¿Por qué pecamos a los 40?

Otro drama de los 60 disfrazado de comedia en la que Lazaga expone un argumento de tintes moralizantes a lo largo de las tres historias, tres aventuras que soportan sobre sus espaldas esos paladines de la comedia española: Fernán Gómez, López Vázquez y Juanjo Menéndez.

López Vázquez desengrasa su batería de gestos embravecidos ante la amante, mientras el lánguido Juanjo Menéndez se desmorona ante el encanto de los enormes ojos negros de Elsa Baeza. El estólido Fernán Gómez vivirá también su aventura, más engreído por dárselas de sabio.

No hay historias de amor, no hay implicación entre los personajes y sus amantes y sus respectivas, no hay reflejo de crisis por la edad, no hay nada más que una lección de moral, ya anticuada, pero sí un buen trabajo y el ambiente propicio para la trama. La comedia que se espera es en realidad, tres historias melancólicas. Un débil asomo de algo gracioso.

Pedro Lazaga, prolífico director durante el gobierno del General Franco, se especializó al final de la dictadura en películas del llamado destape, y ya en el ocaso del régimen se acercó al género vodevilesco con más o menos fortuna.
Por que pecamos a los cuarenta, no es de sus peores películas (las tiene mucho peores, pero no demasiado mejores) e incluso algunos apuntes tiene cierta gracia, pese a que el conjunto adolezca de ese acomplejante ideario que solía acompañar al genero, y que uno no sabe bien si respondía a convicciones ideológicas de productores, guionistas o directores, o era tan solo una manera de conseguir que la censura fuera un poco más permisiva.
Pese a todo las películas de Lazaga nunca fueron tan casposas como las de otros coetáneos como Ozores, Ramón Fernández, Jose Ramón Larráz y un largo etc... En su cine siempre se aprecia un buen sentido del ritmo, un erotismo algo pedestre pero no chabacano, y una ausencia de morbo barato (tan abundante en la época) que las convierte en cintas cuya visión puede o no gustar, pero que jamás causan la verguenza ajena de otras obras aparentemente similares.
Todo esto es aplicable a esta película, con buenos actores, un guión graciosillo y una dirección funcional pero bastante agil, que hace que pese a parecer hoy en día rodada en un país prehistórico, no le hacen a uno sonrojarse ante un pasado que era cualquier cosa menos idílico.

Aunque esté suavizada por el tratamiento despreocupado que se le aplica al planteamiento que
tiene se trata de una comedia más o menos amarga y con una mentalidad actualmente desfasada. El ritmo tiene altibajos y hay algunos fragmentos en que se acusa una cierta fragilidad en los diálogos y en el estilo narrativo que no son del todo adecuados para mantener atento al espectador. Valorizan la película la agradable música de los títulos de crédito debida a la inspiración del gran Antón García Abril y el estupendo reparto femenino con los nombres de Rosanna Yanni, Esperanza Roy, Elsa Baeza, Perla Cristal, Mabel Karr, Doris Coll y María Luisa Ponte. Todas ellas están muy correctas en sus personajes. Con algo menos de brillantez se defienden los protagonistas masculinos aunque Fernando Fernán Gómez tiene algún momento brillante. No obstante era un actor que generalmente funcionaba mejor en el terreno dramático que en el terreno cómico. La música y el reparto bastaron para conseguir una comedia aceptable aunque presente bastantes inconvenientes.

Reflexiones leves, costumbrismo ligero y suaves apuntes de corte social sirven a P. Lazaga para dirigir una comedia intrascendente, con cierta gracia, desenfadada y con su pizca de moralina para que nada falte.
La película resulta diáfana y sin ocultaciones, su ritmo ayuda a verla con facilidad pero se encuentra lastrada porque las distintas tramas están descompensadas entre sí y porque junto a momentos divertidos presenta otros de monotonía notable.
Y su sentido del humor tiende al estereotipo.

Le salva su tono desenvuelto y la conciencia de que se filmó deliberadamente como pasatiempo lúdico.
También debe reseñarse la interpretación de los protagonistas y una puesta en escena convincente.

Dos amigos, o tres según se mire porque el tercero ya está de Don Juan, deciden echarse al monte por eso de la crisis de los 40. Así que se proponen buscarse unas queridas. La verdad que el argumento, típico de comedia del tardofranquismo, es ideal para el disparate, máxime si tenemos delante de la pantalla a actores del nivel de Fernando Fernán Gómez, José Luis López Vázquez o Juanjo Menéndez. Sin embargo el resultado final se queda a medias. Se deja ver y aunque simpática no es muy divertida, ni elaborada, yéndose a veces por las ramas, ni la moraleja es completamente atinada (SPOILER). .

Yo creo que el problema principal está en que Pedro Lazaga no sabe dar una respuesta a qué sucede en el caso de una infidelidad. Todo este asunto es manejado por encima y siempre desde una óptica masculina, con las respectivas esposas pagando el pato. Con todo, no vayáis a pensar que ni éstas ni las otras mujeres, son unas tontas pero aún así se cierra muy en falso. Al menos la película es grata y hay unos looks que quitan el sentido, en especial, por las botas de Rosanna Yanni, y sobre todo, por las altas y blancas de Elsa Baeza, impresionantes, a pesar del defecto de un tacón ni muy alto, ni fino.