The Perfect Sleep

Farragoso ejercicio de estilo a medio camino entre cine negro y comic de vengador, aderezado con un toque de exóticas técnicas de pelea y unas líneas de dialogo que se suponen muy cínicas, existenciales y rompedoras, pero que tan solo son pura estupidez y estulticia disfrazadas de modernas y trascendentes, casi siempre a cargo de la omnipresente voz en off del protagonista, un tipo cuya mayor virtud es encajar bien los golpes, no sonreír durante todo el metraje y dar la barrila con la historia de su madre, un par de mafiosos piojosos, la chica y el hijo de un tal “raja”, barrila a la que se aplica de forma inmesirecorde durante todo el metraje, ya que va desde antes de su nacimiento hasta el minuto ciento y pico que termina el tostón.
Lo único medio pasable es un “mad doctor” que mata como si no costara (al estilo Hannibal Lecter) y tampoco es que sea para tirar cohetes.
Fíjense si será mala que la intoxicación que me ha provocado tal cumulo de sandeces (me refiero a la parte en la que quiere pasar por cine negro, ya que el resto de estupideces al uso ya no me hacen mella), me ha hecho desear urgentemente la revisión de “Adiós Muñeca 1975” de Dick Richards (si la han visto sabrán porque nombro esta y no otra y si no la han visto dejen todo y háganlo) como único antídoto contra el cabreo que me ha producido este atentado (me temo que a algún espectador desinformado se la cuele hasta la empuñadura) al buen cine negro de toda la vida.
Del reparto, director y demás, lo dejo para otro valiente que quizá considere que merece la pena destacar algo.

Tostón insufrible; a partir del primer cuarto de hora, el trasero empieza a moverse en la butaca; hacia la media hora, te preguntas qué haces tú aquí; y a partir del minuto cuarenta, es un verdadero suplicio y no te levantas para no molestar a los demás.

Un argumento difícil de seguir, con vueltas y revueltas al mismo punto de la historia del protagonista; un protagonista que, cual Hom,er Simpson, gana sus peleas porque aguanta en pie más que los demás, pero dejando siempre una sensación de que las ha ganado tramposamente...

Lo más digno, que no engaña: efectivamente, es EL SUEÑO PERFECTO.