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Amama

Drama Una historia familiar. El conflicto entre lo urbano y lo rural, entre pasado y presente, padres e hijos. Dos formas opuestas de entender la existencia, y una abuela que observa el mundo desde el más elocuente de los silencios. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2015
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asíer Altuna presentó esta película en la sección oficial de la 63 edición de cine de San Sebastián.
Amama hunde sus raíces en la tradición de la tierra, los bosques, el entorno rural, y la esencia del arte, la sensibilidad, la música, para acercarnos la historia de una familia, y de dos mundos enfrentados. Es la historia de años de silencio, incomprensión, de un choque temido, anunciado, y de las vías que se abren para aproximarlos, y tratar de reconciliarlos.

Amama describe dos maneras de entender el mundo, de posicionarse frente a él, que se ven forzadas a equilibrar fuerzas. Es una historia otras veces contada, pero lo hace con un lenguaje totalmente cinematográfico, con imágenes poderosas. Árboles etiquetados que sin palabras nos hablan de la incomunicación, la desconfianza, el destino que coarta la libertad, inmoviliza y determina; cuerdas que atan a la tierra, o brotes de ramas que vuelven a nacer soñando con extenderse, desplegarse y alcanzar la plenitud.
marai
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23 de junio de 2016
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La atmosfera que envuelve la película, sobre todo todo lo que rodea el mundo rural vasco, esta bastante conseguida, a pesar del laconismo perseverante de sus protagonistas, algunos apuntes de surrealismo como la cuerda que sujeta al caserio al hijo mayor, o la comunión de la amama con la tierra, todo se reduce al conflicto entre lo ancestral y lo moderno, globalmente en el aspecto formal esta bastante bien, pero fallan algo las interpretaciones, (muy planas para mi gusto) y la inexpresividad de los protagonistas, falta mas emoción y garra en una historia de conflictos familiares, de formas de entender la vida en el norte hoy en dia.
zuriman
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21 de septiembre de 2015
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy especial, que ataca todos los sentidos del espectador y apela al vínculo emocional entre el ser humano y la tierra en la que ha crecido. 'Amama' analiza la esencia de la tradición y plantea una interesante disyuntiva: ¿estamos ante un concepto estático, o adaptable al paso del tiempo y a las nuevas circunstancias?

Sobre este telón de fondo, Asier Altuna desarrolla un argumento en el que las relaciones entre las diferentes generaciones de una familia vasca se erigen en una fuente inagotable de conflictos narrativos. La naturaleza y la ubicación geográfica adquieren un protagonismo intencionado durante todo el metraje, de manera que casi todos los planos gravitan alrededor de un caserío y el bosque que lo rodea. Sin embargo, a pesar de su vocación localista, 'Amama' hace gala de un espíritu universal a causa de las temáticas que aborda.

Desde el punto de vista estructural, el guión muestra una coherencia abrumadora, casi excesiva, hasta el punto de que su solidez llega a transmitir cierto esquematismo, lastrando de esta manera la fluidez del conjunto. Asimismo, su desenlace adolece de ciertos problemas en la planificación, que restan impacto al un climax muy buen ejecutado pero demasiado lejano del plano final. Parece como si la película suplicara por los títulos de crédito mientras que el director jura fidelidad eterna a su guión.

A pesar de sus defectos, 'Amama' es una película emocionante, que toca el corazón de una manera sincera y plantea cuestiones de calado universal.

Http://www.bandejadeplata.com
bandejadeplata
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27 de octubre de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Amama’ es el segundo largometraje del guipuzcoano Asier Altuna, que debutó con ‘Aupa Etxebeste!’ (codirigida con Telmo Esnal, que también colabora en el guión de esta nueva producción) y que ha realizado varios cortos y documentales como ‘Bertsolari’, en los que ha explorado desde diversos puntos de vista la naturaleza de sus paisanos. Nacido y criado en un caserío, Altuna centra la historia en el particular universo que se crea en estas moradas campestres de piedra y madera, donde sus habitantes sienten con más intensidad el peso de las tradiciones, para bien y para mal. Los protagonistas viven en pleno siglo XXI, aunque los más mayores actúan como hicieran sus antepasados, efectuando las labores de siembra y cultivo de los campos, de cuidado de los ganados y de mantenimiento de la casa para legarla a los hijos. Y estos parecen resistirse a continuar con el legado familiar, con un primogénito que se marcha lejos de allí, un segundón que aunque se deja caer de vez en cuando también prefiere vivir fuera del caserío y una hija con inquietudes artísticas que sigue allí, pero que discute el modo de actuar de sus padres a la vez que se siente fascinada por la figura de su abuela (“amama” en euskera, idioma en el que está rodada la película).

Los tres hijos fueron caracterizados por tres colores a la hora de nacer, inmortalizados en los árboles de la finca familiar. El mayor fue el color rojo, que simboliza la fuerza, el mediano el color blanco de la pereza y la hija el negro de la desobediencia, lo que les ha encasillado antes de que pudiera aflorar su personalidad y en cierto modo han acabado amoldándola a lo que se esperaba de ellos. Esa lucha entre el peso de la tradición y la realidad de la vida moderna, en la que hay un mundo por descubrir fuera de las leyes del caserío, es la que crea tensión entre ambas generaciones. Amaia (Iraia Elias) no está segura de irse, porque no quiere perder el contacto con esa abuela (Amparo Badiola) que le fascina por su representación del pasado, pero tampoco quiere resignarse a ser como esa madre que vive a la sombra de su padre, sin explotar sus capacidades individuales. Siempre se ha hablado de la importancia del matriarcado en la sociedad vasca y lo cierto es que acabarán siendo las mujeres las que acaben tirando del carro para que todo siga hacia adelante.

El patriarca es Tomás (Kandido Uranga), un hombre de pocas palabras y de trato huidizo, que prefiere estar haciendo sus tareas en lugar de despedir a sus hijos cuando se marchan. Su padre se portó así con él, inculcándole el valor del trabajo en lugar del de las emociones, que se reservaba para las mujeres. Pero eso no significa que sea un insensible, pues es de los que quieren hacia adentro, de los que muestran su amor a través del compromiso con los suyos, de un modo más silencioso pero más consistente que los que recurren a encendidas declaraciones finalmente vacías. Tomás y Amaia discuten varias veces, ya que él no entiende las veleidades artísticas de su hija y ella no comprende esa necesidad de seguir actuando por unas convenciones aferradas como los árboles al suelo que pisan, pero ambos se necesitan más de lo que están dispuestos a verbalizar.

La narración que propone Asier Altuna es pausada y naturalista, aunque sin caer en el aburrimiento visual, con algunos insertos de las videocreaciones de Amaia que reflexionan lo positivo y lo negativo del peso del entorno y algunos (estupendos) momentos de Tomás trabajando y ofreciéndonos su particular modo de hacer arte. Por ello, ‘Amama’ es la historia de un grupo reducido de personas que puede servir como metáfora de toda una sociedad y de sus comportamientos y contradicciones ante el paso del tiempo, en la estela de lo que Montxo Armendáriz hizo con ‘Tasio’ (en Navarra en este caso) o Julio Medem con ‘Vacas’, lejos del chascarrillo fácil de ‘Ocho apellidos vascos’. Un más que interesante retrato bien protagonizado por un grupo de actores desconocidos (y no profesionales, como en el caso de Amparo Badiola, esa abuela cuya figura muda dice mucho con su gesto o sus ojos y que es la que acaba uniendo al clan) y donde el director aporta la mirada de esa hija que busca la conexión de sus intereses artísticos con sus raíces familiares. La mirada de un pueblo que sigue hacia adelante sin querer perder las características que los han vertebrado durante generaciones.
travis braddock
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13 de octubre de 2015
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucha gente parecía tener en la mente el recuerdo aún reciente de la notabilísima “Loreak” como referencia ante el visionado de “Amama” de Asier Altuna durante este Festival de San Sebastián 2015. Será por aquello de que ambas cintas tienen autoría vasca, ambas se vieron en este festival y ambas llegaron con la premisa de cine intimista. Sin embargo, la referencia más concreta y cercana que asumo a la hora de enfrentarme a “Amama” está en el cortometraje documental de Altuna presentado en el Zinemaldia hace dos años, “Zela Trovke“. Como ocurría allá, en esta “Amama“, una suerte de genealogía íntima sobre una familia vasca fuertemente arraigada a un caserío, lo radicular está marcado a fuego en el paisaje: lo circundante no es ajeno al relato, sino que lo modula, prácticamente lo dicta.

“Amama” narra con notable intensidad a pesar de su cadencia pausada las tensiones que surgen y se entrelazan en una familia a la hora de asumir su propia herencia como núcleo y la mutación de sus raíces y su historia, en un enfrentamiento clásico entre tradición y modernidad. Por la naturaleza de la temática, probablemente estén justificados para remarcar dichas tensiones esos pequeños segmentos intercalados a modo de videoarte, en forma de manchurrones de modernidad sobre el lienzo de lo atávico. Encuentro incómodo, a veces chirriante, ese énfasis a la hora de derruir abruptamente con estos recursos el tono creado durante la globalidad del relato, por otra parte tan acertadamente áspero y sobrio. Esencialmente, regular.
davidmdehaza
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