Volverás

Carlos es un maestro del timo, capaz de convencer a cualquier incauto de que ha encontrado un nuevo amigo o de implicar en secreto a su hermano en el robo de un bar.
El juego empieza cuando nacho traiciona a Carlos...
-Carlos ya lo sabe, no le engañaríamos... está jugando ...
el maestro lo sabe todo pero "lo importante es jugar", en el siguiente movimiento seducirá a la novia pija haciéndola dudar de su fidelidad en solo una noche.
No acaba ahí la traición, el hermano menor planea aún fugarse con la amada de Carlos pero en un golpe final el maestro experto carterista gana la partida mediante un último abrazo fraternal que le permitirá despedirse de su añorada casa, sus padres, incluso de su perro, pagar sus deudas (el taxista es uno de los hombres del "malo") e irse a Los Ángeles con su amada a continuar con la diversión siendo rico por un tiempo, al mismo tiempo dándole a su hermano una lección para que sepa contra quien se las gasta y recapacite sobre el curso de su vida, éste finalmente resolverá su lapsus existencial gracias al "simpático" bofetón metafórico de su hermanito mayor

Al final le tima, le roba el destino, el dinero, el viaje, la California dorada, la ropa, seguro que también la chica, todo se lo quita. Pero en realidad Unax lo estaba deseando, su hermano le hace el trabajo sucio, le sirve de excusa para escapar del camino marcado por su pereza, comodidad y modorra. Se ha dejado inconscientemente engañar porque no quería irse tan lejos para ser arquitecto ni nada de todo eso, tampoco su novia y su familia, con los que se ha quedado, le apetecen mucho, si me apuras, pero bueno, habrá tiempo para todo, o no, ya veremos. Y Tristán es un sinvergüenza que siempre juega, improvisa, pierde y algunas pocas veces hasta incluso gana y esta vez escapa, pero acabará cayendo seguramente, como todos, quizás él más prematura y violentamente, tampoco importa tanto. Unax también cederá otra vez, eso creo, a su manera puñetera, más pasiva agresiva, inevitablemente, en la inercia y la costumbre que todo lo puede y que es tan agradable cuando es impuesta y ni tienes que esforzarte por aprenderla, viene dada, es de casa, de la parentela.
Todos caemos por nuestro propio peso, cada uno con su tendencia irrefrenable que nos lleva en volandas, por los pelos, de bruces al mismo agujero.
La película está bien. Seca, inteligente, desgarrada, interesante, entretenida. También es un poco floja, desvaída y a veces superficial y tópica y como desganada. Pero hermosa, dura, reflexiva, lírica y casi científica.
Me gustó, sobre todo ella, Cervantes, Elisabeth, de ojos grandes que te desnudan y cuerpo tenso de fiera con hambre que te devora o desprecia si no das la talla y te acobardas; Unax tenía que haberle echado más huevos y haberse ido con ella a la Polinesia nada menos para allí fundar una estirpe y rehacer el universo entero, de arriba abajo, punto por punto, piedra sobre piedra. Qué pena.
El final es bueno. Los actores están bien, quizás Unax sea demasiado pipiolo.
Cámara en mano y descenso a los infiernos con Virgilio Ulloa.