina están acostumbrados a este tipo de ficción o telenovela, y ese sea el porqué de la mala calificación, pero a mí, como colombiana, me pareció super original y divertida.

Nunca había visto algo así; y no me refiero sólo a la temática tan abierta y liberal (que esto ya es novedoso en Latinoamérica), sino a la forma de hacerla: todo el momento te están sorprendiendo con un estilo nuevo. Por ejemplo, en una escena, de repente, todos actúan como si de una obra de teatro se tratara y, al final de la escena sueltan los libretos y y se inclinan (reverencia) hacia la pantalla como si el público los estuviera aplaudiendo; en otra escena actual como si fuese una telenovela mexicana, etc, pero estas cosas son aisladas, al azar, inesperadas, no tienen nada que ver con el conjunto; como si de un sketch se tratara.

Los personajes también actúan de forma inesperada y son sumamente graciosos. Hago mención especial a Gastón (Rafael Ferro), el villano; su química con Lola (Carla Peterson) permite muchas escenas de humor.