Dancing at the Blue Iguana

Después de la brecha abierta por superproducciones artificialmente morbosas como "Striptease" y "Showgirls", los oscuros mundos del espectáculo erótico "pedían a gritos" una adaptación respetuosa e interesante que reflejara los problemas reales de las chicas que lo viven, desafortunadas la mayoría.
Bien, pues después de ver "Blue Iguana" he de decir que sigo esperándola. A priori, la lógica nos decía que el circuito independiente era el más adecuado para acometer la empresa. Un guión coral como éste también parecía ser buena opción. Sin embargo, e influidos por no sé qué ideas, los guionistas se empeñan en meter por medio a un asesino ruso enamoradizo, a una retrasada mental demasiado retrasada, a una violenta demasiado violenta, y algunos otros giros dramáticos mal pensados, cuando no exagerados. También creo que se podrían haber obviado algunos contoneos en la barra en favor de un metraje más corto, aunque para los que nos sentimos atraídos por el sexo femenino los que hay resultan estimulantes.
Lo salvable: un gran elenco, sobre todo en la parte femenina, que es la protagonista, aunque también en la masculina. Los actores consiguen mejorar el conjunto hasta el punto de evitar el sueño en el espectador –al menos yo no hice amago de bostezar–. La mejor historia, para mí, es la de Sandra Oh.

Si escribo esta crítica es porque me ha impresionado Sandra Oh. Estupenda en su papel de poeta, sin ápice de talento para venderse de otra manera que no sea a través de su cuerpo, siendo ella una escritora de admirable hondura. Daryl Hanna y la Tilly están estupendas también.
Una película que se salva gracias a la maravillosa, delicada, sensual y valiente actuación de sus protagonistas. Merece un bravo sólo por esto.