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Sharp Objects (Miniserie de TV)

Serie de TV. Thriller. Drama Miniserie de TV (2018). 8 episodios. Tras pasar un breve tiempo en un hospital psiquiátrico, la periodista Camille Preaker regresa a su pequeña ciudad natal para cubrir los asesinatos de dos chicas adolescentes. Durante años, Camille apenas ha hablado con Adora Crellin, su neurótica e hipocondríaca madre, que vive con su marido y con su hija Amma, hermanastra de Camille, una joven a la que apenas conoce. Instalada en su antiguo ... [+]
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2018
103 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he leído la novela de Gillian Flynn, pero la serie dirigida por Jean Marc Vallée es, sin duda, una obra digna de reconocimiento.
La serie de HBO nos propone una experiencia lenta e introspectiva. El desarrollo de las tramas y los personajes se va cocinando poco a poco, a veces de forma tan lenta y espesa que más de uno se desesperará. Sin embargo, aquellos que sean pacientes podrán disfrutarla.
En primer lugar hay que destacar las actuaciones. El elenco de la serie, capitaneado por Amy Adams, hace un trabajo verdaderamente espectacular. También papeles secundarios como el del personaje de John Keene o el de Bob Nash son dignos de mención.
Por otro lado la fotografía y la música consiguen crear una atmosfera tétrica y rural, totalmente focalizada en sumergir al espectador en el puzzle de Wind Gap.
Pero sin duda alguna —en mi opinión, por supuesto— la joya de la serie es su montaje. El uso continuo de flashbacks, mezclando la realidad con acontecimiento pasados o ilusiones de la protagonista, es sublime. Este recurso narrativo consigue introducir al público de lleno en un laberinto, en el que te encuentras tan desorientado y perdido como Camille.
Puedo apreciar algunos destellos que me recuerdan a Twin Peaks y a True Detective, y a pesar de que posiblemente no sea una serie para todo el mundo, yo le daría una oportunidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Danny Torrance
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28 de agosto de 2018
74 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película, o en este caso, una miniserie, además de poseer un gran guión, un montaje inteligente y unas excelentes interpretaciones, posee además una brillante atmósfera, nos hace darnos cuenta de que estamos delante de una obra de un calado superior.
Porque "Sharp Objects" es todo eso; está impregnada de un ambiente malsano y turbio, algo que también suele recrear David Fincher de manera eficaz en sus thrillers.

Aquí viajaremos al sur profundo de los Estados Unidos, a un pueblecito llamado Wind Gap, en el cual los habitantes viven muy preocupados por las apariencias y el que dirán, pero que en realidad la mayoría esconden una doble moralidad. En este escenario aparece una adolescente muerta y otra de su misma edad está desaparecida.

Obviamente Amy Adams carga con casi todo el peso de la serie, pero sinceramente creo que es Patricia Clarkson la que hace suyas todas las escenas en las que aparece, con un personaje siniestro y cargado de cierto poder hipnótico.

Aparte de las comparaciones obvias que tiene con "True Detective", yo la emparentaría más con "Twin Peaks", en dónde el asesinato es casi un mero "mcguffin" que sirve como pretexto para mostrarnos una galería de personajes torturados y cubiertos de una capa que impida ver toda la mugre que tienen debajo.
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Psychomodo
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23 de septiembre de 2018
108 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Gracias mamá, por ser tan normal", es la conclusión que vais a sacar de esta serie. ¿Todo eso de "¿cuánto hace que no te cortas ese pelo", "¿pero vas a salir con esa ropa? y "¿has llamado a tu tía para darle las gracias por el regalo?" cuando te lo preguntan después de los 30? . Hasta te va a parecer entrañable. Y es que esta serie no parece hecha para hacerte pensar, sino para hacerte sentir. Y ahí radica su principal problema: no puedes hacer un thriller en el que el misterio está de attrezzo. Recapitulamos. Amy Adams, que siempre borda los papeles de este palo, es una periodista alcoholizada y traumatizada por su infancia -más bien por su espantosa madre- en un pueblo de Missouri que vive básicamente de la matanza de cerdos. Vaya, que comparado con éste el de True Blood viene a ser el Nueva York del Sur. Viendo que no levanta cabeza (salvo para levantar la botella), su jefe la factura de vuelta al pueblo para cubrir la noticia del estrangulamiento de una niña, a la que extrajeron todos los dientes, y posterior desaparición de una segunda. La idea no es que investigue, sino que cuente las vivencias del pueblo en esta situación y, así de paso, se enfrente a sus demonios. Y a su factura de la tarjeta comprando alcohol, que tiene que ser de aúpa. Debe ser que en el pueblo no hay hoteles, o su vena masoquista, pero a la mujer no se le ocurre otra cosa que alojarse en casa de su (espeluznante) madre. Patricia Clarkson borda el papel de madre controladora pasivo-agresiva que vive de cara a la opinión pública mientras su propia familia se derrumba hasta el punto de que dan ganas de estrangularla a ella y a Amy Adams por dejarse. Como guinda del pastel, tiene una hermana pequeña que hace el paripé de muñequita delante de su madre pero una vez pone un pie en la calle tiene más peligro que una estrella del Disney Channel. Para que te acabes de rayar, la mecánica de la narrativa está basada en flashes, cambios de contexto, superposiciones y movidas raras, que hacen que parezca que el que está borracho y traumatizado eres tú.
En fin, hasta aquí bien. El problema es que el guión hace trampa. Y mucho. Para empezar, la mayoría de los personajes quitando el nucleo duro, sólo pasan por ahí de adorno: su peso en la historia es poco o nulo y, por ello, ni se molestan en mantener una mínima coherencia. ¿Cualquier cosa extraña que sea imposible obviar el el guión? Lo justificamos con que son cosas del pueblo, que el Sur es así y que aún no han superado la Guerra Civil. ¿Que llevamos mucho rato sin acordarnos que esta serie iba de crímenes? Sacamos la cabaña rara esa en cuatro fotogramas y verás que mal rollo. ¿Que nadie ha hecho de verdad investigación -Adams incluida- sobre quién es el asesino? Señalamos a dos raros del pueblo que conocieran a las niñas al azar (familiares, preferiblemente, porque viene en el manual del sheriff del pueblo) y echamos a los dados cual ha sido. Y por si se pierde el interés, vamos dejando pistas escabrosas aquí y allá que luego no tienen ninguna relevancia.
No digo con esto que no puedas adivinar el final, de hecho insisten tanto sobre el tema que lo difícil es no hacerlo. Por eso da tanta rabia que te intenten despistar con trampas absurdas de guión que no van a ninguna parte. Especifico algunas en la zona spoilers (aunque no el final, obviamente, para evitar desvelar nada medianamente interesante. En resumen, las protagonistas actúan muy bien y tal, el estilo de rodaje está chulo, pero si no tiene guión, yo más de un 5 no le doy.
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crisurdiales
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2 de septiembre de 2018
70 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Objeto de exaltadas críticas laudatorias, he penado 8 horas de este tórrido mes de Agosto (y otras previas deleitándome con la expectativa) con ésto. Y digo “esto” porque lo que se nos vende como thriller criminal (y, ciertamente, se reviste del tono y atmósfera propios de este género) no es tal. “Esto” es un dramón femenino (que no familiar: el padre, único varón en el grupo, además de postizo respecto de la prota, es un muñeco pasivo en manos de la madre, perdido en un mundo de melodías pasadas); y un dramón siniestro de tintes tremebundos y psicóticos, escrito por una mujer, donde los productores ejecutivos son mujeres, y lo que realmente interesa es exponer las insanas relaciones entre los personajes femeninos de un universo poblado por mujeres víctimas y verdugos. El crimen que hace retornar a la Adams a su pueblo es un puro McGuffin, un señuelo, para atraparnos en estos 8 capítulos, excesivos en número. ¿Qué investigan la policía local y el agente federal? Beben, comen, tienen sexo, se afeitan en la barbería, porfían verbalmente y esperan a que alguien cuente algo (o confiese)

Y lo peor es que a ese dramón de los 7 capítulos iniciales no le da explicación alguna, salvo una escueta y estéril referencia al síndrome de Munchausen, con diversas variantes, dejado caer por una enfermera en una escena de trámite. Y, en cuanto a los crimenes recientes, hay que esperar al último capítulo para recibir una explicación (que se limita al “quién lo hizo”, hurtándonos el por qué y el cómo): porque la mal llamada sorpresa final (que apenas dura un minuto) no es sino la solución final al crimen que nos embarcó en ésta historia.

Nada aclaran los frecuentes flashbacks o alucinaciones de la prota, eso sí crean atmósfera y estilo. Y toda la temática sureña no es sino más carnaza para el dramón y poner a caer de un burro a estas hipócritas comunidades. Por todo ello, ni la excelente actuación del reparto, ni el cuidado de los aspectos técnicos, ni la opresiva y filosa atmósfera, pese a cautivarnos, nos libra del tedio por la catatonia de la intriga criminal y la sobreabundancia e inexplicada naturaleza de las insanas relaciones entre las protagonistas, que se exhibe y no se explica.
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ALFREBOBO
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31 de agosto de 2018
42 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Heridas abiertas" no es una serie apta para todo el mundo, de ahí su encanto. Amy Adams, Patricia Clarkson y Eliza Scanlen, excelentes en su trabajo como actrices, conforman el centro neurálgico de ese pueblo paranoico y asfixiante que es Wind Cup. Ellas, cada una en su ámbito, representan lo peor del ser humano: Adora es la hipocresía y la demencia hecha persona, Camille es el dolor más absoluto y Amma es la bipolaridad, tan angelical como macabra.

Las tres están envueltas en un entorno tan siniestro como ellas: el policía Vickery, que inspira cualquier cosa menos confianza, Jackie, la (ex) amiga de Adora, un personaje tan estrambótico y frívolo que nunca sabes cuales son sus verdaderas intenciones, y Alan, el padre de Amma y marido de Adora, un ser que pulula por la casa, escucha música y claudica ante su mujer. Además de ellos, aunque sin tanta importancia, también están las -abusonas- ex compañeras de colegio de Camille o las amigas de su madre, todas igual de zumbadas que el resto.

En medio de todo esto, el detective Richard Willis y Frank Curry, el jefe de Camille, suponen un aire fresco en ese ambiente tan viciado. Para Camille, el primero es el antídoto de su dolor y de su miedo a desnudarse física y mentalmente y el segundo es la voz de la protección y el cariño, el único que ha conocido.

La edición es un acierto. Otro más. Escenas y escenas que suponen recuerdos atosigadores, recuerdos imborrables, mientras que el silencio en gran parte del metraje nos da la sensación de soledad que sufre Camille. De una manera sutil pero muy inteligente, desde el principio nos muestran a Camille a cara descubierta, con esos primeros planos, en contraposición de su madre, a la que en los primeros episodios aparece como un animal esquivo, al que no ves ni mucho ni bien.

Los últimos capítulos son brutales, en los que se nos va cayendo el pañuelo de los ojos. Podías imaginarte que Adora escondía algún secreto e incluso podías dudar en algunas cosas de Amma, pero jamás lo que realmente es, aunque realmente todo estaba ahí, sólo tenías que fijarte. Durante el capítulo final se produce una cena familiar en la que madre y hija realizan un intercambio de miradas terrorífico, y la escena final consiguió dejarme boquiabierto y con los brazos en alto, absolutamente asombrado, así como las escenas post créditos. Qué mal rollito. Muy pocas películas y series han conseguido impactarme tanto.

Si "Feud" y "Big Little Lies" fueron las series de 2017, puedo concluir sin temor a equivocarme, a pesar de estar a mitad de año, que "Heridas abiertas" es la serie de 2018.
Jaime Flores
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