Eva 63

Cinco actrices de gran delicadeza como eran Laura Valenzuela, Elisa Montés, Elvira Quintillá, Soledad Miranda y Ángela Bravo personifican a las heroínas de una historia en la que se hace un retrato amable de la mujer española de 1963 y de una manera estilizada porque Lazaga usa sus mejores virtudes para aplicarlas al proyecto y saca el máximo partido estético de cada escena con la ayuda del director de fotografía Eloy Mella que con su labor otorga a la película una elegancia visual ajustada para que el espectador tenga un aliciente más para seguir el argumento. Una chica cerebral y que intenta ser una escritora de éxito, una señorita soltera que ve al hombre de su vida en un caballero algo maduro ya, una chica espontánea y vivaz que quisiera triunfar como cantante, la chica romántica que está enamorada de su ídolo de la pantalla... Todos los personajes tienen su encanto. Jesús Puente interpreta a un pintor excéntrico en una curiosa creación y Ángel Ter y el elegante Rigaud resuelven con eficacia sus cometidos. La película es una buena muestra de la habilidad que tenía Lazaga para engrandecer unas historias en principio poco relevantes sirviéndose de un talento peculiar tanto para la dirección de actores como respecto a la técnica cinematográfica dado que habitualmente los movimientos de cámara en sus películas están planificados con una gran inspiración. Esta obra oscila entre la comedia y el melodrama originándose un híbrido atractivo y sugestivo que reune todas las virtudes que tenía Lazaga como cineasta aunque curiosamente no sea una de sus películas más conocidas.

La filmografía del realizador Pedro Lazaga está formada por una cantidad innumerable de películas. Algunas de ínfima calidad y otras con buenos apuntes, pero que por desgracia estaban lastradas por una cantidad de clichés de la época, que al final les restaban valor.
Esta película nos intenta mostrar las alegrías y las penas que comparten las protagonistas, cada una de ellas está perfectamente definida dentro del film.
No existe una protagonista absoluta y todas las historias van fluyendo, aunque quizás se echa de menos algo más de profundidad en algunos momentos, mientras que situaciones que no aportan nada, se les acaba dando más cancha.
El final del film intenta contentar a la censura de la época. El desenlace del personaje de Elisa Montés, es algo que te deja muy perplejo, ya que no lo ves venir.
Es un largometraje que podía haber aportado mucho más, pero si algo le da valor, es la magnífica banda sonora de Antón García Abril el cuál sabe dotar a los diálogos y a las imágenes de una atmósfera única.

"Cuatro amigas conviven en un apartamento de la madrileña Plaza de Oriente. La primera de ellas es Elena, escritora, que mantiene relaciones con un pintor. Su fracaso como escritora y como mujer desaparece cuando gana el premio Nadal y comienza a salir con un famoso periodista. La segunda es Charo, camarera en un hotel, que tiene un novio delineante, y que se enamora apasionadamente de un actor norteamericano que se hospeda en el hotel para enterarse, finalmente, de que éste es homosexual. La tercera es la modelo Mara, que sale con un hombre enfermo y mayor que ella. Cuando empiezan con los preparativos de la boda, Mara recibe una visita oscura e inesperada que pueden hacer peligrar sus planes de matrimonio. La última es Eugenia, costurera, que se queda al cargo de su sobrina Soledad, que quiere ser cantante, algo que la resulta totalmente imposible cuando la joven se queda embarazada de un ayudante de dirección."

En 1963, el prolífico Pedro Lazaga muestra en esta película la historia entrecruzada de cinco mujeres muy diferentes, el cambio de mentalidad y la creciente liberación de la mujer en la década de los sesenta.
La película se hace aburrida y contiene todo lo peor del machismo imperante de la época. Al final se queda en una comedia con muy poca gracia.

Bastante olvidado título que pretende ser algo así como un retrato tragicómico de mujeres que intentan ganarse la vida en el Madrid de comienzos de los sesenta.

Algunas situaciones e historias han envejecido bien, y otras francamente mal.

Lo peor casi son las ínfulas de trascendencia de los monólogos del personaje interpretado por Laura Valenzuela.

Quizá una actriz con más bagaje (una Irene Gutiérrez Caba, por ejemplo) hubiera podido defender mejor su texto, pero este - por otra parte - es bastante pretencioso y, a poco que se piense, vacuo.

Curiosos los números musicales metidos con calzador para lucimiento de Soledad Miranda, a la que supongo que se quería lanzar como estrella musical.

Y más curioso aún es que, después de escuchar una de esas canciones, el director de la película de época en cuyo rodaje trabaja el personaje diga que "Ya he permitido que cante Napoleón, José Bonaparte, los campesinos, los soldados... pero sobre mi cadáver permitiré que canten también los monjes".

La pareja de Jorge Rigaud y Elisa Montés consigue ser bastante tierna.

La trama de Elvira Quintillá prácticamente no existe y es que en esta cinta, todo lo que no sea relativo a amoríos, se olvida muy rápido.

Para degustadores de rarezas, más que nada.