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Historia de una revolución

Drama Historia de la Revolución Francesa. En 1789, Luis XVI decide convocar los Estados Generales con el fin de resolver el grave problema de la deuda de Francia. El 10 de agosto de 1792 el rey es capturado cuando intentaba huir de París para unirse a los contrarrevolucionarios. Pierde entonces toda su autoridad y es encarcelado. Durante la Época del Terror, el gobierno jacobino de Robespierre llevó a la guillotina a cientos de miles de ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
23 de abril de 2013
63 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como buen monárquico de última hora, me dispuse a revisar la que es tal vez la mejor película sobre el primer descoronamiento importante de la Europa moderna. Cierto es que también hay películas, y estimables, sobre un pescuezo real rebanado anterior, como 'Cromwell' o la inferior 'Matar a un rey'. Pero la diferencia es que Carlos I de Inglaterra dejó que le cortasen la cabeza sin quitarse la corona. Luis XVI era tan cándido que amaba sinceramente a su pueblo, llegando en su bonhomía a rebajarse tanto que el pueblo le hizo caso: le bajó del trono, y luego le rebajó fatalmente su alzada.

Casi al principio de de esta película, que en realidad son dos ('Les années lumières' y 'Les années terribles'), hay una escena entre Mirabeau y Danton, en la que este último, con el asentimiento del primero, llega a decir algo así como: "No hay nada como un buen par de tetas para mitigar el radicalismo".

Danton era de las mismas ideas que Robespierre. Prácticamente pensaban lo mismo. La diferencia es que Danton era un hombre dado a los placeres y la corrupción. Aceptó sobornos de monárquicos, hizo componendas con los girondinos, y se hizo rico con la revolución. Robespierre tenía un sobrenombre: "El incorruptible". Ni bebía ni iba detrás de unas faldas, y mucho menos le obnubilaba el vil metal.

El emperador Vespasiano, nada más acceder al poder tomó una medida peculiar para sanear las maltrechas finanzas: subastar los cargos públicos. La pragmática justificación que dio es: ya que de todas formas van a robar, que vayan restituyendo por adelantado una parte. Su hijo, el futuro emperador Tito, ante esta y otras medidas semejantes se indignó con su escéptico padre, y éste sacó una moneda, la puso en la nariz de su hijito y dijo la famosa frase "Pecunia no olet”. Vespasiano conocía al ser humano, y no quería reformarlo, sólo gobernarlo.

Tanto Tito como Cromwell o Robespierre tenían algo en común: eran unos puritanos. Gente que no tiene corrupciones como Danton. Pero es que la corrupción de Danton le llevó a algo que sólo se puede tener desde la consciencia de la debilidad propia: la piedad.

En realidad los puritanos tienen sus propias corrupciones, pero como son pecados capitales del espíritu, y no de la materia, son invisibles. Son debilidades que se llevan en secreto: la soberbia, la envidia, y una escondida ira. El pueblo no las ve pero las comparte.

Tito arrasó Jerusalén, templo incluido; Cromwell masacró a los irlandeses; y Robespierre guillotinó a quien le contrariaba. Todo en nombre de la virtud, claro.

La secuencia histórica se suele repetir: después de una monarquía en la que hay una élite que ya nace decadente, llega una bienintencionada república que extiende la corrupción, y a lomos de la indignación de la pleble neopuritana (de cualquier idea) siempre cabalga el futuro tirano.

Pero tal vez me estoy radicalizando como todo converso, en este caso monárquico. Así que para mitigarlo he quedado con una señora estupenda. ¿Por qué dicen que es peor el remedio que la enfermedad?
Gilbert
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31 de diciembre de 2014
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se junta la paciencia suficiente para aguantar las cinco horas y media de película, recomiendo totalmente Historia de una revolución. Consiguieron no hacerla demasiado pesada, cosa alucinante siendo francesa e histórica. De ella el espectador se garantiza un retrato bastante interesante y, aunque no profundo, si muy ilustrador de lo que fue el proceso revolucionario de la Francia de finales del XVIII, ya que pasa por todos los grandes eventos y por todas las grandes figuras de la Revolución, dando incluso pie a la realización de un juicio (superficial) de todas ellas. El rigor histórico de la película ha sido generalmente validado por la historiografía, ya que surgió de una investigación estricta y de un trabajo profundo con intención conmemorativa. Vive la France!
belabalazs
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12 de julio de 2016
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
108/09(16/06/16) Notable superproducción gala realizada para conmemorar el bicentenario del inicio de la Revolución Francesa (se considera el arranque el 14 de junio de 1789, con la toma de Bastilla por el pueblo, símbolo de la represión). Pedagógico fresco sobre los orígenes y gestación de la Revolución, un sugerente mosaico en el que se dan cita todos los elementos que contribuyeron a este hecho crucial histórico. Un proyecto partido en dos, el primero titulado “Los años luminosos”, dirigido por el francés Robert Enrico, arranca en 1789 , termina con el asalto del Palacio de las Tullerias (10 de agosto de 1792) y proclamación de la República en septiembre de 1792; La segunda parte titulada “Los años terribles”, dirigida por el estadounidense Richard T. Heffron, arranca con el ingreso en prisión de Luis XVI y su familia, finalizando con la ejecución en la guillotina de Robespierre (28 de julio de 1894), dando fin al llamado Reinado del Terror. Cuenta con un gran elenco de actores que se lucen en sus papeles, con una notable puesta en escena para reflejar con realismo un tiempo convulso. Fue un tremendo fracaso comercial.

Un film que pretende ser neutral, sin hacer juicios de valor, exponiendo con crudeza y autenticidad los hechos, sin hacer buenos o malos, todos los personajes con aristas, matizados, humanos, con sus fantasmas interiores, sin idealizar la revolución ni la Monarquía. Un didáctico collage de situaciones expuestas en orden cronológico dando espacio para todos los personajes importantes, considerada por historiadores bastante fiel a lo acontecido, gracias sobre todo al asesor histórico Jean Tulard. Un relato muy bien hilado para que todo espectador tenga buenas nociones de los entresijos, tensiones, conspiraciones, mentiras y medias verdades, adanismo, y una turbadora mezcla entre la ilusión por la libertad, igualdad y fraternidad con el Terror. Una travesía ardua, con muchas heridas, con traiciones, con demagogia, con hipocresía, con muchos autoproclamados Mesías, donde la máxima de Saturno devorando a sus hijos se puede apostillar aquí, de cómo de algo tan noble como querer que todos seamos iguales ante la ley, terminar con los privilegios de los poderosos, se pasó al Reinado del terror con centenares de guillotinados con leves sospechas, de cómo los impulsores e ideólogos de la Revolución (Marat, Danton y Robespierre) fueron asesinados (los dos últimos guillotinados), por la turba que ellos mismos alimentaron.

Es un relato con múltiples escenarios en la que se nos cuenta que el camino de la revolución estuvo marcado por las espinas, una odisea donde los líderes tenían diferentes modos de afrontar el apasionante futuro, Danton enfrentado a Robespierre, el primero creía desproporcionada la maquinaria de la muerte de la guillotina, mientras al segundo le parecían siempre pocos, que la cuchilla debía alimentarse de miles de cuellos para exterminar cualquier posible enemigo a la Revolución, para ello fue el impulsor cual “Solución Final” del “Reinado del Terror”, estimándose que murieron bajo esta situación de 35mil a 40mil personas.

Los guionistas son los propios directores, junto a David Ambrose (“La fuga de Colditz”), Daniel Boulanger (“Police Python 357”), Fred A. Wyler (“El Conde de Montecristo”), y los dos directores. En sus casi 6 horas da tiempo a exponer todos los hechos claves, los que provocaron los giros y vaivenes, todos los episodios significativos, componiendo escenas de calado, con actuaciones relevantes. Lo malo es que al querer abarcar tanto se queda en esquemática en muchos aspectos, en un cuasi-documental dramatizado, todo muy correcto, académico, cayendo en otros tramos en la densidad, desproveyendo a la historia de alma, de emociones fuertes, acartonando la acción en una ambientación sobresaliente, pero anulando en su lienzo el dramatismo humano. Derivando en el espectador en un encadenado de viñetas históricas muy bien reflejadas, pero faltas de fuerza dramática, orgánicamente cosida tenuemente.

Durante 1789, la gran mayoría de la población (París) - partes de la aristocracia de la rica burguesía para intelectuales, artesanos y profesiones liberales, los trabajadores y los pobres - exigió la declaración de los derechos humanos y la abolición de todos los privilegios, diferenciados en los años siguientes estos grupos también de acuerdo con sus puntos de vista políticos hechos, particularmente en relación con la cuestión de qué objetivos deben tener una revolución o si aún no lo han alcanzado los objetivos finales. El reconocimiento quería un mundo de la razón, y el entendimiento y la eliminación de la superstición, y la religión de los que sólo querían la dominación y la opresión, las creencias religiosas deberían quedarse en asunto privado. Robespierre y su doctrina del Terror corrompió los valores nobles iníciales, arrojándose a los brazos de la máxima maquiavélica “El fin justifica los medios”, haciendo pasar de una Monarquía autoritaria despótica, a una Dictadura Republicana despótica, erigiéndose los líderes de esta última en Mesías que dice actuar en bien del pueblo aunque para ello deban exterminarlo. Algo en lo que la historia no ha aprendido, ejemplo es Rusia, que pasó de una Monarquía Absolutista con gran relevancia cristiana ortodoxa, a una Dictadura “comunista”, en donde el valor de la vida era inexistente en bien del bien común. Pues esto si lo refleja bien el film, los enfrentamientos políticos, las luchas de poder, el populismo, las asambleas populistas, la degradación de la monarquía, los enardecidos discursos y la explosión de la Cuchilla.

Hay un tremendo elenco de actores. Jean-François Balmer encarna con carisma y fabulosa dignidad al monarca Luis XVI, tipo al que se nota los acontecimientos le superan, pero aguanta con orgullo y dignidad, con un estupendo arco de desarrollo que lo transmite con mesura y contención, impresionante defendiéndose en el juicio, una figura shakesperiana;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5 de enero de 2017
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida como parte de los actos para celebrar el segundo centenario de la revolución francesa y dividida en dos partes, “Les Années Lumières” y “Les Années Terribles”, la película abarca con minucioso detalle, equidistancia y sin partidismos los apasionantes años que van desde 1788 hasta julio de 1794 en que es ejecutado Robespierre. La película se inicia con un breve prólogo situado en 1774 que ilustra la conocida anécdota del poema leído por un Robespierre niño frente al rey a la entrada del colegio “Luis el Grande” en Arrás bajo la lluvia y el barro ante la indiferencia del monarca. Los grandes personajes de este monumental relato de casi seis horas aparecen en esta película rio: el rey Luis XVI, su esposa Maria Antonieta y sus hijos, su ministro suizo Necker, el viejo Mirabeau, Lafayette, Desmoulins, Danton, Marat, Robespierre, Saint Just, Hubert. La película trata de mostrar las razones de unos y otros sin partidismos estúpidos pero sin miedo a mostrar las debilidades y el horror en esta época de grandes palabras, esperanzas y asesinatos en masa. Cinematográficamente la película no es ninguna maravilla pero pedagógicamente es una soberbia reconstrucción realizada en escenarios auténticos o, si no, muy bien reconstruidos. La primera parte abarca desde la convocatoria de Estados generales hasta el asalto a las Tullerías en agosto de 1792 mientras que la segunda se centra en los terribles años de la Convención y, en particular en la época del terror, iniciándose con la llegada de los reyes a la prisión del Temple. El trabajo de los actores es verdaderamente meritorio destacando muy por encima de todos el excelente trabajo del actor suizo Jean-Francois Balmer como Luis XVI y el retrato humanizado de Danton que realiza el austríaco Klaus Maria Brandauer. El resto de actores acompañan con gran eficacia: Francois Cluzet como Camile Desmoulins, en un retrato tal vez excesivamente bondadoso del periodista amigo de Robespierre, el dificilísimo papel de Robespierre del que Andrezj Sewerin sale ileso, el divertido Mirabeau de Peter Ustinov o el breve pero imponente papel de Cristopher Lee como el verdugo Sanson. Pese a su larguísima duración es una película atractiva, bien reconstruida y de enorme interés.
Gould
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29 de abril de 2021
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho cortar cabezas, pero poco remasterizar eh. No entiendo como esta pedazo película haya que verla con un tamaño de píxel que si tuviera 1 millon de euros por píxel sería pobre.

Me sorprendió la reostia ciertos actores que salen, ni sabía que hablaban francés.

En resumen, que durando lo que dura se me hizo corta, pero eso sí, gangrena en el ano de lo mal que se ve, y eso que la vi en la mejor versión que existe...Remasterizan igual una concha de película como Gnomo Cop, pero ésta no.

Es verdad que a Robespierre lo retratan un poco marvado, pero bueno alguna cosilla también hizo el paisano.
DrNick
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