Barry

Es irónico que sea una película tan descuidada, porque, de rebote, acaba con un peculiar resultado de haber representado al señor Obama en el más sentido estricto de la palabra.

La primera mitad de la película es directa nadería y correctismo cinematografico. Desde los primeros minutos se nos presentan las cartas de por cual lado va a tirar el director: Timón izquierdista y típicas omisiones de hechos biográficos sobre el señor Obama que resultan demasiado incómodas para encajar con el eterno filtro glamour de hollywood. Al fin y al cabo es un biopic drasticamente estético, alejado de cualquier tipo de impacto o compromiso de honestidad con el espectador. La narrativa que el mismo Barry de verdad nos dejó hace ya más de un año.

Hacer un guión basado en la vida juvenil de un presidente sin siquiera vincularlo con su mandato es por lo menos un desperdicio, hacer una película en base a ese guión es sencillamente un despropósito, una tontería inadmisible.
En su gobierno Barak Obama ha hecho o ha propiciado hechos de gran importancia desde proponer la ampliación de planes de salud para los habitantes de EEUU hasta continuar con esa vieja costumbre yankie de asertarle misiles en la cabeza del que creen el enemigo de turno o propiciar mediante financiamiento y apoyo la "Primavera árabe" que continuó en un genocidio y guerra civil que hoy día no concluye. Nada de eso se habla, ni se cuenta.
De contrario se cuentan las andanzas de un jóven universitario que hace lo que cualquier universitario haría y bajo situaciones que no distan más que la de cualquier universitario negro en una universidad de EEUU.
¿Puede interesar eso? Pues quizás si o quizás no.
Lo que NO interesa es quien ha sido ese universitario porque en esas épocas juveniles nada de importancia capital hizo más allá de compartir situaciones comunes a todos.
La película por lo tanto es un verdadero desperdicio.

Barry es una película en la que el personaje protagonista es Barack Obama.
Conviene aclararlo porque, precisamente, lo que menos parece importar en la película que dirige Vikram Gandhi es eso, la identidad de su protagonista. Es la historia de un joven Obama en sus años universitarios como podría ser la de cualquier personaje de ficción que debate consigo mismo por ser negro y tener una relación con una mujer blanca.
Barry es exactamente eso, un drama social con el racismo de fondo que nos cuenta una historia de amor entre dos personas a quienes la sociedad separa por su color de piel. Ya está. Ni rastro de intenciones políticas o biográficas en su guión, hasta el punto, como decimos, de que hay que hacer un esfuerzo para recordar que nos están hablando de Obama y no de un personaje cualquiera de ficción. El resultado es pasable, pero nada más, principalmente porque la narración no es demasiado apasionante y porque hay un tufillo a telefilme de hora de la siesta bastante poco atractivo en la película (la realización, bastante plana; los tópicos; etc). Lo bueno es que la química entre Devon Terrell y Anya Taylor-Joy es francamente notable, y que ella en especial está estupenda, lo que ayuda a coger cariño a Charlotte y Barry pese a que el guión no los acompañe mucho.
Extraño biopic que se olvida de su homenajeado, pero se deja ver.