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El gran amante

Comedia. Drama América, años 30. Emmet Ray es un genio del jazz, un guitarrista magistral que vive obsesionado por el legendario Django Reinhardt. Sin embargo, en cuanto baja del escenario, se convierte en un tipo arrogante, zafio, mujeriego y bebedor. En definitiva, aunque sabe que es un músico con talento, también sabe que su licenciosa vida, su tendencia a meterse en problemas y su incapacidad para comprometerse le impiden alcanzar la cima ... [+]
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2006
58 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emmet tiene un gran talento. Es egocéntrico, petulante, mujeriego, inculto..., pero sólo en apariencia. Desde el primer momento nos damos cuenta de que detrás de su arrogante charlatanería se esconden grandes miedos y complejos. Su conversación es monotemática y gira en torno a su condición de segundón en el mundo del jazz. Hattie, que será su novia durante un tiempo, es muda, y parece que tiene algún retraso mental; pero es una buena chica: atenta, cariñosa, desinteresada y, lo que es más importante, está enamorada Emmet y de su música. Sin embargo, Emmet se equivoca (él mismo lo reconocerá en una de las mejores escenas de toda la película) al empeñarse en seguir, a pesar de andar siempre endeudado, ese estilo de vida lleno de excesos típicamente asociado con las estrellas. Con ello hará daño a Hattie, algo que le remorderá la conciencia pero que se empeñará en negarse a sí mismo.

Woody siempre se ha caracterizado, salvo en un par de excepciones además de ésta, por quitarle hiero al asunto de los engaños amorosos. Con su sentido del humor habitual, lo ha tratado como algo cotidiano. Pero en esta película el coprotagonista es el drama. Los personajes de Emmet y Hattie me han parecido de los mejor escritos e interpretados de toda su filmografía: rebosan matices.
De todas formas, a Woody, como a muchos de los que somos divertidos por naturaleza, le resulta imposible ver la vida sin sentido del humor, lo que le lleva a introducir algunos gags y chistes de su cosecha particular para aligerar. Me encantó el accidentado descenso de la "media luna".


Poco nuevo he sabido aportar a los detallados análisis anteriores. Quédense con la recomendación si no la han visto todavía.
jastarloa
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13 de febrero de 2007
56 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Varios usuarios han escrito críticas verdaderamente interesantes. Yo sólo hago unos apuntes mínimos.
Si eres un apasionado del jazz y del cine de Woody le habrás puesto o le pondrás un 9 ó un 10.
Si odias o no te gusta el jazz y si Woody no te cae bien..., un 3 ó un 4.
Si no te molesta el jazz y no te desagrada el cine de Woody... , un 5 ó un 6.
Calificarla de mala sería propio de ignorantes, cenutrios y maníacos.
Yo le pongo un 7. Me encanta el jazz. Woody Allen me cae bien. Su cine me agrada, salvo algunas excepciones, no soy un adepto incondicional. Sean Penn está realmente muy bien. Es comedia inteligente y es drama cálido... A mí también me gusta ver los trenes pasar.
BAKUNIN
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27 de septiembre de 2006
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prodigiosa dirección, portentoso guión y magistral interpretación. No cabía esperar menos de una reunión Allen-Penn. El personaje del guitarrista genial, inseguro y caprichoso, es retratado de forma soberbia por aquel que durante muchos años sólo fué conocido por ser el marido (y el ex-marido) de Madonna. Que malas son las gentes y las envidias.
Respecto a lo demás, la señorita Morton asombra con un papelazo basado tan sólo en miradas y gestos (no añadiré que tiene una carita angelical, aunque acabo de hacerlo), la ambientación es magnífica, la fotografía posee momentos de una belleza notable, y la banda sonora... ¡ay, la banda sonora!: sencillamente monumental.
Con momentos hilarantes, la historia del hombre que podría haber llegado a serlo todo, pero que se perdió en el camino por culpa de su inseguridad y sus errores, se nos narra como un falso documental monográfico, algo que ya ha hecho en varias ocasiones el señor Allen.
Como comentario para ampliar información, el tal Django Reindhart era gitano, como se dice muchas veces en el film: pero algo que se obvía, y que hubiera sido el dato definitivo para comprender hasta que punto era admirable, es que desde los 18 años solo tenía tres dedos en la mano izquierda, era analfabeto, y no sabía leer partituras.
Recomendable por ser muy entretenida, por divertir, por contar una historia con fondos muy tristes de manera alegre, por ver al señor Penn demostrando aptitudes, y por poseer una banda sonora exquisita.
Kingo
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13 de septiembre de 2005
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva muestra de falso documental que el director judío Woody Allen utilizase 15 años antes con Zelig. Acordes y desacuerdos narra por boca de terceros la vida y obra de un imaginario guitarrista de jazz de los años 30, Emmet Ray, que vive por y para su instrumento y del que se considera el mejor especialista del mundo. Eso sí, detrás de “un tal Django Reinhart que hay por Europa”. Plagada de guiños jazzistas, quizá sólo al alcance de los muy aficionados, Acordes y desacuerdos representa un rendido homenaje de Allen hacia el mundo del jazz.

El drama de una guitarra

Bajo el prisma de la comedia, tras Acordes y desacuerdos se esconde una muy ácida reflexión sobre el artista y su labor de creación. Ya sea un músico de jazz, ya sea un director de cine, eso es algo que Allen toca regularmente en muchas de sus cintas. Inevitablemente, y por mucho que se presenten desde el punto de vista formal como comedias, terminan por aparecer tintes tragicómicos. ¿Alguien se atreve (tras contemplar el final de la cinta, que no desvelaremos) a calificar a Acordes y desacuerdos como una comedia?

De nuevo aluvión de nominaciones a los Oscar para los actores de una película alleniana. Un Sean Penn acaso superior a la propia película consigue con su interpretación uno de los mejores papeles de su carrera, así como demostrar de la mano de Allen ser un actor insospechadamente dotado para la comedia. Otra nominación a la mejor actriz de reparto para la novísima actriz Samantha Morton en el papel de una joven muda que encadilará a Emmet Ray en la película. Nada menos, pues, que dos nominaciones más en la carrera Allen, datos suficientes para afirmar que quizá tengan razón aquéllos que matizan que debiera ser Allen, como director de esos actores, el
eternamente nominado.

Sweet, lowdown

Detrás de la banda sonora, el inefable y nunca bien ponderado Dick Hyman, pianista de suave y clásico estilo, perfecto para el tempo sweet and lowdown de la película. El guitarrista que "dobla" a Sean Penn es el no menos talentoso y técnico Bucky Pizarelli. Allen tiene además el buen gusto de incluir en la lista de canciones de la cinta títulos originales interpretados por Django Reinhardt. Del manouche son los temas Avalon o When Day is Done. El resto de los temas están intrepretados por la banda liderada por Hyman, aunque también suenan los contemporáneos de Reinhardt Bix Beiderbecke, Sidney Bechet, Red Nichols... Todo un ejercicio de nostalgia y amor por el jazz clásico (Woody afirma en más de una ocasión que no entiende el moderno...)
cassavetes
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30 de abril de 2012
34 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me inquieta, me sorprende y arrastra hacia la desconfianza... ¿Por qué todas las críticas de los supuestos grandes conocedores del cine son coincidentes? He visto la película y me ha resultado idéntica a esos deliciosos cuadros donde un mago del arte arroja varios botes de pintura sobre un lienzo y con sus manos traza perfiles.
Cuando algunos meses más tarde, ese mismo cuadro aparece en una exposición, siempre puedes escuchar al gran entendido que hace una singular crítica de esa incuestionable obra de arte; sería algo parecido a esto... "Nos sentimos trasladados a un mundo donde las emociones toman de la mano a la pasión, trazando perfiles a través de inexplorados senderos del inconformismo... La magia y la seducción están servidas en un todo infinito que conduce hacia la introspección imaginativa" Podría servir para Acordes y Desacuerdos, así como cualquier cuadro de borrajetones, e incluso las obras de arte que se presentan en ARCO... EN FIN...
LEUGIM
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