Tiburón, en las garras del hombre (Sharkwater)

Sumamente interesante es la idea de levantarse de vacaciones de verano y poner la televisión para darte cuenta de que dan algo sobre tiburones. Esos animales incomprendidos que atemorizan a todo aquel que se aleja demasiado de la orilla salen en este hermoso documental como unos animales en la UVI. Y la razón es simple: nos puede tanto el dinero que venderíamos a nuestra madre por lograrlo a borbotones. Eso es lo que ocurre con los tiburones, que tienen la desgracia de que nos dan miedo y que sus aletas sirven de alimento para millones y millones de personas diariamente.
Fue también increiblemente interesante la sensación que se tiene dentro a medida que pasa el documental. Al empezar, viendo sus mandibulas terroríficas y enormes, sigues con tu idea de que es el asesino de los mares. Pero a medida que pasa el tiempo vas concibiendo la idea de que el asesino de los mares no es otro que el propio ser humano. La figura del escualo cada vez se humaniza (tiene gracia utilizar este verbo ahora...) más hasta llegar a sentir verdadero arrepentimiento del miedo que se ha tenido siempre a estos animales. Porque son animales, y el verles sufrir de tal manera cada vez que rebanan su aleta y los tiran moribundos al mar derritiría hasta a el Cordobés o Clint Eastwood.
Respecto al miedo a los tiburones, no hay que tenerlo, que Spielberg no os corrompa con sus ideas (y ojo, que soy un gran fan de su "Tiburón") no significa que en cuanto pongamos un pie en el agua nos comerán. Las expendedoras de productos matan más personas al año que los tiburones...y si atacan es porque invadimos su terreno. ¿A que si ellos pisasen la tierra, les dispararíamos sin piedad? Pues eso...
Ni asteroides, ni bombas atómicas...el hombre acabará con la Tierra solo por ser los más ricos del cementerio.

Los tiburones matan 5 personas cada año,
los elefantes matan 100
las ejecuciones penales 2400
las drogales ilegales 22000
los accidentes de carretera 1200000
el hambre 8000000

Estos son datos reales de la una verdad sobre los tiburones que casi ningún medio noticiero nos dice; esta película sí.

Impresionante la escena donde se ve cazar a los tiburones, cortarles todas sus aletas y echarlos de nuevo vivos al mar, donde caen como plomos para morir lentamente sin poder moverse dado que les han cortado todos los miembros de su movilidad. Es espantosa la crueldad humana, millones de veces peor que la que se le achaca a los tiburones.

Un documental para tomar información desconocida acerca de los tiburores y también consciencia respeto a ellos.

Tuve yo una infancia ecologista bastante vocacional cuyo progreso se vio frenado por la cruda realidad: mi familia era demasiado humilde como para poder vivir yo de sus limosnas. Bofetón en la cara, espabilo, estudios de Informática forzados y sueño de unir dos de mis principales aficiones (cine y biología) en una serie de documentales a lo David Attenborough truncado. Quizás por eso, de entrada, me cae mal Rob Stewart; idealista, rebelde, bohemio, disidente, atlético y con ese rostro aniñado que tanto parece gustar a las mujeres. Pero he de superar esa envidia malsana y reconocer que su documental en primera persona expone una denuncia con claridad y agresividad, con un estilo heredado de Michael Moore, incluso más valiente, pues, al no tratar temas tan populares y no saber hacerse el centro de atención, es más vulnerable a las represalias de los interesados en que el negocio del aleteo siga adelante.

El comercio de aletas de tiburón es el negocio más lucrativo después del tráfico de estupefacientes. La superstición ha hecho que este insípido producto sea considerado la panacea o un distintivo plato de lujo en varios países asiáticos. Como siempre, donde hay dinero hay mafias sin escrúpulos y familias hambrientas que necesitan pan para hoy, no para mañana. Esto ha hecho que la pesca del escualo se haya vuelto indiscriminada y que en ella se corten únicamente las aletas y se desprecie el resto del cuerpo, lo cual ha llevado a muchas especies al borde de la extinción.

En un primer tramo de presentación del documental se trata de desmitificar la amenazadora figura del tiburón que nos ha legado la tradición popular aportando datos y estadísticas que resultarán muy manidos para todo el familiarizado con el tema. El documental adquiere fuerza cuando el protagonista entra en contacto con el singular activista Paul Watson, cuyos métodos violentos en la lucha por los derechos de los animales lo llevan a enfrentarse con las mafias asiáticas afincadas en puertos centroamericanos, es decir, a adentrarse en el meollo de la cuestión.
Quizás el único argumento de peso que puedo esgrimir en contra sea que el punto de vista es más el del activista que ve a los pescadores como desalmados mutiladores de peces que el del periodista que insistiría en mostrarlos como incultos analfabetos manipulados por los gobiernos oportunistas en busca desesperada de ingresos. Pero la advertencia sobre las impredecibles consecuencias ecológicas de la desaparición de un eslabón tan importante como el tiburón seguirá siendo inquietante para el que esté dispuesto a dejarse aconsejar.

Interesante documental realizado por un, al parecer prestigioso biólogo, (Rob Stewart), que desde pequeño se sintió atraído por el mundo de los tiburones y que actualmente dedica su vida a defender a estos animales de la matanza indiscriminada que de ellos se está haciendo, para atender al insaciable mercado asiático de la aleta de tiburón, donde parece ser que está considerada un manjar exquisito, aparte de atribuírsela poderes curativos, sin ninguna base científica. Aparte de las escenas submarinas que están magníficamente filmadas, destaca por el suspense que genera la trama en sus enfrentamientos con los pescadores furtivos, los gobiernos en las aguas de los cuales practican esta ilegal actividad y con las mafias asiáticas que controlan el negocio, enfrentamientos en los que llega a peligrar su integridad física. Instructivo y revelador retrato de la connivencia de varios gobiernos corruptos de Sudamérica con las mafias asiáticas, debido a las ingentes cantidades de dinero que están en juego. Te mantiene pegado al sofá, como lo haría un buen thriller.

Vi este documental hace ya bastante tiempo, en su versión original en inglés. Y lo cierto es que no pensé que ninguna distribuidora española llegaría nunca a interesarse por él; pero Manga Films lo ha hecho. Y es para alegrarse, porque su mensaje precisa de la máxima difusión y atención.

Compré el DVD hace poco para regalárselo a un amigo y... menos mal que no pagué los 25€ que casi vale el BD en España. Jamás un documental de tanto interés, y que tanto precisa de su conocimiento por parte del público en general, ha tenido un doblaje al castellano tan pobre. Ni siquiera los subtítulos traducen adecuadamente la versión original.

Documentales como éste, debieran ser de obligada difusión en las escuelas. Por favor míralo, y enséñaselo a tus hijos, a tu familia, a tus amigos... Yo he estado en algunos de esos sitios, y lo que cuenta es real. Tanto que icluso discrepo del final esperanzador que le ha dado el protagonista, porque la matanza sigue aumentando por doquier.

Por favor, mira este documental. Pero escúchalo en la propia voz de sus protagonistas.