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Una mujer dulce

Drama Una mujer se suicida, y se narra mediante flashbacks la razón que le llevó a ello. Adaptación de un relato corto de Fyodor Dostoyevsky. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
29 de mayo de 2008
42 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película en color de Bresson, la filmó a partir de un relato de Dostoievski, con la participación como ‘modelo’ de Dominique Sanda.

Comienza con el suicidio de una joven, que acaba de saltar por el balcón. Los rastros: una mesa cae al suelo, un chal blanco flota en el aire, chirriantes frenazos de coches.
Ante el cadáver, en la casa, y en presencia de la muda criada, el marido se preguntará por la raíz del suceso.

Los interrogantes activan un relato en constante vaivén entre presente y pasado, del que emerge alguna escena para amagar respuestas y se desvanece sin concretarlas. Tras todas flota la actitud indescifrable de ella.
Con enlaces dinámicos, ambos planos temporales se solapan, en gran parte hilvanados por el ruido constante de los pasos, fondo sonoro de todo el film.
Tras un recorrido circular, el relato desembocará en el punto de partida sin que el hombre haya conseguido aclarar el porqué de un proceder tan drástico, para él impenetrable.

Aunque el espectador puede permitirse alguna conjetura más que el confuso marido, será insuficiente para comprender el enigma.

Él tiene una casa de empeño. Con ojo tasador capta de un vistazo la valía de ella, atractiva estudiante huérfana y pobre, que sobrevive empeñando lo último, un crucifijo de oro y marfil.
Él insiste en que se casen pero ella se resiste; dice preferir el amor al matrimonio. Pero se casan. Comparten cama y aficiones culturales; ella tiene desapariciones intrigantes, regala compasivamente dinero a clientes pobres, es opaca y, lo más complicado, descubre un episodio turbio en el pasado profesional de él. Crisis matrimonial. La película dedica buena parte a escrutar su desarrollo y su aparente superación.

El cinematógrafo de Bresson se contrasta con otros medios artísticos. Surge amplificación, resonancia, que da a la historia matices cuya expresión no pasa por la interpretación de los actores (no lo son), ni por el contenido dramático de los diálogos (apenas hay).
CINE. En una sala ven “Benjamin”, de Deville. Se ‘citan’ escenas con vestuario y escenografía pomposos. Un galán flirtea con diversas damas. Mientras, en la oscuridad de la sala un desconocido intenta propasarse con Ella.
TEATRO. Hamlet, escena del duelo a espada, con varias muertes. Ella echa en falta los consejos a comediantes. Lo busca en el libro. A modo de manifiesto, el pasaje refleja el criterio de Bresson sobre actores y ‘modelos’.
LITERATURA. Primeras conversaciones: citan palabras de Mefistófeles en “Fausto”.
PINTURA, ESCULTURA. Reproducidas en libros; ‘en directo’, en museos (Manet, Watteau o Schaffer). Significativos comentarios.
TV. Ruido en tres escenas: carrera de coches, Batalla de Inglaterra e hipódromo.
En otro museo ella dice que la materia es la misma en todos los seres, diversamente combinada.

El film abre una reflexión sobre los lenguajes artísticos, otra sobre la difícil comunicación de un matrimonio, y otra sobre el insondable destino de la vida humana.
Archilupo
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22 de noviembre de 2008
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bresson, siguiendo los pasos previos marcados por Dostoievsky, filmó una apología de los silencios.
Los silencios de quienes han vivido siempre en la soledad y no saben cómo tenderse las manos.
Los silencios que callan lo que uno quiere decir y nunca dice.
Los silencios que acaban por convertirse en un muro infranqueable para dos personas que se aman sin encontrarse.
Los silencios que duelen más que las puñaladas.
Los silencios que son más elocuentes que todas las palabras juntas.
Los silencios que separan y que destruyen.
El guión está repleto de silencios.
Todas las cosas que él quiso decirle a ella cuando aún estaban a tiempo, y tratar de demostrárselas.
Pero nunca lo hizo.
Todas las cosas que ella quiso que él le dijera.
Todas las cosas que ella nunca le podría decir.
El guión es esa herida incurable que con frecuencia nos infligimos unos a otros.
Porque, tal vez, al final de todo estamos solos.
Vivoleyendo
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24 de marzo de 2011
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
INTRO
El "ars" lacónico bressoniano contrasta con la narrativa ansiosa y frenopática de Dostoievski, pero encaja bien a la hora de (no) mostrar, como es el caso, la incomprensión e incomunicación.

Se intenta–en el cine, literatura o el comentario- hacer psicología del silencio, explicar los enigmas, arrojar luz mediante tesis e interpretación. Pero no obtenemos demasiadas respuestas sobre los hemisferios del cerebro (esas cuestiones que sí se dejan ver en los ojos de chicas ausentes y gesto facial laxo como D. Sanda que tan cercano y vívido me trae el recuerdo). Ante eso, es preferible la opción del director francés –que bebe de la opción del literato ruso- de no explicar, sino descubrir el lamento por la pérdida –constante pérdida, incluso antes de consumarse- en un cine cuyo misterio radica más en la forma que el contenido.

EVOCACIONES
Sometimiento abstracto, pero no simbólico, a la corriente de "realidad y deseo" al cerrarse las tapas y atarse los clavos. La incorporeidad de la muerte como desaparición prestidigitadora y la incomunicación tallada en las cesuras, las pausas y las elipsis. Incomunicación de la pareja que afecta a la propia película, obsesionada en hablar de algo sin hablarlo.

SONIDO
Uso del sonido para vincular diferentes momentos, al estilo de <<Una noche un tren>> o Resnais. Superposición sonora que evoca situaciones como nexo entre narrativa y memoria. Bresson confiaba más en el magnetófono que en lo que devolvía la cámara.

CINE Y LITERATURA
Fidelidad a la obra original, pero resultando pura materia cinematográfica de la imagen y el sonido como objetos desdramatizados sin teatralidades ni fisonomías del exceso.

PALABRAS
El respeto al texto original o lo redundante de algunas reflexiones dialogadas son cuestiones que parecen ir contra el cine en cuanto "cine". Pero la palabra en Bresson está a la manera dreyeriana de constatación del montaje y la banda sonora. Repunte de la idea formal, visual, etérea. Un complemento que incide allí donde no llega la imagen. No son diálogos con apariencia de veracidad dramatúrgica.

HAMLET
La película supone una tesis sobre la forma bressoniana –explicitado en la escena donde Shakespeare rechaza la inflexión impostada de los actores, en lo que es una defensa indirecta del realizador de su propio estilo-. También podría indagarse en la incomunicación como una suerte de inacción del príncipe danés de la falta de dirección.

MÚSICA
Música sin enfoque emotivo que el cine por sí mismo debe provocar.

SINTAXIS DE LA PTA. EN ESCENA
El plano detalle, enfoque en lo indispensable mediante montaje. Ascesis que focaliza la atención en lo concreto. Las manos, los rostros, las rodillas, la falda. Todo sugiere una emoción contenida, una incomunicación de la carne. No hay panorámica explicativa. No hay más escenario que la concreción formal.


“El sentido llega en último lugar”.
Robert Bresson
Bloomsday
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21 de julio de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Respecto a lo que fue su primera incursión en el cine a color -y la primera de las dos adaptaciones consecutivas de Dovstoievski que filmase-, esto dijo Robert Bresson: ” para mí, el fondo de la historia es: ¿qué es lo que ha pasado? ¿Por qué ha sucedido? ”. Esto planteaba el asceta que lo peta al amoldarse -a su manera- a quien consideraba el más grande de los escritores. Lo hacía abriendo con el suicidio de Dominique Senda para ir planteando a partir de esa acción una retrospectiva de toda la relación en su marido frente al cadáver de ella y la presencia de la criada, que aguanta estoicamente todo el tostonazo sin decir apenas nada. Un suicidio que, además de ser toda una lección de cine (y tener por único competidor en términos de belleza el filmado por Antonio Pietrangeli para cerrar Yo La Conocía Bien), dota de una estructura circular a la película, pues casi finaliza con los instantes previos al mismo. Decir ”casi” no implica que lo anterior no suceda, sino que Bresson concede un mini-epílogo al entierro de Dominique, en consonancia con sus firmes creencias.

De Una Mujer Dulce se pueden hacer las mismas conjeturas que hace Guy Frangin –el actor que interpreta al marido- a toro pasado sobre qué condujo a Dominique Sanda a arrojarse por el balcón, y con las mismas conclusiones: ninguna. El somero repaso que da a todos y cada uno de los instantes que considera esenciales en el devenir de la relación con su esposa no sirve para llegar a ningún punto de entendimiento. Mientras, el espectador asiste a una de las películas más peculiares de Bresson, tanto en cuanto esta parece querer decir algo sobre la relación del cinematógrafo del maestro para con otras disciplinas artísticas de las que se nutre a través de las avanzadillas de la pareja al cine (donde visionan Benjamin ou Les Mémoires D'un Puceau, que presenta puntos en común tanto con la historia de Una Mujer Dulce como con Diario De Un Cura Rural), el teatro (ese Hamlet que se tragan entero), la literatura (ella vive inmersa en lecturas constantes y él cita el Fausto de Goethe vía Mefistófeles), la música (Dominique siente auténtica pasión por ella y Guy se abre un bandcamp) y la pintura y escultura, que se manifiesta a través de sus visitas a Museos. En cierta manera esto no deja de ser la cita de Stendhal que soltó a los tarambanas y faltos responsables de El Camino A Bresson tras importunarle con una pregunta sobre cómo es la relación de su cine para con el resto de las artes: ¨son las otras artes las que me han enseñado a escribir¨. Que igual no viene al caso este salto temporal de casi dos décadas pero es que tamaña síntesis de lo que es su cine y su concepto del cinematógrafo tenía que figurar aquí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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17 de julio de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno termina de ver una película así, y nunca ha oído hablar del cine de Robert Bresson, puede preguntarse muchas cosas, y ninguna de ellas le dará una respuesta satisfactoria, en cambio, si ya conocemos el terreno por el que vamos a movernos, no hay ningún problema.

No hay inesperados giros dramáticos ni revuelos emocionales, y nada se narra de forma simple ni vulgar (como pueda parecer), sino desde el ascetismo y la espiritualidad, como ocurre en la mayoría de las películas de Robert Bresson, un genio del séptimo arte, e ignorado en la actualidad.

A la gran mayoria de los espectadores, éste film les parecerá aburrido y sin ningún sentido, pero hay que ir más allá de la realidad, profundizando e indagando de la manera adecuada hasta llegar a un estado de desesperación, incomprensión, y finalmente, aceptación.

Todo sigue un proceso lento y silencioso, que influirá directamente en el marco de la relación que mantienen los dos protagonistas a lo largo de la película, y que dictará el por qué de lo ocurrido.

Para todos aquellos amantes del cine de Bresson, y del buen cine francés de ésta época, que no dude en ver este film, no le dejará indiferente.
Koyaanisqatsi
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