Life on a String
18 de diciembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia centrada en el plano espiritual y nada complaciente. Después de varios largometrajes en los que Kaige se acercaba al cine de Yimou (dramas rurales en la China de las villas), el realizador que más adelante obtendría el favor del público con su grandilocuente "Adiós a mi concubina" firma con "Life on a String" su película más decididamente personal y arriesgada, menos anclada en convencionalismos. No su film más redondo, pero sí donde se puede intuir que depositó parte de su alma. Siguiendo la vida de dos ciegos, un anciano y su aprendiz, se nos muestra el día a día de ambos en una zona rural del país, su interacción con el resto de pueblerinos, el paso por los problemas del anciano y el descubrimiento del amor y la pasión a cargo del joven y una muchacha del lugar.
Utilizando canciones, o más bien salmos/poemas musicalizados, la historia se narra de forma lenta pero segura, no sin renunciar a la potencia visual (algo que en su film anterior, "El rey de los niños", era algo recurrente) y a los juegos narrativos, haciendo de la trama algo un poco más confuso y complejo de lo habitual. No es una película fácil, hay mucho de autor en este drama rural, posee un ritmo lentísimo (incluso para la media asiática), pero tiene ciertas secuencias que valen su peso en oro. Una obra peculiar, imperfecta y, por momentos (como la canción final) memorable. Merece la pena como curiosidad, pues probablemente sea una de las obras chinas más personales y únicas de los 90, una auténtica “película isla”, única, para lo bueno y para lo malo.
Utilizando canciones, o más bien salmos/poemas musicalizados, la historia se narra de forma lenta pero segura, no sin renunciar a la potencia visual (algo que en su film anterior, "El rey de los niños", era algo recurrente) y a los juegos narrativos, haciendo de la trama algo un poco más confuso y complejo de lo habitual. No es una película fácil, hay mucho de autor en este drama rural, posee un ritmo lentísimo (incluso para la media asiática), pero tiene ciertas secuencias que valen su peso en oro. Una obra peculiar, imperfecta y, por momentos (como la canción final) memorable. Merece la pena como curiosidad, pues probablemente sea una de las obras chinas más personales y únicas de los 90, una auténtica “película isla”, única, para lo bueno y para lo malo.
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