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Anabel

Terror. Intriga Tras la marcha, en circunstancias algo turbias, de Anabel, sus dos compañeras de piso deben buscar alguien más con quien compartir el alquiler. El elegido es un señor mayor que logra ganarse su confianza, pero que pronto se descubrirá como una presencia extraña e inquietante. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
26 de marzo de 2021
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anabel es una de aquellas películas que le dejan a uno, si no indiferente, por lo menos con la expresión de levantar una ceja, preguntándose: “Muy bién... y ¿ahora qué?”... “¿Qué es lo que usted, Sr.Trashorras , quería contarnos?”

Por toda respuesta, uno se encuentra con una película de argumento de lo más común, alrededor del cual no se apercibe el significado claro de una trama, que parece hecha de piezas de puzle varias entre las que no hay manera de hallar un encaje; tal pedazos errantes o flotantes, van pululando sin rumbo claro varios elementos narrativos del guión, que si fueren retazos de ropa, uno no sabría si hacerse con ello unos pantalones, una camisa o un sombrero.

De modo, que pasados los títulos de crédito finales, uno se encoge de hombros y, en palabras del defenestrado Mayor Trapero se dice: “Pues... bueno, pues... adiós”. Eso sí, nada más lejos que con la impresión de haber perdido el tiempo; todo lo contrario, algo interesante siempre se aprende, a pesar de la relativa apatía que la película inspira a cuerpo y mente, y con ganas de adoptar el papel de cínico simpático ante las controvertidas opiniones que sugiere este film.

Rodada en blanco y negro, y con unos injertos en color, que todavía no me explico su razón de ser (será que mis neuronas cuarentonas ya no pillan según que cosas), toda ella reviste en su formato y estética lo que parece un homenaje al consagrado Narciso Ibáñez, en sus “Historias para no dormir”; aunque para consagrarse él, en solitario, a Trashorras le queda mucho por trillar, aún el tanto que se marcase en su día como co-guionista de “El espinazo del Diablo”.

Teniendo entre manos una idea con un buen potencial , con el que elaborar algo sólido, no acierta más que a una especie de majadería, carente de sentido, y que a la postre divide en capítulos que , en vez de ayudar al espectador a hacerse una estructura clara del hilo, tienden a marearlo todavia más. Sin aparente lógica estructural.

Simplemente, como si de una tarta o bandeja de canelones se tratase. Sólo para justificar los vaivenes con los que nos trae y retrotrae en el trazo del guión. Lo que aún hace más chapucero el montaje; como esos “disc jockeys” de tres al cuarto que manoseando el vinilo de mala manera, convierten una música ya de por sí machacona, en monstruosa tortura para los oídos.

Al igual los diálogos, insubstanciales e insulsos en su mayor parte, excepto en el momento crítico que conducirá a una mínima resolución de la historia, poco aclaran lo que se pretende transmitir, en un desperdicio de los tres únicos actores, que a ligera excepción de la estrafalaria figura de Enrique Villén, tampoco son nada del otro mundo, y su interpretación se queda a medio exprimir. Los papeles de Rocío León y de Ana de Armas (cuya “personaja” en la historia es de armas tomar), no pasan de un exhibicionismo chabacano en el que lo hacen todo unos insinuantes vestuario y maquillaje (que conste que sólo en grado de pretensión), y poco la interpretación, que por mucho que se esforzasen, no hay más cera que la que arde para que pudieran lucirse como actrices, por mucho que digan los aduladores de este plato de gachas.

Ni tan siquiera la banda sonora conecta con el resto de ingredientes para dar un mínimo relieve dramático. Aparece tan sólo como un tímido comparsa que se añade a su bola, a propio ritmo de cocción.

En su conjunto, pues, un insípido engrudo del que me comí hasta la última cucharada, pero sin ganas de repetir plato. Un plato que te sirven en esos restaurantes, donde pretenden hacer creer a la imaginación, la exquisitez de la ración de patatas hervidas a treinta euros, disfrazada de una rimbombante denominación en la carta. Lo que nos cuelan, con ese mito de la creatividad (cuando ya está todo inventado) y el minimalismo (traje de seda con el que muchas veces revisten a la mona de lo soez u ordinario).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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6 de octubre de 2016
43 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
...Pero viendo ciertas críticas sobre esta película lo empiezo a dudar.
A ver, que sí, los actores lo hacen muy bien, vale.
El presupuesto y los medios a la vista se ve que son escasos y consiguen una película que intriga, vale.
Va creciendo el interés por ver el desenlace, vale.

Fíjate si vale que en mitad de la película piensas cómo puede tener tan baja puntuación si es una cinta entretenidísima e inquietante a más no poder.

Pero claro: Lo que no puedes es hacer un final sin final y decir que es que cada uno lo interprete a su manera.
El final de Shutter Island cada uno lo interpreta a su manera.
El final del Club de la Lucha cada uno lo interpreta a su manera.
El final de American Psicho cada uno lo interpreta a su manera.

Son GRANDIOSOS finales con muchas posibles alternativas y todas válidas.
Decir "hasta aquí", sin aclarar el qué ni por qué ni cómo, cortar, ponerlo en blanco y negro y esperar a ver a los eruditos decir que es una maravilla, pues yo qué sé.

Igual es que yo me consideraba culto, pero no.

Lo que digo siempre, que es muy fácil "liar" una película para mantener la intriga y al espectador enganchado, lo verdaderamente difícil es que al final, ya sea más claro o más sutil, todo ese lío tenga su sentido, su explicación y su por qué.

Si no es trampa.

Y me decepciona precisamente porque sí, hasta ese momento la película es interesante. Tanto que corta por lo sano porque ni ella misma sabe cómo acabar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JFT
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27 de agosto de 2021
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Sabéis esos cuadros que hay pintado un rectángulo relleno de, por ejemplo, color verde sobre un fondo amarillo y ya está?
Estudiosos del arte lo admirarán, se sublimarán, y te dirán que representa la insignificancia del ser sumida en el caos de la sociedad... o alguna chorrada similar.
Pero tu miras el cuadro, y lo único que ves es que el artista ha cogido un rodillo y ha pintado todo el lienzo de amarillo. Luego, una vez seco, le ha dado un par de pasadas más con el rodillo ahora con pintura verde y hacer un rectángulo.
Y listo, ahora a venderlo, exponerlo y dejar que los "estudiosos" vean lo que quieran ver.

Pues viendo las notas altas que algunos le dan a esta película, más o menos viene a ser lo mismo.

Vamos a ver, esta película llamada Anabel, que por cierto apostaría mi alma al diablo a que escogieron este título para aprovechar el tirón de la cinta "Annabelle", la de la muñeca posesa... esta a la altura de un episodio de La Hora Chanante.
Sí.
La fotografía, el montaje, los enfoques de cámara, las melodías escogidas, la narrativa... Todo me recordaba a un capítulo más de La Hora Chanante, solo que sin gracia claro.
Ojalá hubieran aparecido Joaquín Reyes o Ernesto Sevilla caracterizados de Anabel, eso habría salvado la cinta...

Vale, el presupuesto es bajo.
Vale, es cine de autor.
Vale, se busca cierto expresionismo, o eso creo..., y por eso se ha optado por rodar en blanco y negro.

Pero he visto cortos con menos posibilidades y menos pretensiones, dar muchos mejores resultados.

A esta película se la cataloga como Terror/Misterio..
Bien, de terror nada.
Misterio..., bueno, algo hay. Pero simplemente porque se le da rienda suelta a la incoherencia, y claro, inevitablemente el argumento se vuelve misterioso...

A ver, el elenco...
Hay que decir que no lo hacen mal, pero bueno, es que la cinta en sí tampoco permite brillar a nadie.

Ana de Armas bien, lástima que su papel tenga ciertas pinceladas de ser "la chica guapa" y tenga que mostrar tipito e incluso hay una escena pseudoerótica (incoherente como todo lo demás, por supuesto) donde casi hace top less. Es innecesario.
Rocío León también bien, pero bueno, insisto en que la película no permite a nadie poder lucirse, más allá de mostrar su profesionalidad y hacer lo que se le pida.
Enrique Villén es el más solvente, también es que le ha tocado el personaje misterioso.

El argumento, podría llegar a ser interesante, si hubieran puesto cierto interés en narrarlo.
Pero es que no hay narrativa, es una sucesión de escenas (con títulos estúpidos como "La manipura" o "Las Babas del Pavo Real") en las que se centran en la parte de lo que es obvio, pero apenas nada de lo que debería ser la parte misteriosa..
Entonces, el poco misterio que hay, es que apenas sabemos cuál debería ser el misterio.

Todo se centra en un piso compartido donde dos chicas buscan reemplazar a una tercera (Anabel) a la que han echado, o se ha ido, o yo que sé...
Por pena aceptan a un señor mayor muy majo.

La sinopsis reza que este inquilino se vuelve inquietante y enrarece la relación entre las chicas.
Pfff.., pero vamos, la relación prácticamente se enrarece por sí sola. Las aportaciones del inquilino a parte de cocinarles y hacer crucigramas..., las pongo en spoiler. Pero vamos, son incoherencia en estado puro.

Tiene un final abierto a la interpretación de cada uno (como el cuadro con el rectángulo pintado a rodillo)...que solo demuestra que todo el "argumento" es fruto de una idea vaga, que si se elaborase podría estar bien...., pero que se ha optado por dar golpes de pincel, aquí y allá, sin llegar a componer una imagen coherente del cuadro... y así se ha quedado, para que luego cada uno interprete lo que quiera.

Ni terror, ni misterio, solo incoherencia.
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Kabuto
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7 de enero de 2016
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonio Trashorras es un conocido analista y crítico cinematográfico. De entre sus filias destaca especialmente su predilección por el género de terror, haciendo hincapié en su variante más incisiva y minoritaria, como bien patente quedó en su anterior película "El Callejón". El film, no gran conocido, era una desmedida muestra de influencias capaz de asumir la colorista estética visual del Giallo o los patrones narrativos del Slasher, culminando en un desenlace incomprensible y arrítmico, pero de excelso disfrute para los entusiastas del género. Como ópera prima "El Callejón" no pasaba de simpático homenaje, con una Ana de Armas despampanante, pero su conjunto de impostado calado reivindicativo podía ser asimilado con mucha gracia y admiración. Para su segunda película Trashorras huye de todo eso componiendo una historia mucho más minimalista, de aspecto teatral, pretendiendo claramente una narrativa mucho más trabajada. En ella se percibe al director más centrado en una mayor visceralidad, intrínseca en la atmósfera, como vehículo para llevar llevar a sus personajes a un extremo de emociones que sin embargo acabará siendo absorbido por una estética demasiado amateur. Esta, quizá impresa de una manera acartonadamente impostada, hace funcionar la historia bajo un filtro de autor que sin embargo acabará echando por tierra todas las buenas intenciones de sus maneras implícitas.

De nuevo con su inseparable Ana de Armas, aquí en un protagonismo compartido por Rocío León y Enrique Villén, cuenta la historia de dos jóvenes que comparten piso y necesitan un inquilino más para afrontar el pago de su renta, tras la marcha de la joven Anabel en extrañas circunstancias; aunque con ciertos miramientos iniciales, aceptarán como nuevo inquilino a Lucio (¿nos acordamos aquí de Fulci?), que enturbiará progresivamente la buena relación de las chicas. Trashorras vende durante 75 minutos una pequeña historia que bien podría haber sido la semilla de un excelente corto y aquí se alarga hasta el extremo, ofreciendo un mcguffin amparado en la chica desaparecida que se hace funcional sólo en momentos muy puntuales. Quizá el problema del film, dejando a un lado lo áspero que pueda ser para el espectador su consabido y torpe amateurismo, son las intenciones de querer elevar a su género a un nivel de intransigencia respecto al mismo que le hace recorrer un reglamento interno que no se sabe elaborar; o, lo que pudiera ser lo mismo, elevar las emociones de los personajes a una turbiedad que el film no logra en ningún momento, lo que desbarajusta cualquier tipo de entidad en la película. Uno no sabe como enfrentarse a esta "Anabel" cuando de una simple historia se pretende un retrato sórdido que no acaba de despegar y cuando también sus atrevidas formas se quedan simplemente en eso, en unas buenas intenciones de originalidad que el espectador más ducho en el género acabará viéndole el cartón.

En esencia, "Anabel" es exteriormente algo totalmente opuesto a "El Callejón": la ópera prima de Trashorras era todo un humilde, respetuoso, vistoso y descarado mix de influencias con ninguna otra intención más que la del guiño al espectador (que le hace que se le perdonen algunos momentos de lo más chabacano), mientras que en "Anabel" se pretenden unas formas mucho más complejas, nada bien asimiladas y que caen en un error fatal como es llegar al tedio y la redundancia, donde las piruetas visuales (ojo a los insertos en color) añaden aún más incomprensión al conjunto. Que Antonio Trashorras es un fiel e incombustible conocedor de la gran mayoría de las variantes del cine de terror está claro, pero en su faceta como director quizá su ímpetu referenciador acaba por ahogar unas ideas bastante interesantes. En "Anabel", donde el trío protagonista no sale nada mal parado en su trabajo, se ve un suspense que funciona por instantes, pero que podría haber dado de sí mucho más de lo finalmente visto.

http://elgabinetedelreverendowilson.wordpress.com/
Reverendo Wilson
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24 de enero de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta casi increíble, que un realizador como Antonio Trashorras estuviera detrás del guión de una película tan estimulante como es "el espinazo del diablo", y la única explicación que me cabe en el magín es que la mano maestra de Guillermo del Toro salvara "los trastos", porque sin duda, si la jeta, o simple caradura, por emplear un término menos "jergoso" fuera la única cualidad a valorar en un film, Anabel hubiera arrasado ese año en los Goya. Y es que la "Anabel" española (por desvincularla de su "sosías americano"), es un pergueño que no puede tocarse ni con un palo de tres kilómetros de largo, y que por no ser, no es digna de la menor reseña cinematográfica que se precie, no digamos crítica.
Resulta casi ofensivo escribir cualquier cosa sobre este engendro en el que Trashorras, en un alarde de "pseudo-intelectualidad y autocomplacencia que roza casi la masturbación mental en la cara del espectador, compone una especie de "pastiche" personalizado para dar pábulo a su insoportable complejo de superioridad ¿? sobre la estupidez del espectador y su incapacidad para comprender los entresijos de su mente superdotada. Supongo que es de esos tipos que están convencidos de que cuando se le critica se hace por envidia, como si fuera envidiable carecer de la más mínima habilidad para imaginar un final plausible, o hacer un discurso fílmico meramente decente. Ni actores como Enrrique Villén ni Ana de Armas, totalmente desubicados en un guión que ni ellos entienden, consiguen salvar la "cosa" (Es de suponer que forman parte de ese colectivo anodino incapaz de entender el arte ¿conceptual? de su autor) y por eso asumen sus papeles con resignada apatía, absolutamente carente de matices.
Después de casi 90 minutos de "absolutamente nada", con vergonzosos injertos a lo "hardcore", que nada significan, y que contribuyen no poco a molestar los oídos y la vista del espectador, Trashorras echa sorpresivamente el telón,( me niego a mentar el obsceno símil que me viene a la mente), cubriendo de oprobio lo que para él es una indudable obra maestra.
En la inmortal obra de Cervantes, Don Quijote, conversando con el Bachiller Sansón Carrasco, manifestaba su temor de que el autor que había pergueñado la novela de su vida, fuese como aquel pintor, que preguntado sobre lo que pintaba respondía:" lo que saliere".
Dudo que el autor de "esto" haya homenajeado este pasaje, como dudo de que siquiera lo haya leído. Se podrán argüir, con la pedantería de autores y críticos, conceptos tan variados como "vanguardia"," arte conceptual", o lo que se quiera. La palabra adecuada es mierda.....
Espero que los críticos y sesudos que elogien esta obra, junto con su nefasto autor, sean condenados por tal tomadura de pelo, y por sentencia firme, a comparecer en público y explicar sus "razones" y de paso explicar un poco a los "tontos de capirote como yo" de que va esa "cosa"
Nada más...excepto a apostillar que jamás en décadas he visto nada peor. Como decía cierto crítico: "lo juro por la séptima musa"
el feroz
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