Bobby Yeah

Es triste pero todo funciona de la siguiente manera: si haces largometrajes puedes ser alguien, si te dedicas a los cortos, olvídate. Robert Morgan es uno de los animadores de cabecera de quienes han prestado un poco de atención a este pequeño microuniverso poblado por piezas de duración por debajo de los 30 minutos, un artista que por su facilidad para crear ambientes y su reiteración temática podríamos ya considerar, si ningún pudor, un autor a la altura de Svakmajer, los hermanos Quay, o el propio Lynch. Bobby Yeah es la confirmación de lo que era evidente: es un puto crack. Su último trabajo, presentado en Rotterdam y nominado al BAFTA, aborda la temática de los sueños aunque su autor afirma que tiene parte de biográfico. De ser así no envidio su vida: menudo horror.

Así la "historia" se inicia con un muchacho con orejas de conejo entrando a una sala cerrada, cargando una especie de gusano con peluca rubia. Pronto descubrimos que éste tiene un botón rojo, y claro... el protagonista no puede resistirse. Así que se desencadena una cadena de acontecimientos de lo más surrealista inspirada por las pesadillas de un enfermo de mucho cuidado. Hay lucidez en la forma en la que Morgan plantea las reglas de su microcosmos, apelando al surrealismo pero sosteniendo una pequeña base para que comprendamos el porqué de lo que pasa, en mayor o menor medida. Donde otros verían limitaciones el realizador aprovecha para seguir retorciendo la "trama", sacando total provecho de los espacios, de sus expresivos personajes animados mediante un stop-motion sobresaliente, creando una estética malsana que se complementa con la música y una capacidad para crear tensión a través de muy pocos elementos. "Bobby Yeah" es una pesadilla filmada de una creatividad infinita, surrealista en grado sumo y extremadamente perturbadora. Robert Morgan alcanza pues su techo -por ahora- superando a su primer y más perturbador trabajo hasta la fecha, "The Man in the Lower-Left Hand Corner of the Photograph" (1999) y el experimental trabajo "Over Taken", rodado en tan sólo 48 horas. Aquí hay invertido no sólo talento... sino tiempo. Dura poco más de veinte minutos, pero puedo prometer (de hecho, prometo) que en la cabeza se mantiene por mucho más tiempo, alimentando sueños, pesadillas... adhiriéndose y envenenando la mente de todo aquel que se atreva a verlo. Una genialidad que firmaría el Lynch más pasado de rosca.

No estoy muy seguro del material del que está hecho pero lo que sí sé es que es bastante desagradable pero de los que gustan a los fans del terror. No tiene diálogo o sea que puedes verlo aunque o sepas ningún idioma en concreto. Me resultó además muy gracioso porque a veces está el «hombre» le doy o no le doy; ya verán por qué. No parece estar relacionado pero a mí me recuerda mucho a uno de los cortos de una de las entregas de «ABC of Death».