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Quieto, muere, resucita

Drama Siberia, 1947. Dos niños que viven en una remota población minera de Siberia sobreviven a la pobreza y a las dificultades gracias a su incondicional amistad y a su gran sentido del humor. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
9 de enero de 2008
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta realmente difícil hablar de esta película, a la que considero, sin lugar a dudas, una de las obras clave del cine moderno.
La película habla básicamente de la amistad y el profundo amor del niño protagonista hacia la única amiga que tiene en el mundo (a falta de familia...): una chiquilla de 11 años con la que se pasa los días ganándose la vida en el mercado.
Bajo esta premisa se nos presenta una película que avanza lentamente, en la que hay que ir metiéndose poco a poco, deleitándose con la maravillosa sencillez y lirismo de unos personajes que rezuman verdad, ternura y poesía (dentro de su veracidad y sencillez) por los cuatro costados.
Pero sin embargo, lo que la hace mágica y especial, sin duda, es el hecho de que es una obra totalmente autobiográfica. Una película que el propio director siempre quiso hacer, pero que no hizo hasta que estuvo pisológicamente preparado. Porque la historia de estos dos niños, de estos dos mocosos que se han hecho mayores sin pasar por la etapa de la infancia, es la propia historia de un director que infligió su mirada a esta obra maestra del séptimo arte, como si de un quejido eterno se tratase. Un quejido que nunca cesará de escucharse para aquellos que hayan visto esta maravilla sin paliativos.
Película de imprescindible visionado, sobre todo para energúmenos como nosotros que hemos nacido en la sociedad actual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Patomelon
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31 de diciembre de 2010
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Quieto, muere, resucita", cuyo extraño título hace referencia a un juego y/o canción infantil rusa, es una película muy dura sobre la infancia y, al mismo tiempo, un testimonio sobrecogedor de lo que supuso el estalinismo. Una película tan abiertamente crítica con el régimen de Stalin solo pudo rodarse en la Unión Soviética en los años de Gorbachov y la perestroika, que supusieron un auténtico renacimiento para la cultura rusa. Kanevsky rodaría después, ya en la Rusia de Yeltsin, una secuela de esta película, titulada "Una vida independiente" (1992), en la que presenta de nuevo al niño protagonista del filme anterior, ya adolescente, tratando de encontrar su lugar en el mundo. No la he visto, pero a juzgar por "Quieto, muere, resucita", no me cabe duda de que será una película que valga la pena.

Siberia, poco años después de la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas, Valerka y Galya, dos preadolescentes, viven en Suchan, una ciudad minera del llamado Lejano Oriente ruso, en la costa del Pacífico. Suchan (hoy Partizansk) es también una de las islas del Archipiélago Gulag, cuyo mapa trazó Aleksandr Solzhenitsyn. En realidad, el pueblo en el que viven los chicos es una gigantesca prisión: no hay separación física entre el campo de prisioneros y el lugar de residencia de las gentes del lugar. Y la forma de vida de unos y de otros no difiere en lo esencial. Por eso, las vidas de los chicos se cruzan con las de prisioneros de guerra japoneses y deportados políticos. Las terribles condiciones de vida en esta ciudad siberiana hacen referencia a toda Rusia en la época de Stalin, que era también una gigantesca prisión de la que resultaba imposible escapar.

¿Qué efecto tiene sobre un niño vivir en condiciones tan adversas? La película responde a esta pregunta, sirviéndose para ello de la experiencia personal de su director y guionista, Vitali Kanevsky. Kanevsky recrea episodios de su infancia en Siberia sin pretender ser objetivo: más aún, privilegiando la perspectiva de su protagonista y alter ego, Valerka, y de su compañera Galya. La película es intensamente subjetiva. Por eso los adultos que aparecen en la película son, casi sin excepción, duros y despiadados, y se sacuden a los niños en cuanto pueden, como un molesto problema. Peor es todavía la actitud de los representantes del omnímodo poder estalinista, desde el intransigente director de la escuela hasta los policías y los guardianes del presidio. La fotografía, en blanco y negro, marcadamente expresionista, contribuye a subrayar la dureza de la vida de los protagonistas.

Se han señalado las semejanzas de este filme con "Los 400 golpes" de Truffaut: tales semejanzas existen, sin duda, pero aquí la experiencia del desarraigo infantil se produce en un ambiente infinitamente más duro y hostil. Un mundo terrible en el que las travesuras arrojan a los niños a la exclusión social, a la marginación, al delito.

Excelente película, que vale la pena ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samizdat
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25 de junio de 2015
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película notable cuya intención en todo momento es mostrar la pobreza y miseria del comunismo, del "paraíso" comunista, el mundo creado por el genocida Stalin y demás camaradas; película desmitificadora, sí, pero no de una forma burda o panfletaria sino con imágenes bellas, tristes y desoladoras, eso es lo que la diferencia de una típica película simplona.

A través del niño Valerka, el director nos muestra el mundo real, lejos de cualquier discusión retorica sobre ideologías, lejos de la propaganda oficial; nos muestra la pobreza de la gente, el hacinamiento en el que viven, las largas colas para comprar alimento y los linchamientos hacia los pobres diablos que roban algo, todo mostrado sin afectación, de forma natural, como los buenos poemas, las imágenes fluyen sin ser forzadas.

Nos muestra el comunismo sin héroes, ni mitos, sólo gente común y corriente que trata de sobrevivir, borrachos escandalosos, locos olvidados, ladrones y asesinos, niños que tratan de ganar unas monedas vendiendo té, en fin, todo creíble y duro, muy duro; yo me pregunto como no censuraron este film, ¿será porque la URSS ya estaba a punto de colapsar?

Hay escenas inolvidables como el desfile y el excremento brotando; los constantes pequeños robos que ocurren como el lápiz en la escuela o los patines que nos deja entrever que la gente no es unida ni se ama una a otra como decía el comunismo, sino que son completamente individualistas y crueles; la pelea y los borrachos del baile, grotesco; la madre que tiene que cuidar que no le roben y que dice que "la gente solo se preocupa por si misma"; el científico loco que pide comida y come en el barro y su ejecución acusándolo de espía; la mujer que quiere huir de la cárcel; los criminales que no dudan en matar a cualquiera; todo esto contado de una forma sutil, con maestría, con mucho simbolismo, sin que notes la crítica de golpe sino de una manera reflexiva, te hace pensar y no se vuelve pesada porque las andanzas de los niños hace que nunca se pierda el interés. Una película que tiene una historia apasionante y una crítica profunda, que más se puede pedir, notable.
Cero por la boca
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4 de enero de 2017
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine soviético, es sin dudas, uno de los más impresionantes de la cinematografía mundial. Nos ha legado filmes de gran calidad, tanto por su valor conceptual como artístico. Por desgracia, la gran mayoría de su cine no tiene la difusión y el reconocimiento que debieran tener. "Quieto, muere, resucita" es uno de esos filmes. La película está ambientada en Siberia. Lugar conocido por ser el lugar de destierro de miles de presos tanto en la época zarista, como durante el régimen de Stalin. La historia nos muestra la terrible marginación y pobreza vividas en ese sitio desde la perspectiva de un niño. Símbolo de las miles de víctimas inocentes de la barbarie del estalinismo. Con cierta influencia Tarkovskiana (o al menos eso percibí yo) este filme está realizada de forma directa y realista. Narrada de manera ejemplar, esta obra es un testimonio sobre un hecho que nunca debió suceder. Esto cine de verdad.
Señor Cara de Papa
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