Welcome

Esta película se distingue por su solvencia, inteligencia de recursos y máxima competencia a la hora de narrar la historia de un profesor de natación en cuya vida entra repentinamente un adolescente kurdo, que pretende tomar clases de natación con la intención de cruzar el Canal de la Mancha y así reencontrarse con su novia en Inglaterra.

Todo es creíble y está bien contado y observado en esta estupenda película, que tiene además el buen gusto y el acierto de no caer en el maniqueísmo y la temible corrección política con la que tan habitualmente se tratan este tipo de historias relacionadas con la inmigración.

Es un película de 10.
Sencilla, realista, sin sobrepasar los términos ni los límites. Un drama como tal, sin estirar el argumento y enrrollarlo para buscar la lágrima fácil.
Una de esas películas que al terminar de ver, te dejan con la sensación de haber saboreado algo bueno de verdad. Y que te confirma que ver cine todavía es un gusto indescriptible.

Alguna vez García Márquez, refiriéndose al mismo tema de que trata este film, dijo: "la problemática inmigratoria tiene solución, las migraciones no lo tienen". Las primeras, fenómeno propio "del sujeto individual", son "administrables burocráticamente". En cambio las segundas, consecuencia de los más elementales impulsos de subsistencia, desbordan cualquier estructura de contención. "Welcome" ("bienvenida"), palabra inglesa usada como título - y que no ha sido elegido caprichosamente, sinó a modo de denuncia de la hipocresía del conquistador -, da un acabado ejemplo de un conflicto secular agravado por la época. Presentada "a escala humana", tiene - gracias a ello - la potencia suficiente como para hacernos empatizar con las víctimas de una era caracterizada por el destrato anti humanista impuesto por "el sistema de dominación". Además, respetuosa del contexto, no ofrece un final hollywoodiano. Muy buena. Y si bien penosa, con algunas conductas gratificantes.

Philippe Lioret adopta el tema de la inmigración con cierta solidez en su correctísima "Welcome", un drama que no banaliza la historia que trata pero que en realidad tampoco la lleva demasiado lejos, anclándose en los convencionalismos para contar una historia que, eso sí, no necesitaba ser realmente original para funcionar. Vincent Lindon interpreta a un ex-campeón de natación que trabaja ahora impartiendo clases en una piscina privada y, paralelamente, está en trámite de separación con su mujer. Firat Ayverdi, por su parte, es un joven kurdo que tras recorrerse Iraq y llegar a Francia decidirá aprender a nadar para cruzar el Canal y llegar a Inglaterra, donde le espera su novia. Es la relación entre estos dos personajes masculinos la que rige un relato que funciona con precisión, pero que al recurrir al manual no da ninguna sorpresa real.

Correctamente interpretada (sin nadie que destaque en exceso), lo que más sorprende es la buena dirección y especialmente la labor del montaje, consiguiendo que durante casi dos horas nos aguantemos sin mirar el reloj y que, en cierta parte del final, se consiga presentar una escena en paralelo que cierra de forma perfecta una parte de la trama. La música y la fotografía tampoco están mal, presentando "Welcome" una correctísima factura en todo momento, un buen ritmo y no peores intenciones. Lamentablemente, recurre a tópicos que quizá podría haber esquivado, pero eso no quita que sea -de momento- de lo poco potente presentado a concurso en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón.

Calais es una pequeña ciudad del norte de Francia situada en el punto más estrecho del Canal de la Mancha.
Tan solo 34 kilometros la separan de los acantilados ingleses de Dover, los cuales, en un día claro, pueden facilmente divisarse.

Y es aquí donde se sitúa Welcome, una historia dura que muestra la tragedia de la inmigración y la xenofobia en este concreto punto del mapa donde tantos y tantos inmigrantes llegan con el sueño de alcanzar Inglaterra.
Lo habitual es que semejante hazaña la consigan escondiendose en alguno de los miles de camiones que diariamente atraviesan el canal pero nuestro protagonista, Bilal, va más allá y comprobada la dificultad que supone engañar a la policía francesa, decide cual David Meca, recorrer esa distancia a nado y alcanzar la orilla inglesa para reunirse con su novia.

Crudeza y ternura van de la mano puesto que la relación que entabla con el que será su entrenador, un colosal Vincent Lindon, perro viejo de la escuela francesa, llega a cotas verdaderamente impensables al inicio de la trama.

Es una historia sencilla, perfectamente mostrada y desarrollada, con dos historias de amor de por medio, la del joven kurdo y la del profesor, recien separado, que intenta impresionar a su ya ex-mujer ayudando a Bilal, y que acaba emocionando (la historia) fundamentalmente por la reacción y actuación de Lindon, que con un papel que no llega a exigir verdaderos alardes interpretativos, muestra un soberbio repertorio de gestos, actitudes y psicología a la hora de afrontarlo, llevándose la pelicula de calle.

Definitivamente no creo que se trate de una cinta sensiblera, muestra el drama de la inmigración tal y como es, dejando objetiva constancia de la situación en Calais pero bajo mi punto de vista sin pretender ser una flagrante denuncia.

Pelicula íntima, para posterior reflexión y con un formidable hilo dramático.
No me olvido de la banda sonora con unas conseguidas notas de piano, verdaderamente tristes, que acompañan en todo momento el visionado.

Nota: 7