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Whispering Corridors

Terror. Drama. Intriga Por los pasillos de la estricta universidad de chicas Jookran, se murmura acerca del fantasma de la alumna Jin Ju que se suicidó hace nueve años. Comienza el nuevo curso y una de las antiguas profesoras aparece ahorcada. Una ex-alumna y compañera de Jin Ju que empieza su carrera como profesora en la universidad, se verá envuelta en los misterios que ocultan los pasillos del centro junto a un grupo de jóvenes alumnas. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
5 de agosto de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser especialmente buena, de hecho se acerca más a una película pasable que a una interesante, si posee algunos elementos que la hacen un poco especial dentro del cine de fantasmas. El más evidente es la incidencia que hace en el terreno interpersonal; los personajes interactúan entre ellos y es de ahí de donde parte la acción. No abusa del cliché, pero sí posee algunas falencias características del género, como el abuso de escenas de adorno, que no aportan nada a la trama, el de las conversaciones mal introducidas, o el de los rodeos con el fin de jugar al despiste. Por lo demás maneja bien el tiempo y no abusa del susto fácil, cosa que se agradece.
ruanorosa
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17 de junio de 2020
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Película surcoreana que se desarrolla en un instituto de secundaria para mujeres, de tal éxito en su momento que se ha convertido en toda una saga que, hasta el momento, culminó en el año 2009 con el estreno de un quinto filme. Este conjunto de obras tiene la particularidad de no utilizar ni historias entrelazadas ni mismos personajes, sino que se ambientan precisamente en alguna institución de enseñanza para mujeres, el cual al menos en este primer largometraje, funciona como un personaje más.

Whispering Corridors, que es el titulo más reconocido fuera de tierras asiáticas, se desenvuelve bajo la premisa de que en los pasillos de esta institución educativa ronda el fantasma de una alumna que, en apariencia, se había suicidado mientras estudiaba ahí, de hecho, en escena aparece Heo Eun-young (Lee Mi-yeon), una excompañera suya que comienza a indagar referente a la situación.

El filme construye a lo largo del metraje una atmósfera bastante acertada, tétrica y oscura, como se hizo mención en su momento, la institución se forja como un personaje más, que atrapa y envuelve a sus personajes, no se pueden librar del fantasma que ronda los pasillos. Terror sobrenatural, que se edifica mucho en la psicología no tanto de sus personajes, pero sí del espectador, en parte por toda la ambientación y la maraña argumental.

Una curiosidad del filme, que va de la mano con esto, es que realmente son contadas las muertes que aparecen en pantalla, pero realmente no hace falta porque el interés se va generando alrededor de una historia que está bien construida, aunque en ocasiones, adrede o no, cuesta un poco seguirle la pista. Aún así las resoluciones presentadas en la trama están muy bien conseguidas y son consecuentes con lo visto.

Por tanto, no hay que esperar grandes sustos, brincos, matazones, borbotones de sangre, tripas y demás que se acostumbra en otro tipo de obras de este género, en esta película el enfoque es completamente distinto, va más en las sensaciones que transmite el director, que también es coguionista junto a In Jung-Ok. Sobresaliente la labor del director de fotografía, en el logro de una extraordinaria estética, no aparece nadie acreditado, por tanto, se le da el mérito a Ki-hyeong.

Para finalizar, es imposible obviar la más que clara e identificable crítica al sistema educativo surcoreano, uno que desde esos años noventa demuestra lo estricto, agresivo e inhumano que es, donde se fomenta la competencia más que el apoyo entre pares, es un sistema del que no cualquiera -literalmente- sobrevive, teniendo una de las tasas de suicidio en jóvenes más altas del mundo, temas también retratados en la película de animación Dae gi eui wang (The King Of Pigs, 2011) de Yeon Sang-ho, que también vale la pena ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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30 de junio de 2020
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Recordamos los últimos años del milenio, en los 90, como la gran resurrección del terror japonés después del éxito de The Ring (1997) de Hideo Nakata. Dicho éxito propicio la aparición de cientos de imitaciones y cintas similares en tono que se extenderían por buena parte de la primera década de los 2000 aunque la moda se desinfló rápidamente debido a unos patrones demasiado parecidos entre sí. El fenómeno se extendió a otros países como Corea del Sur, país donde precisamente el género del terror no es demasiado popular que digamos, quizás debido a que el horror para los coreanos proviene precisamente de su historia pasada durante los años de dictadura. Un terror muy real donde puede que no tengan cabida los fantasmas. En todo caso, la historia nos ha dejado joyitas del género como Dos Hermanas (2003) de Kim Jee-Won o la saga Whispering Corridors, cuya primera entrega abordamos hoy. Whispering Corridors es una saga bien curiosa por varios motivos. Con cinco entregas en su haber y una sexta en camino este año, todas ellas destacan por ser historias independientes sin nada que ver entre sí argumentalmente. Dichos films se basan en pequeñas historias fantasmales ambientadas en institutos femeninos donde suele haber cierta tensión lésbica entre sus personajes además de contener cierto componente de crítica social. El primer Whispering Corridors cuenta la leyenda urbana del fantasma de la alumna Jin, del estricto instituto femenino Jookran, la cual se suicidó hace nueve años y ahora habita en el colegio. Cuando comienza el nuevo curso una de las antiguas profesoras aparece ahorcada. Algunas de las alumnas intentarán averiguar la verdad.

Whispering Corridors aún no parece contaminada por la moda The Ring y por tanto no aparece ninguna fantasma melenuda ni ninguna clon de Sadako, lo cual es de agradecer. El presente film parece más interesada en recuperar el espíritu de los mejores giallos italianos de los años 70 con Mario Bava y Dario Argento a la cabeza. Su ambientación en un instituto femenino, esos asesinatos misteriosos donde no vemos al atacante y especialmente el interesante uso del color que se le da a las localizaciones con un marcado azul metálico que remarca la frialdad, no de los fantasmas que habitan el centro escolar, sino del mundo de los vivos, víctimas de un sistema educativo fascistoide y asfixiante. Si. Uno de los puntos más destacables de Whispering Corridors y motivo que levantó polvareda en su estreno es su descarnada crítica a la educación coreana con profesores pegando y vejando a sus alumnos dentro de un sistema y modelo ultracompetitivo donde parece no haber escapatoria ni resquicio para la amistad. Que su director, Park Ki-Hyeong, plasme un instituto como si de un campo de concentración se tratara es bien llamativo. Resulta todo un valor añadido que los responsables del film se aprovechen de las herramientas del cine adolescente, tan exitoso en aquellos años, para ofrecer una historia de fuerte componente social y crítico. Así, Whispering Corridors es interesante como pieza de horror que aprovecha su componente fantástico como excusa para diseccionar algunos aspectos sociales de Corea.
Si hablamos del componente terrorífico del film, las apariciones fantasmales y asesinatos son mostrados sin aspavientos exagerados propios del género y con una naturalidad muy marcada. Sus personajes son efectivos destacando las muy aceptables interpretaciones de Choi Gang-Hee y Lee Mi-Yeon. El film se guarda algunos momentos visualmente poéticos albergando cierto componente trágico además de reservarse algún que otro twist final eficiente. El problema del film reside en que su narrativa es tan fría y lenta que el visionado se puede hacer largo y algo interminable. Se agradece no acudir a los jump scares facilones y otros tópicos del género pero el conjunto se hace algo aburridillo por su narrativa. La trama a veces se pierde o se hace enrevesada de una manera innecesaria pero pese a todo Whispering Corridors destaca por su carácter único e ir a la contra de las herramientas que se usan en su género presentando una obra sensible y a la vez fría, un drama psicológico de seres torturados por un mundo asfixiante y sin amor destacando su conseguida atmósfera tétrica y agobiante.

Pese a todo, dicha mezcla de terror fantasmal y crítica social quedará mucho mejor apañada en la segunda parte de la saga, Memento Mori (1999), un pequeño clásico del género en Corea.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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21 de agosto de 2023
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Al aire que se respira en el instituto femenino de Jookran debido a la presión psicológica y el dolor físico se une la presencia de un espíritu rondando por los pasillos, lleno de rencor y odio, con una peculiar promesa de muerte...

A finales de los '90, y gracias al cambio de Gobierno con las elecciones públicas y relajación de la fuerte censura en el medio artístico, las películas de género vuelven a tomar su lugar; también es cuando Japón está viviendo su propio resurgimiento del horror gracias a la revolución que acaba de causar Hideo Nakata, y será lo que intente explotar el productor Choon-Yun Lee, rescatando un guión del olvido y encargado a Ki-Hyeong Park, quién ha experimentado con cortometrajes en el suspense y terror y está preparado para probar algo nuevo y arriesgado.
Mientras rueda con un bajísimo presupuesto la elección del demócrata y reformista Dae-Jung Kim significa una mayor oportunidad para tratar temas de índole social que antes hubiesen sido prohibidos, y ello marca el tono de la historia, iniciada con una secuencia en plena noche dentro del centro escolar que será su escenario único y bien podría pertenecer a una película japonesa de terror de la década. Reflejos en el agua, una figura femenina que se esfuma entre tinieblas, una maestra asustada al averiguar un secreto, rincones ocultos, súbita violencia...

Ya se establece un cierto clima de misterio y los conocidos tropos del renovado "j-horror", desde el siniestro entorno escolar al espíritu vengador femenino que ha generado su propia leyenda, ahora una alumna muerta (Jin-Ju, supuestamente por suicidio) desde hace años. A partir de aquí Park nos prepara dos tramas paralelas unidas por ese elemento sobrenatural; la primera, desde los ojos de Ji-Oh, es analizar desde dentro la brutalidad del sistema de enseñanza antes de la democratización, ejemplificada en unos profesores insensibles a los problemas de sus alumnas o bien despóticos que disfrutan el castigo físico justificándolo como la única opción a una conducta modélica.
Real o ficticio, las secuencias con el tutor Oh (Yong-Soo Park, casi siempre improvisando) se regocijan en una desmesurada aplicación de la tortura y, por si fuera poco, un comportamiento depravado que llega al sinsentido total; desconozco el sistema educativo surcoreano pero el de este centro es muy confuso (¿marchan las estudiantes a sus casas y nada comentan del asunto a unos padres que, por cierto, están ausentes?, ¡¿pero esto quién se lo cree?!). Y al ser los adultos y maestros los villanos, la presencia del fantasma reduce su poder amenazante, al igual que la atención recibida por parte del guión...

Park se decanta más a la denuncia social, la intimidad de la juventud y abordar temas espinosos (el maltrato, la segregación o el suicidio) que por dar una dimensión mayor al personaje del fantasma asesino, sin importar los detalles sobrenaturales que aparecen de vez en cuando ni los feroces ataques a los maestros (menos emparentados con el horror de corte psicológico/espiritual que mostraba "The Ring" en ese momento). Por otro lado la trama, nutrida de "flashbacks" referentes a la alumna muerta, enseña demasiado pronto sus cartas y es fácil adivinar los giros que dará (sin ir más lejos a la media hora, y en boca de un personaje clave, ya averiguamos la identidad del espíritu deambulatorio (¡!) ).
El director se enfoca en el drama, también en el terror, mezcla los géneros y no extrae nada decente de ninguno. Este caos narrativo empeora con el trato de personajes; hay muchos, muchísimos, pero no gozan de un buen desarrollo emocional ni psicológico, sus intrahistorias se presentan a medio hacer, y cuando les conocemos ninguno, en absoluto (excepto, quizás, la pobre Ji-Oh), genera un sentimiento de empatía, sino todo lo contrario. Aquí tanto alumnas como profesores revelan un carácter y forma de ser estúpido, despreciable, ruin, cínico o egoísta que espesa la perturbadora atmósfera, y lo que se desea, irónicamente, es que todos caigan presas de las iras del espíritu de Jin-Ju.

Y el apostar por el áspero comentario social y el crudo drama adolescente deja la trama sobrenatural apartada, o resuelta de manera atropellada (siempre con el uso de los malditos "flashbacks") en el tercer acto; si la investigación de Reiko sobre Sadako era el motor de su intriga, aquí avanza sin ritmo al estar a cargo del terrible personaje de Eun-Young, antigua alumna que vuelve de profesora (¿de qué?, si nunca da clases) y que otrora fue amiga de Jin-Ju (pero que encaja perfectamente en este cuadro humano aborrecible, pues nunca defendió a la chica, blanco de las víboras del centro, para no ser desplazada, siendo causante de su tragedia...de lo que no se arrepiente (¿?) ).
En el limbo quedan detalles como la nula explicación sobre el don sobrenatural de Ji-Oh, la relación que la maestra Park tenía con Eun-Young, también la de So-Young y Jung-Sook (esa Ji-Hye Yun de inquietante mirada), quien posee una subtrama dramática que nunca se nos contará. Llegado el clímax el batiburrillo de conceptos es tal que el director prefiere deshacerse de ellos y volver a lo del fantasma, mal y rápido, coronándolo un clímax excedido en el melodrama (Eun-Young y Ji-Oh nos regalarán una conmovedora conversación metafísico-espiritual imposible de creer...).

Tal vez no sea peor que la amenaza de una secuela gracias a ese golpe de efecto último, incomprensible se mire por donde se mire. Pero Park no fue el culpable de este desaguisado; él filmó un metraje que casi llegaba a tres horas, sin embargo el productor, con el punto de mira en el beneficio comercial, lo mutiló en la sala de montaje. Eso explica tantísimos agujeros.
Aunque nada importó. El drama/horror cocinado a fuego lento en suspense de sombras y oscuridad de "Whispering Corridors" sedujo a la joven audiencia y, por increíble que parezca, arrasó en taquilla, estableciéndose como un pilar para el cine coreano de género en el nuevo siglo que estaba por llegar...
Chris Jiménez
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27 de octubre de 2009
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que decir que me aventuré a ver esta película de terror coreana con cierto recelo, no tenía muchas esperanzas de encontrar algo que mereciera la pena en una historia sobre adolescentes y asesinatos en un instituto, a tu mente vienen enseguida esas tontas películas japonesas y americanas de susto fácil que tan de moda se han puesto en los últimos años. Por fortuna estaba en un error.
Lo primero que te sorprende es la crudeza de la vida escolar en Corea hoy en día, aquí no hay música rock ni chicos con monopatín y gorras hacia atrás o animadoras maquillándose en el baño, las desvencijadas instalaciones y la dureza incluso física de los represivos profesores son más propios de la posguerra española que de un moderno instituto de los años 90.
Con este descorazonador escenario de fondo, se desarrolla una inquietante historia de fantasmas, donde sorprende la profunda carga psicológica de sus jóvenes protagonistas que abarrotan las aulas. Una dura crítica de fondo al sistema escolar coreano, donde se fomenta más la competitividad que la amistad en una sociedad donde sacar las mejores notas es la única oportunidad de escapar de la dura vida en las fabricas y el campo.
Whispering Corridors pasa a formar parte de mi particular panteón de obras de culto de terror. La sutileza para ir poco a poco creando una angustiosa atmósfera de terror a base de inquietantes sonidos y perturbadoras imágenes me recordó a películas como El quimérico inquilino o Sesión 9. El miedo, el auténtico horror, surge de los propios fantasmas interiores y se refleja en la melancolía y tristeza de los bellos rostros de las estudiantes.
Ezequiel 25 17
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