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Goya en Burdeos

Drama A los 82 años, exiliado en Burdeos con Leocadia Zorrilla de Weiss, la última de sus amantes, el pintor Francisco de Goya reconstruye para su hija Rosario los acontecimientos que marcaron su vida. Una vida en la que se suceden convulsiones políticas, pasiones emponzoñadas y el éxtasis de la fama. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2006
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La enésima demostración del talento artístico del gran Carlos Saura, indiscutible cineasta al que todavía algunos siguen minusvalorando. "Goya en Burdeos" es un proyecto largamente acariciado por Saura, la biografía del genial Goya a partir de los últimos días de vida de éste, en Burdeos y en compañía de su esposa e hija. Goya es un pintor admirable y una figura apasionante para Saura (quién dedica la película a su hermano, el pintor Antonio Saura) y se acerca a su figura de un modo personalísimo y artístico, nada habitual y muy alejado del típico "biopic" hagiográfico y meramente narrativo.
Saura hace una película hermosa, eminentemente estética, llena de brillantes decorados y magnífica fotografía (Goyas respectivos para Jean Pierre Thevenet y el maestro Storaro), en la que sincroniza y superpone la figura del Goya viejo y enfermo (última gran interpretación de Paco Rabal) y la del Goya en plenitud artística, aquejado ya de sordera y amante de la duquesa de Alba (muy aceptable José Coronado).
"Goya en Burdeos" es una versión, con suprema lógica, de la vida del pintor desde el onirismo, el simbolismo, las pesadillas interiores que lo asediaban, sus dioses y demonios, lo surrealista, lo escenográfico y lo visionario, con lo que se identifica brillantemente la propia personalidad del pintor con la propia personalidad de esta excelente obra. Por extensión también se produce una identificación entre el estilo de la película (alternativo y arriesgado) con las distintas etapas de la obra del pintor, que configuran un estilo pictórico visionario, desasosegante, surrealista, genialmente desordenado, plenamente simbólico (para Saura, Goya y Buñuel son dos de sus incólumes referentes y al segundo, el cual también admiraba a Goya, dedicó su siguiente película: "Buñuel y la mesa del rey Salomón"). Esto es, la identificación de las etapas creativas con las vitales.
Hermosa pero nada hueca ni inane, resulta un acercamiento fantasioso, imaginativo y fascinante al mundo del genio ya crepuscular y decadente, pero mucho más fascinante y lúcido en sus intermitentes lagunas. Hay una gran aportación de la Fura dels Baus, reconstruyendo los míticos fusilamientos del 2 de mayo, así como un uso espléndido del color y los decorados, de la intercolación de cuadros y vida, aparte de unas magníficas interpretaciones de la niña Dafne Fernández y de Eulalia Ramón (hija y esposa del artista respectivamente).
Es, resumiendo, una de las mejores películas de Saura, que entronca con su mejor cine -el de los 60 y 70-, un director que obra tras obra va logrando una libertad creativa cada vez más absoluta e intransferible, un terreno vallado para sí solo, una altura de cineasta ancho y grande que solo unos pocos privilegiados hombres y mujeres de talento tienen hoy en día,pues no solo bastan películas, experiencia, suerte o dinero, sino, sobre todo, mucho talento y unas ideas absolutamente claras.
kafka
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1 de octubre de 2008
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ver esta película, sólo sabía lo poco que dice su título: que relataba los últimos días de Goya en su exilio francés. Se suponía también que para que la película tuviera algo más de miga, el personajes magistralmente interpretado por el desaparecido Rabal contaría los hechos que marcaron su vida. Pero la película va mucho más allá y no sólo la historia está bellísimamente relatada, sino que se convierte en una obra de arte más. Los planos son bellísimos, los juegos de luces y sombras son evocadores y tremendamente sugestivos para un estudiante de arte, Goya es fuerte y atrae con su aspecto de ogro bueno, las escenas oníricas y las habitaciones cambiantes le dan una rabiosa modernidad a la película, dejando de lado las tediosas pelis de época y haciendo un paralelismo con la modernidad de goya; los fondos irreales, que no son otra cosa que sus propios cuadros... La música es maravillosa y evoca a la España de siempre sin caer en la charanga y pandereta tan penosamente habituales... Es espléndida en todos los sentidos y es como la espiral que Goya dibuja en sus delirios, una satisfacción y una sorpresa continua y que nunca acaba, te deja un regusto, unas ganas de volver a ver algunas escenas y te llega al corazón con ese Goya sordo que mira al infinito y recordando los errores de la España que dejó atrás. Maravillosa.
Paco Ledesma
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13 de enero de 2006
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que de todas las películas de Saura esta es la mejor y la más infravalorada. Aunque, el problema de hacer un comentario sobre ésta, resulta difícil por donde empezar.

La dirección es muy buena, en donde se combinan todo tipo de espacios de una manera muy peculiar y estudiada. Se combinan los escenarios teatrales (con telones como fondo), espacios arquitectónicos verdaderos, espacios vacíos o imaginarios, la naturaleza de los jardines y la ciudad burguesa. Todo esto varía dependiendo de las distintas impresiones y las sensaciones que se quieran dar. A esto le unimos el característico uso de luces que están en las películas de Carlos Saura y da un toque enigmático, atrayente, acogedor o temible a lo largo de la película.
La música y la danza también tienen su hueco en esta película y unas interpretaciones buenísimas. Sin duda, Francisco Rabal hace un papel inolvidable, que con José Coronado bordan el dualismo temporal del personaje de Goya.

He elegido como título de la crítica uno de las estampas más representativas de Goya, pues creo que esta película representa, a través de los actores y resaltado por la escenografía, las luces y sombras de la mentalidad de unos mayores artistas que hayan existido jamás.
mystical_violin
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15 de marzo de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta paradigmático que la primera biografía escrita sobre el pintor Francisco de Goya y Lucientes por el francés Laurent Matheron a mediados del siglo XIX y la película realizada por el director español Carlos Saura a finalísimos de siglo XX (1999) compartan un tono muy similar. Ambas optan por acercarse a la figura del pintor zaragozano desde una óptica ciertamente romántica y también en cierta manera distorsionada. Quizá la propia figura de Goya sea lo suficientemente esquiva para caer siempre en las mismas trampas.

El proyecto de Saura no es desde luego una película convencional. Eso queda claro desde el primer minuto del film, en el que se propone una plástica tan singular y sí se me permite el impreciso adjetivo, muy postmoderna. A Saura no le interesa realizar una obra convencional que recree milimétricamente año por año la vida de nuestro pintor, sino que Goya en Burdeos es un cóctel que pretende mostrarnos la vida del pintor sin recurrir a los parámetros convencionales. La propuesta de Saura en este sentido está mucho más cercana a la insólita obra de Derek Jarman y su Caravaggio (1985) que a una película como los fantasmas de Goya de Milos Forman, que también trata la vida del mismo artista. En nuestro caso, la película inicia su recorrido (que no será en ningún momento lineal) con la última etapa de la vida de Goya, durante su viaje a la localidad francesa de Burdeos, por culpa del agravamiento de su enfermedad, y por distancias políticas con el régimen absolutista de Fernando VII. Precisamente la tendencia política de Goya es una de las que más queda acentuada en la película, con constantes diálogos de nuestro artista posicionándose en pro de la ilustración (como realmente así fue, y a diferencia de otras obras cinematográficas como la de Milos Forman que presentan a un Goya más bien iletrado, en realidad nuestro artista gozaba de una gran ilustración y era amigos de intelectuales como el célebre ministro Jovellanos, a quien le dedicó un retrato).

Las partes del Goya anciano están representadas por el magnífico actor Francisco Rabal, quizá uno de los alicientes más potentes de la película (y eso que José Coronado no lo hace mal en su papel del pintor joven, pero no tiene ni punto de comparación con su compañero) y que se centra en la figura de un personaje que está a las puertas de la muerte. El director utiliza el recurso de la conversaciones que mantiene el pintor con una joven familiar suyo para realizar flashbacks y digresiones temporales (sin un orden temporal demasiado estricto) que nos llevan a recordar la vida del pintor.

El problema principal de la película es que opta por una vía que aunque fácil, acaba complicándose en exceso. Más que aspectos biográficos el director se interesa por la vida plástica de la obra de Goya, y en consecuencia lo que vemos son diferentes fragmentos de las obras expuestas , realizadas a manera de representaciones que homenajean las grandes pinturas de Goya (como el cuadro de Goya siendo atendido por el doctor Arrieta), con citaciones visuales totalmente calcadas a sus referentes pictóricos. Pero entre cuadro y cuadro, y entre los diversos acontecimientos el guión no es capaz de unir con coherencia los diversos fragmentos. Por otra parte, muchos de los diálogos de la película carecen de la importancia que ellos mismos se dan (hay mucho interés en impactar al espectador con frases de cara a la galería) y resultan prescindibles.

Lo que nos queda es sin duda una propuesta singular y arriesgada, que triunfa sobre todo cuando se dedica exclusivamente a la parte plástica de la película. Mediante la Voz en off de la película se destripan cuadros y grabados interesantes como el mítico capricho del sueño de la razón produce monstruos. Es sintomático también comentar este grabado, así como la serie de las pinturas negras que realizó el artista en las paredes de su casa en la quinta del sordo (por cierto la casa ya se llamaba así antes de que Goya decidiera alojarse) porque muestran los intereses de Saura por dejarse llevar por la visión más romántica del artista y por la mente atormentada del artista, un tópico que se repite siempre que se habla de Goya.

Muchas de las secuencias están realizadas con mucha influencia teatral. De hecho, el grupo artístico de la fura dels baus participó en la película y se puede notar la huella en muchas escenografías de la película. Una de las más emblemáticas puestas en escena es la que tiene lugar cuando se rememora la guerra de independencia, que artísticamente le sirvió de inspiración a Goya para componer la serie de grabados conocida como los desastres de la guerra. Dicha secuencia, que tiene lugar en un escenario muy parecido al de unas tablas teatrales, nos muestra la dureza más grande de la guerra, con una iluminación que da a la escena un carácter surrealista (al fin y al cabo en los grabados de Goya la guerra acaba por conseguir un carácter tan inhumano que parece surreal) y con representaciones en carne y hueso de imágenes tan impactantes como el fusilamiento del 3 de mayo.

http://neokunst.wordpress.com/2014/03/15/cine-y-artistas-goya-en-burdeos-1999/
Kyrios
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19 de agosto de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Goya en Burdeos es una sorprendente película de Saura, una vez más es un director con su propio estilo el cual demuestra ser un auténtico artista.
Sorprendente biografía de Goya, donde no solamente capta su vida sino su manera de pensar, de ver su estilo y concepción dentro del arte.
Con una complejísima elaboración y un complejo guión Saura nos presenta una versión de Goya muy especial, siguiendo la línea de sus últimos años dentro del cine con escenas marcadas por los colores nos muestra una ambientación sorprendente de los últimos momentos de Goya, con una ambientación un tanto surrealista Saura sabe fundir en una sola película biografía, psicología y el arte de un pintor excepcional que tanta influencia causó en la pintura posterior.
Una ambientación sin igual para poder mostrar a un Goya metido en sus temores, en sus pesadillas, en su arte, en su ambición…todo ello reflejado por Saura de una manera sorprendente mostrando todos los conocimientos que hasta ahora ha ido adquiriendo sobre el séptimo arte donde además muestra una sensibilidad por otras artes tales como la música, pintura o danza, todos ellos son fusionados por Saura dentro de su cine.
Así como en otras películas Saura ha sabido mostrar el espíritu del carácter español reflejado en el baile aquí sabe mostrar la concepción de Goya sobre el arte y éste como un reflejo de la vida.
Me parece simplemente sorprendente, obra maestra de Saura.
Además de eso la interpretación de Rabal deja a uno sin palabras, así como Saura demuestra a lo largo de estos años una madurez en el cine, Rabal no se queda atrás pues su papel es natural y tal acorde con la película que parece la fiel figura de Goya.
A mi parecer fallan un poco las actuaciones de José Coronado y Maribel Verdú donde no es que estén mal sino un poco forzados y no se respira la misma naturalidad como el Goya mayor, es para mí el único elemento que no está de acuerdo con el conjunto de la película.
Por el resto, una vez más bravo Saura.
manuel
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