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La tecnología es genial. Si sabes como tratarla, cambiarla y abusar de ella puede surgir la magia. Y eso te convierte en Artista. Echando un vistazo atrás hace 20-25 años la limitación tecnológica de las épocas pasadas te hace pensar en lo difícil que era que un músico, un escritor o un cineasta consiguiera dar forma a lo que llamamos producto. Hoy en día con tu propio ordenador ya puedes grabar música, escribir una novela y con los programas adecuados crear tu propio producto audiovisual y colgarlo en la red para que inmediatamente pueda ser visto por millones de personas. Pero si todo el mundo puede hacerlo y no hay límite para la creatividad ¿Porqué no proliferan los productos de calidad?

Depende de muchos factores, pero el principal es que es difícil resaltar entre todo ese ruido. Como se dice en el documental en el fondo las plataformas como Youtube o Facebook son un océano de basura.

El espíritu humano cuando se le permite manifestarse a través del arte, invariablemente creará grandeza. No importa el medio, el modo como se financia, como se entrega. Lo que importa es que haga algo interesante. En el fondo si lo que creas tiene un sello de calidad tarde o temprano tu estrella emitirá un brillo que iluminará al foco adecuado. No desesperes.

La curiosa historia sobre el escritor que publica su libro gratuito online y después por petición popular lo saca en tapa dura por 40 dólares y arrasa en ventas nos deja una reflexión. "Todo cambia".

No es que la industria esté muerta sino que tiene que encontrar formas para reinventarse. Industria y Arte no son lo mismo pero están intrínsecamente relacionados. El mundo creativo del entretenimiento se componía de cajas, TV, la portada de una revista o un DvD. Y por supuesto había un precio para pagar el producto. Hoy en día eso ha cambiado. Se puede crear si el artista tiene talento sin intermediarios, trabajando por su cuenta y bajo sus propios términos, con su propia empresa o su marca. Los Artistas tienen el poder. Pero aún es difícil hacer frente al antiguo sistema.
La forma de identificarnos es a través de actos creativos. La esencia de la creación no consiste en reglas y elitismo sino en hacer algo agradable. Pero una realidad incómoda y desafortunada es que no todo el mundo tiene talento. Y si los métodos de expresión creativa son tan fácilmente accesibles y la destreza ya no es un requisito se desvirtúa el arte, con lo que se puede llegar a pensar que el mundo de la cultura se cubrirá de mediocridad. Es la crisis de la cultura democratizada. Ya no supone el hacer algo de forma diferente y como lo vamos a experimentar, más bien es más importante el tiempo, el espacio y la ocasión.

Es curiosa la anécdota que cuentan que hace un par de años un grupo de música actuó para un grupo de niños y les dijeron "Hey, al salir podéis coger un CD con nuestras canciones". Nadie se llevó uno. Desde luego que ha cambiado la forma con la que la gente interactúa con los medios.

La música ya no es poner un CD y escuchar las pistas de la 1 a la 15. El momento de pura concentración y alegría al escuchar un CD completo se ha perdido, aunque no para los más puristas (Si, me refiero a los que compran Vinilos y se dejan barba Hipsteriana). Vivimos en una sociedad con déficit de atención y se consume música de forma más distraída, una especie de cadenas de ruido de fondo. ¿Quién no escucha música cuando está haciendo otras cosas?

Pero no todo ha ido a peor, cada vez más se asiste a espectáculos en vivo. Ir a ver a tocar en directo a tu grupo favorito ya exige un compromiso que te identifica más que un gusto musical. No necesariamente tienes que escuchar todo el álbum, simplemente se trata de experimentar en directo tu canción favorita. Porque no es un marco comparable, si vas al concierto sólo ocurrirá una vez y te lamentarás si desperdicias la ocasión de asistir. La gente dice que no hay magia pero, ¿Cual es el sentimiento que tienes cuando ves a alguien en directo? Puedes salir de tu mente, conectar y atesorar ese recuerdo para el resto de tu vida. Y eso es lo que te pone la piel de gallina. Como humanos nos gusta interactuar, bailar, divertirnos y aprender. Obsesionarnos con esos conceptos tan primitivos es lo que nos define para juntarnos y vivir experiencias increíbles. La conexión ahora es mucho más genuina y más humana. Ahora ha cambiado como el artista se acerca el público.

Como artista tienes que aceptar lo inesperado, no puedes predeterminar lo que está por venir o cómo van a ser las cosas. Estamos todos operando en la oscuridad. Y eso es lo que hace que sea divertido.

En el fondo se está destruyendo un mundo y no se sabe con que se va a remplazar. No se sabe que va a pasar con la economía cultural. Quizá se acerque una época revolucionaria. Quizá...